Si bien es cierto que el duelo copero entre el Deportivo Alavés, que conocerá este sábado a su rival de octavos, y el Real Valladolid estuvo condicionado desde el principio, pues los visitantes se quedaron con un hombre menos en el minuto cinco de juego, dicha circunstancia tan particular no debería servir como excusa para restar mérito a la buena labor que realizó la escuadra de Luis García Plaza. Sobre todo, teniendo en cuenta que fue la segunda unidad quien tuvo que dar la cara ante un rival de la máxima categoría.

Salvo por Aleksandar Sedlar, el técnico madrileño, con el duelo del sábado contra el Burgos en mente, optó por alinear a sus jugadores menos habituales. Algo que ya había hecho en anteriores ronda de la Copa, ante el Lleida y el Mérida, pero que por aquel entonces, pese a conseguir dos resultados favorables, no le sirvió demasiado de cara a mejorar el rol de alguno de sus suplentes. La sensación, más bien, fue la de que estos habían perdido la oportunidad de tirar abajo la puerta del once.

La redención de la segunda unidad

Sin embargo, en la visita del Pucela a Mendizorroza todo fue muy diferente. Y no por el hecho de eliminar a un equipo de Primera División, sino por la actuación que ofreció el Glorioso, especialmente a lo largo de la segunda mitad. Serios y convencidos, los albiazules echaron el cerrojo atrás, lo cual se había echado de menos durante el mes de diciembre, y salieron al contragolpe sin ningún tipo de piedad. Solo les faltó, como explicó el propio Luis García en rueda de prensa, esa efectividad para cerrar antes el partido.

En ese escenario, hubo varios futbolistas que encontraron la redención después de haber pasado desapercibidos, o no haber aportado todo lo que les gustaría, en el transcurso de la primera vuelta. Uno de ellos, probablemente el mejor albiazul sobre el césped, fue Rober González; el extremeño, móvil en la mediapunta, estuvo muy activo en todo momento y evidenció su gran visión de juego por medio de distintos pases en profundidad que, por desgracia, no pudieron aprovechar compañeros tal que Abde o Sylla.

Este último, el delantero senegalés, fue otro de los destacados de la noche. Aunque no estuvo tan acertado como debería de cara a puerta, volvió a demostrar lo importante que puede ser un atacante de sus características en este Alavés. Sylla es, en la actualidad, el albiazul con mejor ratio de goles por minuto, y solo le falta ponerse a punto en el aspecto físico para así llegar con energía a los últimos compases de los partidos. Sin duda, puede ser uno de los fichajes de enero, pese a que ya forme parte de la plantilla desde hace tiempo.

Más atrás, en el costado zurdo de la zaga, la mejor noticia fue Javi López. Lejos de pasar desapercibido, como le ocurría en años anteriores ante rivales de Primera, el lateral tinerfeño se mostró seguro atrás y, por si esto no fuera suficiente, se incorporó en varias ocasiones al ataque. Además, con mucho descaro y acierto, dispuesto a colgar balones al área pucelana en busca de un primer remate o, al menos, algún rechace que pudieran aprovechar los diferentes integrantes de la parcela ofensiva.

Canteranos

Ahora bien, Javi no fue el único canterano que aprovechó su oportunidad. Jesús Owono, por tercera vez este curso entre los tres palos, fraguó una actuación muy seria, sin mostrar un solo ápice de inseguridad, e hizo gala de su gran habilidad con el balón en los pies. Una virtud que, hoy en día, está extremadamente valorada en el fútbol, donde los porteros deben parar y, asimismo, iniciar el juego de sus equipos, lo cual suele intentar Antonio Sivera de manera habitual.

Quien, para finalizar, también representó muy bien a Ibaia fue Álex Balboa. Pese a que tuvo que ser sustituido al descanso para evitar una posible expulsión en la segunda mitad, el centrocampista gasteiztarra fue uno más en la medular babazorro y demostró, entre otras cosas, la facilidad que tiene para, incluso en conflictos complicados, mantener el balón en posesión del Alavés. La pena, al igual que sucede con Owono, es que no pueda jugar más asiduamente.