No hay ninguna duda de que el descenso del Deportivo Alavés a Segunda División es una desgracia en todos los sentidos; sin embargo, al igual que sucede con la gran mayoría de los contratiempos, no todas las consecuencias tienen por qué ser negativas. Sobre todo, en lo relacionado con lo estrictamente futbolístico, pues, tras varios años pidiéndolo a gritos, por fin se va a poder construir una nueva plantilla y, de esta manera, dejar atrás ese proyecto deportivo caduco que la entidad del Paseo de Cervantes, ofuscada en el peligroso y desmotivador cortoplacismo, ha intentado sostener con múltiples parches.

Ahora bien, olvidarse del pasado no es una tarea tan sencilla y menos aún cuando existen vínculos económicos. En la actualidad, el conjunto babazorro tiene una notable base de futbolistas con contrato para la próxima temporada y, tal y como confirmó Alfonso Fernández de Trocóniz hace dos semanas, la continuidad de algunos de ellos supondría un menor margen de maniobra a la hora de acometer nuevas incorporaciones y, por tanto, satisfacer las exigencias de Luis García Plaza.

Una situación de sobra conocida por el Huesca, el Real Valladolid y el Eibar, los anteriores tres equipos que descendieron de Primera, y que, al igual que deberá hacer ahora el Alavés, tuvieron que valorar en su día qué posiciones reforzar y también a cuántos de los partícipes del descenso, pese a sus, en principio, elevadas fichas para la categoría, merecía la pena mantener tanto si les llegaban ofertas económicas interesantes como si, por el contrario, el único rédito suponía ahorrarse el propio contrato.

En este sentido, lo cierto es que los tres equipos mencionados plantearon de manera diferente su planificación para intentar regresar a la élite. Los armeros, por ejemplo, fueron los que más se movieron en el mercado estival; en concreto, realizaron nada menos que 15 fichajes -cinco de ellos, además, previo pago a los clubes de origen- y así, junto al fin de la era Mendilibar en el banquillo y de Garagarza en la secretaría técnica, demostraron su intención de empezar de cero. Aunque, eso sí, priorizando conservar a un capitán como Arbilla y, asimismo, a Edu Expósito, cuya presencia en Segunda es auténtico lujo.

Luego, en el lado opuesto de la balanza, estuvo el Pucela. A pesar del descenso, la entidad vallisoletana, encabezada por Ronaldo Nazario, siguió confiando en parte importante de su plantilla y, en consecuencia, únicamente se reforzó en verano, sin tener en cuenta a los cedidos que regresaron al club, con seis futbolistas. Y eso que, en esa misma línea, tuvo que desprenderse de Marcos André, que se marchó al Valencia por ocho millones y medio de euros. No obstante, dicha apuesta, a priori arriesgada, por quienes fracasaron el curso anterior ha tenido recompensa, pues jugará en Primera la próxima campaña.

Finalmente, en un punto intermedio, se quedó el Huesca. Los oscenses no ficharon tanto como el Eibar, pero tampoco quisieron quedarse cortos; en concreto, incorporaron a diez jugadores y mantuvieron en plantilla a estandartes tal que Andrés Fernández, Pulido, Insua o Mikel Rico. Una disposición para la que, cabe mencionar, los aragoneses no tuvieron el mismo margen que las otras dos escuadras descendidas, puesto que, en su caso, la ayuda económica de LaLiga fue bastante inferior.

Mercado albiazul

En lo referente al Alavés, la secretaría técnica de Sergio Fernández aún no ha dado demasiadas pistas sobre cuál de esos tres caminos tomará; sin embargo, si se tienen en cuenta las recientes declaraciones del leonés, todo apunta a que el mercado albiazul, en cuanto a número de refuerzos, será más parecido al del Eibar o, sobre todo, el Huesca que al del Real Valladolid. Ahora bien, lo que sí se sabe a ciencia cierta es que, al contrario que en otras ocasiones, el entrenador -esto es, Luis García- va a tener peso relevante en cada decisión, tal y como se ha visto con el fichaje de Salva Sevilla.

De todas formas, también es importante comentar que el conjunto babazorro va a tener que adaptarse a una nueva restricción que los anteriores equipos descendidos de LaLiga lograron esquivar. Y se trata, nada menos, de la imposibilidad de agotar en su primer año en Segunda el apoyo millonario de la patronal, quien solo permite utilizar, como máximo, un 60% de dicha ayuda.

Continuidad. El reciente descenso del Deportivo Alavés a Segunda División va a provocar recortes en muchas de sus secciones, pero esto no significa que todo el trabajo realizado en los últimos años se vaya a echar por la borda. Algunos miembros importantes de la estructura seguirán vinculados a la entidad de Mendizorroza en la categoría de plata y, según ha podido saber este periódico, uno de ellos es Rafa Coco, máximo responsable de la captación en categorías inferiores. Rafa Ruiz (Córdoba, 1959) fichó por el Glorioso en junio de 2017, varias semanas después de la inolvidable final de Copa en el Vicente Calderón, y desde entonces ha formado parte de la secretaría técnica encabezada por Sergio Fernández. En este sentido, su principal labor no es otra que la de analizar y hacer un seguimiento de las múltiples opciones que tiene el conjunto babazorro en cartera para cubrir las necesidades de su cantera.