Franco, directo y de ideas claras. Puede que José Luis Mendilibar, el próximo inquilino del banquillo del Alavés a partir del 1 de enero, no rebose toneladas de glamur ni goce de la empalagosa verborrea de otros entrenadores con numerosos aduladores a sus espaldas. Es algo que detesta y, si no, pueden extraerse de la hemeroteca algunas frases célebres con las que se ha ganado muchos minutos de los informativos.

En realidad, no hace falta ser un superdotado ni haber estudiado varias carreras para entender su mensaje. Ni los jugadores sobre el campo ni los periodistas en la rueda de prensa suelen verse sorprendidos por su léxico. El de Zaldibar, con más de 400 partidos en Primera División como excepcional bagaje, quizá sea una especie en extinción dentro de los banquillos, un rara avis de esos incontables entrenadores que hoy en día necesitan decenas de ayudantes para supervisar absolutamente todo y que nada quede a la improvisación.

Mendilibar, como confesó a Vicente del Bosque en una entrevista en El País, es la antítesis de todo ello. "Soy el antientrenador moderno, no llevo tableta", no tuvo reparos en admitir el vizcaíno, que durante su etapa como futbolista completó un ciclo de 15 años en las catacumbas del fútbol español sin alcanzar jamás la cúspide. El reconocimiento del mundo del fútbol en general le ha llegado tras sus éxitos como técnico, especialmente en el Eibar.

Mientras dirigía al club armero, Mendilibar ya fue tentado en más de una ocasión por Josean Querejeta, un directivo al que los entrenadores de su estirpe y con una fuerte personalidad gustan sobremanera. Posiblemente lo que más necesite ahora el Alavés para ver reanimado su endeble estado anímico, además de varios fichajes que eleven el nivel de la plantilla, sea un tipo valiente y sin complejos como él.

Y es que Mendilibar es el estandarte perfecto del viejo fútbol que desgraciadamente hace tiempo pasó a mejor vida. Con una filosofía muy reconocible y admirada que ha servido, por ejemplo, para conducir al Eibar hacia unos éxitos insospechados a pesar de los modestos medios con los que cuentan año tras año, el Alavés confía ciegamente en su capacidad de persuasión y su carácter para levantar la moral de una plantilla muy tocada.

En cuanto a su propuesta futbolística, el técnico vizcaíno no necesita ninguna tarjeta de presentación. Es de sobra conocido en Vitoria y en cualquier rincón del planeta. Su estilo de juego puede tener alguna similitud con el que ha tratado de poner en práctica Javi Calleja, aunque todo hace indicar que el Alavés del nuevo año será muy diferente siempre que la dirección deportiva también ponga su granito de arena con algunos mimbres adecuados en forma de fichajes, léase Escalante y Capa.

Mendilibar imprimió al Eibar un sello inconfundible a la hora de presionar bien arriba, morder la salida de balón del rival de turno desde el primer momento y adelantar al máximo las líneas. El equipo armero que vivió la época más dorada de su historia bajo su batuta técnica era, en ocasiones, un grupo suicida que jugaba sistemáticamente con fuego al llevar la línea de defensa hasta el centro del campo. En un fútbol presidido hoy en día por la racanería, el conjunto de Ipurua era la antítesis y ese éxito solo se le puede atribuir al nuevo técnico alavesista.

Una propuesta kamikaze que no dejó indiferente a nadie y ahora, salvo sorpresa, tratará de implementar en el Alavés. Los rivales del Eibar se plantaban a menudo en solitario delante del portero porque el armero era un equipo sin complejos que optaba por defender uno contra uno en todas las zonas del campo.

Con el balón en los pies, la consigna de Mendilibar era clara para atormentar al contrario a base de constantes envíos al área desde la banda. Sergi ?Enrich, Charles y Kike García vieron disparados así sus registros goleadores en Primera. "Parece que el fútbol, hoy en día, solo es tocarla. Parece que solo juega bien el Barcelona y los demás somos unos zoquetes. Al fútbol se juega de muchas maneras y defender bien también es jugar bien al fútbol", así habla Mendilibar, el clavo ardiendo al que se agarra el Alavés para conseguir la permanencia.

Sus dardos hacia el VAR también han sido sonados en los últimos años, por no hablar de los réditos negativos que produjo la pandemia. "Estoy cansado con el tema del covid. No hay vida de grupo ni podemos comer juntos, ni viajar€", subrayó un entrenador que organizaba comidas con sus jugadores en un restaurante de Getaria.