Hasta hace muy poco, la primera vuelta del Villarreal de Unai Emery estaba siendo un auténtico desastre. Pese a ser uno de los llamados a pelear por puestos europeos, el cuadro groguet deambulaba por la zona media-baja de la tabla y, si algo mantenía al técnico vasco en el banquillo, era su éxito del curso anterior en la Europa League -sin olvidar, además, el buen rendimiento en la Liga de Campeones-.

Sin embargo, el submarino amarillo ha mejorado sobremanera su rendimiento en las dos últimas jornadas y, en parte, ha sido gracias a las actuaciones de Gerard Moreno, quien, tras perderse cinco partidos consecutivos de liga (Cádiz, Valencia, Getafe, Celta y Barça) debido a un desgarro muscular, ha vuelto para resucitar al conjunto castellonense a falta de un solo encuentro -el próximo martes (19.00 horas) frente al Alavés- para llegar al parón navideño.

Buena muestra de ello fue el choque de ayer ante la Real Sociedad. Porque allí, en Anoeta, el delantero barcelonés aprovechó dos acciones de estrategia idénticas para remontar el tanto inicial de Isak y poner muy de cara el duelo para los groguets, que aprovecharon su superioridad numérica, debido a la expulsión de Oyarzabal, para lograr su primera victoria (1-3) lejos de la Cerámica y, además, ahondar un poco más en la herida de la escuadra txuri-urdin.

Hasta ahora, en solo ocho partidos en la competición doméstica, Gerard ha marcado cuatro goles y ha repartido una asistencia, la cual también registró en el estadio donostiarra, y su mejor versión cada vez está más cerca. Por tanto, las opciones de los babazorros en el feudo amarillo pasan por atar en corto al catalán, que, por cierto, sabe a la perfección lo que es perforar la portería babazorra, pues lo ha hecho en cinco ocasiones: tres con el Villarreal, una con el Espanyol y otra con el Mallorca -hace ocho años esta última, cuando Goitia defendía la meta albiazul-.

Ahora bien, ahí no acaba el peligro del equipo valenciano. La faceta ofensiva es su punto fuerte y, además de la relevancia del siete, también se debe tener muy en cuenta la vertiginosidad de sus hombres de banda. En concreto, la de Chukwueze, que asumirá más protagonismo después de la lesión de Danjuma. Este y otros, sin duda, exigirán mucho a una zaga alavesista que, como se pudo ver contra el Rayo en Vallecas, no está cómoda cuando debe defender a atacantes veloces.