- Los duelos entre el Deportivo Alavés y el Getafe habían tenido mucho de pugilísticos en sus últimos enfrentamientos, pero no en el término futbolístico de la expresión sino recurriendo a la literalidad de la misma. Intercambios de golpes y juego subterráneo que depararon combates propios de un cuadrilátero, pero que ayer dejaron paso a dos versiones en las que el balón se impuso al cuerpo a cuerpo. Con la excepción de unos minutos finales en las que ya salió a relucir el otro fútbol y las mil y un batallas en las que se metió el guerrero Deyverson, albiazules y azulones fueron capaces durante todo el tramo anterior de desarbolar a unas defensas rivales por lo general pétreas y a las que les tocó sufrir lo suyo. Eso sí, ni por parte vitoriana ni por parte madrileña apareció el acierto en los metros decisivos. Así, la inusitada alegría ofensiva se quedó sin el premio de los goles, aunque no fue en esta ocasión por escasez de oportunidades.
En los primeros minutos, el Alavés encontró un auténtico filón a la espalda de la defensa del Getafe. Buscando los desplazamientos en largo, Deyverson le ganaba la partida una y otra vez a sus pares y en las continuaciones Edgar hacía mucho daño colándose por los espacios libres. Así llegó la primera ocasión clara, cuando el tinerfeño no fue capaz de empalmar un servicio desde la derecha de Joselu al enredarse con el control cuando de haber dejado correr el balón Rioja podía haber rematado completamente solo.
La segunda oportunidad, aún más clara, la tuvo en sus botas el propio delantero brasileño. De nuevo ganando la espalda, en esta ocasión a un Djené que rompía la posibilidad del fuera de juego, para quedarse solo frente a Soria, al que intentó sorprender con una vaselina muy mal ejecutada y que se fue por encima de la portería. Con todo a su favor, optó por esa resolución de fantasía frente a un portero que no tenía tiempo para situarse, cuando podía haber avanzado metros y buscar un disparo más sencillo.
La tercera pilló a contrapié a un jugador como Joselu al que es complicado pillarle despistado, y más dentro del área. Una conexión sensacional por el costado izquierdo entre Deyverson y Rioja le permitió al sevillano pisar línea de fondo y buscar el pase de la muerte. Edgar se adelantó a Olivera para sacar el pie en un mal remate que se convirtió en un pase que hubiese sido letal si Joselu lo llega a cazar, pero solo le golpeó en la pierna y la oportunidad quedó desbaratada como las otras dos anteriores.
Aunque Soria no tuvo que intervenir, ni lo haría en todo el partido, el Getafe zozobró en la primera parte, aunque en la segunda el sufrimiento fue decreciendo. Lo mismo que le ocurrió a un Alavés que padeció lo suyo, sobre todo por los costados. Las apariciones de Cucurella -a punto estuvo de firmar un golazo de tacón y antes ya había asistido a Cucho, que remató fuera en una ocasión clarísima- desde la izquierda y las de Nyom por la derecha -tuvo un cabezazo que se le fue alto y un centro a la testa de Mata que obligó a intervenir a Pacheco- fueron un quebradero de cabeza, aunque fue en una jugada interior, con un pase por dentro de Nyom, cuando rozó la catástrofe, pero el gol de Cucho fue anulado por fuera de juego.
En un duelo mucho más abierto que los que acostumbraban a dirimir estos dos equipos, fue la falta de acierto y no la ausencia de ocasiones la que marcó el empate.