- El conglomerado deportivo compuesto por Saski Baskonia y Deportivo Alavés recurrió el viernes a la medida drástica que supone un expediente de regulación temporal de empleo para todos sus trabajadores para tratar de capear el temporal económico que ha supuesto el estado de alarma decretado para tratar de frenar el coronavirus. Un argumento legal al que ya se han acogido varias sociedades anónimas deportivas y también clubes del entorno competitivo cercano a los dos referentes vitorianos para tratar de reducir en una cuantía importante sus gastos en personal -en el caso de los deportistas profesionales, con cifras desorbitadas- en una época en la que los ingresos han mermado hasta la mínima expresión por la imposibilidad de disputar partidos. Todo ello a la espera de que se pueda resolver el futuro de las competiciones en las que azulgranas y albiazules se encuentran inmersos y cuyas reanudaciones, inciertas a estas alturas por mucho que desde todas las organizaciones se insista en que se van a completar las temporadas, se presentan como la única solución para aportar viabilidad a unas arcas ahogadas en estos momentos. Si las previsiones actuales ya son negativas y las pérdidas van a ser inevitables con todo lo acontecido hasta la fecha, la situación podría tornarse dramática de no poder completarse las temporadas y no existir ingreso alguno en los meses venideros.

Tras la primera medida que supuso un expediente del mismo tipo en Bakh el pasado 18 de marzo con afección sobre 106 trabajadores, el ERTE propuesto para Alavés y Baskonia -que incluye a deportistas, técnicos y el resto de trabajadores de las dos entidades, además de los pertenecientes a la Fundación 5+11 y a la empresa Onalan que suministra servicios a ambos clubes y que se aplicará retroactivamente a la declaración del estado de alarma el pasado 14 de marzo- recae sobre 766 profesionales. En total, 872 empleados del Grupo Alavés-Baskonia -la rebaja para los jugadores alcanza el 70%, un porcentaje que también afecta a la mayoría de los trabajadores con salvadas excepciones, pero la extinción es total para aquellos que no pueden desempeñar sus labores, como los directamente relacionados con la celebración de los partidos- afectados de manera inmediata por esta medida de emergencia -en este sentido, muchos han destacado en las últimas horas el trato recibido por parte de los clubes, con llamadas personalizadas para explicar el proceso- y que miran hacia el futuro también con el deseo de que se puedan retomar las competiciones y una cierta normalidad en su funcionamiento diario en cuanto se levante el estado de alarma que obliga al confinamiento y ha paralizado casi todas las actividades, tanto a nivel empresarial como deportivo.

Ese futuro es, en estos momentos, completamente incierto. Hablar de retomar competiciones deportivas de manera inmediata cuando toda la población a nivel estatal se encuentra confinada en sus domicilios suena a utopía. Y es que, aunque el estado de alarma se encuentra decretado en estos momentos hasta el 11 de abril, ni el más optimista piensa en estos momentos que dicha medida excepcional no se vaya a ampliar mucho más allá en el calendario. La mejor de las previsiones habla de la opción de retomar las competiciones a mediados de mayo, prácticamente dos meses después de que se detuviesen. Pero mirando a China -Wuhan, ciudad de origen del virus, ha permanecido durante dos meses y medio en un confinamiento mucho más severo que el estatal y aún se espera que cierta normalidad tarde en llegar dos o tres semanas más-, esa intención se contempla como excesivamente optimista cuando en el país asiático el deporte aún no ha retomado su ritmo normal, que se rompió en enero. La idea de volver a jugar a baloncesto a principios de abril se ha descartado y se apunta ya a mayo -más de tres meses después de su suspensión-, mientras que arrancar el curso de fútbol a mediados del próximo mes como se preveía también parece bastante complejo a estas alturas. Un ejemplo que habla bien a las claras de los problemas que se van a presentar en este sentido.

En su comunicación a los trabajadores, desde Baskonia y Alavés se aseguró que el futuro en estos momentos es claramente desconocido. En el ámbito futbolístico, clave para sostener todo el entramado por los ingresos de televisión, LaLiga ya ha reiterado en varias ocasiones su intención de concluir la actual temporada sea como sea para que sus asociados no se vean abocados a unas pérdidas multimillonarias que podrían poner en riesgo incluso la continuidad de varios clubes. Retomar los partidos en cuanto sea posible y exprimir el calendario con fechas inverosímiles hasta ahora, incluso retrasando el inicio del próximo curso y jugando a puerta cerrada, es la tabla de salvación a la que se agarra el organismo presidido por Javier Tebas para que el fútbol español no se hunda al perder cerca del 30% de los ingresos por los derechos televisivos, que se unirían también a mermas en la venta de entradas, abonos o patrocinios. Si en el fútbol ese acabar a toda costa es la idea prioritaria, en el baloncesto la incertidumbre es todavía mayor. La Liga ACB está cancelada hasta el 25 de abril al tiempo que otras competiciones europeas han decidido bajar ya la persiana -la última, la VTB League sin campeón, mismo destino al que apunta la Lega- y su problema para acabar bajo el sistema pautado aún retrasando fechas viene marcado por la marcha de muchos jugadores a sus países de origen. Y más complicada aún es la tesitura de la Euroliga al estar compuesto por clubes de varios países, con las limitaciones a la movilidad entre ellos que pueden implantarse y con muchos de ellos ya sin competiciones nacionales que disputar, lo que podría impedir su resolución en los parámetros que el organismo pretende, respetando íntegramente todas sus fases.

La gran mayoría de los trabajadores del grupo se verán afectados por una rebaja del 70% del sueldo con retroactividad al 14 de marzo

La incertidumbre es la gran protagonista de un futuro en el que el deseo de retomar todas las competiciones aún choca contra la realidad