Vitoria - Para el espectador neutral y amante del fútbol, sentarse a presenciar un partido del Deportivo Alavés en las últimas semanas viene a propiciar una indigestión semejante a la que resultaría de recorrer todo el mapa patrio y detenerse en cada comunidad a degustar su plato típico más pesado y complicado de procesar incluso por el estómago mejor preparado. Como meterse al cuerpo un caldo gallego, una fabada, un botillo, un txuletón, un cocido madrileño -con callos y todo-, una txistorra, unas migas y una olla podrida, todo ello de seguido y a palo seco, es cada partido del Glorioso de un tiempo a esta parte. Espesos, trabados, con la palabra fútbol brillando por su ausencia y el balón convertido en un elemento al que, en la mayoría de las ocasiones, se trata de mandar lo más lejos posible con los menores reparos. Como para apagar la televisión o inquirirse a uno mismo si el espectáculo merece el precio, generalmente elevado, que se paga por la entrada. Pero, si a los resultados hay que atenerse, que a fin de cuentas es lo que vale, está versión alavesista de los últimos tiempos ha conseguido una fiabilidad que ha conducido al equipo de Asier Garitano a dar pasos ya prácticamente definitivos hacia una permanencia que está ya muy cercana. Si para el aficionado al fútbol está siendo insufrible, al menos al seguidor alavesista le queda el consuelo de quien justifica los medios que se utilizan con el fin que se obtiene. En ese sentido, la eficacia de este grupo en sus últimos compromisos tiene el poder de eclipsar esos bodrios que está tocando tragarse.

"Cuanto peor mejor para todos y cuanto peor para todos mejor, mejor para mí el suyo beneficio político". Con esta frase que Mariano Rajoy le espetó a Pablo Iglesias, traducida al castellano común y no al que utiliza el expresidente, se puede explicar el momento del Alavés. Sus actuaciones recientes no están siendo nada buenas, pero los resultados desmienten a las sensaciones y fijan una realidad bien diferente. Su juego es cada vez peor -si es que en algún momento pudo calificarse como bueno-, pero ha conseguido una fiabilidad que le convierte en un rival muy difícil de superar. Sus siete puntos en los últimos cuatro partidos -prácticamente la mejor serie de la temporada, dentro de una segunda vuelta en la que el ritmo puntuador está siendo elevado- suponen un rendimiento numérico muy alto, pero el equipo está ofreciendo un nivel de juego, tanto en ataque como en defensa, muy bajo.

Mucho con muy poco Eibar, Mallorca, Athletic y Leganés componen una serie de partidos que no merecen siquiera ser guardados en vídeo para su revisión. Malos de solemnidad todos ellos. La capacidad del Alavés para sacarse unos cuantos goles prácticamente de la nada con la única excepción del duelo contra los baleares ha sido más que suficiente para sumar mucho ante unos oponentes también de nivel pésimo. Con sistemas de contención brillantes -la primera parte ante los armeros-, el sensacional momento de Fernando Pacheco -en todos estos partidos ha sido salvador en varias ocasiones-, la misma incapacidad de sus oponentes -la segunda parte del Athletic en el derbi fue infame- o cuestiones asociadas a la fortuna -el baño de los rojiblancos en la primera parte de dicho encuentro fue tremendo, pero sin generar ventaja en el marcador-, El Glorioso ha conseguido mucho rendimiento ofreciendo muy poco.

Ante el Eibar, tras una primera parte insufrible, un grave fallo de los armeros facilitó el gol de Lucas Pérez que allanó el camino hacia el triunfo. En Mallorca el ridículo fue insoportable ante un rival que jugó prácticamente a su antojo pese a ser de los peores equipos de Primera. El inicio del derbi contra el Athletic fue una clase magistral de cómo no se debe defender, pero el marcador se mantuvo igualado y tras una segunda parte insoportable apareció Rodrigo Ely para lograr una diana salvadora. Del reciente duelo contra el Leganés, prácticamente más de lo mismo, adornado por la incapacidad de conservar una ventaja que ni se había buscado al verse zarandeado por otro rival con muy pocos argumentos.

El Alavés ha sido malo de solemnidad en esta serie, pero se ha aprovechado mucho de las debilidades de sus oponentes para sumar una buena cantidad de puntos que le ha situado a las puertas de la permanencia. Cabe preguntarse qué hubiese pasado de haber mostrado una versión mejor -ni siquiera en defensa el equipo ha estado sólido, aunque Pacheco ha salvado esa imagen- en estos encuentros, en los que un nivel más elevado podría haber conducido a cotas mayores. Pero eso entra en la ciencia ficción.