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1-0, minuto 4: Pedraza. Saque de falta desde el centro del campo que peina Sobrino hacia Munir, el madrileño cruza mucho su remate pero en la izquierda aparece Pedraza para golpear cruzado y meter el balón en la portería.
2-0, minuto 18: Munir. Balón que sirve Ibai desde el costado derecho y que pasa por todo el área hasta que machaca Munir en el segundo palo. 2-1, minuto 91+: Aspas. El gallego roba un balón en el centro, encara a Manu, se va de Torres, regatea a Ely en la frontal y desde allí saca un disparo ajustado al palo izquierdo que roza Pacheco pero no puede desviar.
Amonestó con cartulina amarilla a Radoja (minuto 21), Sobrino (minuto 48), Alexis (minuto 77), Jozabed (minuto 87) y Martin (minuto 89).
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Muy efectivo. El Alavés exhibió ayer durante la primera parte un sensacional juego sin balón que le sirvió para neutralizar el estilo del Celta y conseguir una ventaja muy jugosa de dos goles al descanso. A partir de ahí, el cuadro albiazul sufrió mucho más con las entradas de Sisto y Mor, no fueron capaces de sacar contragolpes limpios y, por fortuna, el gol de Aspas ya llegó demasiado tarde.
Vitoria - Parecía que iba a vivir el Deportivo Alavés una victoria plácida en una tarde desapacible en la que firmó todo un tratado futbolístico de la manera en la que hay que jugar sin balón durante una primera parte sublime en el cierre de espacios y la ejecución del contragolpe, pero ya sabe el seguidor de este equipo que no hay alegría sin sufrimiento. El Glorioso vio durante el segundo acto aparecer sus fantasmas recientes, los que le habían quitado ya éxitos que se rozaban con la yema de los dedos, y el tramo final del partido fue de nuevo de alta tensión. Por fortuna, la insistencia del Celta encontró premio ya demasiado tarde y ese gol en el descuento quedó olvidado apenas unos segundos después al constatarse definitivamente una victoria que propulsa a este equipo en su pelea por salvarse.
Tras el trastoque de piezas obligado que tuvo que hacer Abelardo en Barcelona, recuperó el técnico gijonés un once mucho más parecido a su base y en el que solo se echaba en falta al sancionado Duarte y a un Guidetti que ante su equipo de procedencia no podía jugar por contrato. Esos huecos los cubrieron Alexis y Sobrino, dentro de un equipo inicial al que regresaron pesos pesados del calibre de Martin, Ely, Pina, Manu García, Pedraza y Munir.
Arrancó dominando el balón el cuadro celeste, pero no llegó siquiera a calentarse cuando el Alavés aprovechó a la perfección una descoordinación defensiva mayúscula. En un saque de falta desde el centro del campo, Sobrino peinó hacia Munir, quien sacó un disparo muy desviado que se acabó convirtiendo en asistencia de gol a un Pedraza que estuvo muy atento para seguir la acción y remachar desde la izquierda a los cuatro minutos.
No se le podía pedir más al arranque del partido, aunque escasos segundos después pudo Aspas neutralizar la ventaja de no haber aparecido Ely para salvar casi bajo palos. Si en el inicio los de Unzué ya había dejado claro que querían apropiarse del esférico, tras el 1-0 esa tendencia se hizo aún más evidente.
Ante ese dominio posicional, un enorme trabajo de desgaste y sacrificio en la presión. Haciendo gala de unas piernas sensacionales, los albiazules cerraron cada hueco por el que el cuadro celeste trataba de filtrarse. Sin sufrir y haciendo sufrir. Porque cada vez que los vitorianos recuperaban el balón, el peligro era evidente. Reclamó Manu un penalti que todo el mundo olvidó segundos después en la continuación de esa misma jugada combinativa, que concluyó con Munir, que era el que había iniciado la acción, remachando el 2-0 en el segundo palo tras un servicio de Ibai Gómez desde la derecha que cruzó todo el área.
Un dominio absoluto de los tiempos y del ritmo del partido y una precisión milimétrica, digna de cirujano, para ejecutar a la perfección una primera parte redonda, aunque aún hubo de aparecer Pacheco al borde del descanso para evitar que Maxi Gómez recortase distancias. Una primera parte en la que se evidenció que la posesión del balón solo sirve para algo si con ella se puede infligir daño al rival. Y es que el esférico se pintó de celeste, pero el color del resultado fue albiazul.
Tras al receso, sabían los vigueses que no les quedaba otra que irse arriba con todo y así lo entendieron desde el primer segundo. Su desgracia fue el sensacional orden que se encontraron en frente, con un Alavés que siempre tenía un jugador en el sitio adecuado para solventar el peligro -actuación destacada en este sentido de Ely, providencial en varios cortes- a la espera de montar el contragolpe que fuese ya definitivo.
Poco después de que Sergi Gómez salvase una chilena de Alexis, Aspas apareció por vez primera en el balcón del área para servir a Sisto -su entrada le dio aire a los de Unzué- una asistencia que ya parecía gol, pero el extremo ajustó tanto el disparo que lo mandó fuera. Miedo en el cuerpo después de haber sufrido últimamente remontadas tremendamente dañinas. Las bandas del Celta hacían daño, se reclamaban penaltis en las dos áreas y los segundos corrían muy despacio. No marcaba el visitante, pero aún sufrió Mendizorroza un escalofrío con el gol en el descuento del genio Aspas, tardío ya para neutralizar la victoria alavesista.
El madrileño volvió a evidenciar que se encuentra en un estado de forma excepcional. Un mal remate suyo fue la asistencia en el gol de Pedraza, marcó de nuevo y generó mucho peligro.
Salió en el minuto 81 para apuntalar el centro del campo y tratar de aportar presión y recuperación y naufragó por completo en un tramo final en el que el colombiano sufrió muchísimo.
Ejecución perfecta. El Alavés cedió el balón al Celta para ahogar a su rival con una presión que rozó la perfección y que le sirvió para recuperar y salir hacia el ataque creando siempre mucho peligro. En apenas dos aproximaciones al área consiguió ponerse en clara ventaja ante las concesiones defensivas de los celestes.
Sufrmiento final. En la segunda parte el cuadro vitoriano decayó en el plano físico y, sobre todo tras las incorporaciones de Sisto y Mor, el cuadro celeste se volcó sobre el área de Pacheco. Los vigueses tuvieron buenas ocasiones, pero el gol, en el descuento, ya llegó muy tarde.