Vitoria - Todavía no ha acabado el mes de noviembre, la competición liguera justo atraviesa ahora su primer tercio y, tras el de hoy, aún quedarán por delante otros veinticinco partidos más, pero la sensación de final que tiene el derbi contra el Eibar es de una intensidad dramática para un Deportivo Alavés que se enfrenta prácticamente a un ganar o morir. La realidad dice que, aún en el caso de un nuevo tropiezo, el anunciado deceso no sería tal, pero es evidente que cada semana que se retrasa la reacción las opciones de permanencia se encarecen todavía más para este Glorioso al que se le presenta una nueva ocasión para la redención. El duelo vecinal es el clavo ardiendo al que hay que agarrarse a cualquier precio, ya que, de lo contrario, el objetivo de la salvación empezaría a tornar ya en una quimérica utopía para la que se requeriría algo más que tirar de la simple épica.
Para no tener que recurrir a la epopeya ya desde tan temprano, al Alavés no le queda otra que llevarse por delante a un rival directo que, además, es el que en estos momentos marca la línea de la salvación. Hace apenas una semana, antes del inicio de la última jornada, los albiazules acariciaban la posibilidad que entonces se ofrecía de desbancar a los armeros de su posición de privilegio. Siete días más tarde, una nociva derrota propia y una goleada del ahora rival mediante, el reto es volver a recuperar ese terreno que recientemente se perdió y que la tranquilidad vuelva a situarse a solo dos puntos, menos de un partido de distancia, por los cinco en que se encuentra en estos momentos.
Viene el equipo de Gianni De Biasi de protagonizar un esperpento impropio de un equipo profesional. Una puesta en escena en Getafe con la que se rompió con todo el devenir de este equipo a lo largo del curso. Perder entra dentro de las opciones posibles; no así semejante ridículo. Hasta entonces, había sido el alavesista un conjunto generalmente malo si en lo futbolístico hay que fijarse, pero siempre competitivo y batallador; el pasado sábado, alcanzó el patetismo con una actuación indecorosa. Es evidente que repetir las mismas formas resulta de todo inconcebible y lo que cabe esperar es que el desdichado episodio quede archivado como un simple accidente puntual.
El carácter competitivo es de obligada recuperación. Este Alavés que no anda sobrado de argumentos futbolísticos no puede permitirse perder virtudes como el orden, el compañerismo o el sacrificio. Poco va a conseguir desde la individualidad, así que toca primar lo colectivo. De lo contrario, un Eibar que se ha subido a la ola positiva tras aplastar al Betis recuperando, precisamente, el carácter guerrero del que siempre ha hecho gala se convertirá en una amenaza mortal. Y es que, el pasado lunes los armeros volvieron a recobrar la mejor versión de sí mismos tras unas cuantas semanas desnortados. Precisamente, la misma aspiración de El Glorioso en este duelo entre vecinos.
Habrá que esperar hasta una hora antes del partido para ver por dónde van las ideas del preparador italiano con respecto al once inicial y la idea de juego. De Biasi en primera persona se llevó un bofetón morrocotudo en la visita al Eibar con un equipo nulo en cuanto a mordiente y que apenas transmitió sensación de peligro. Una cuestión que no se consigue remediar y a la que, para colmo, se le añadió una endeblez defensiva indecorosa. La acumulación de jugadores atrás no sirvió para nada y la escasez de efectivos adelante volvió a ser alarmante. Quizá opte el preparador alavesista por un cambio drástico en sus planes en un día en el que solo vale ganar.