Vitoria - El holograma del Deportivo Alavés que estrenó el nuevo curso en Leganés ha conseguido cambiar la faz y las formas en el exiguo margen de una semana para volver a convertirse en un equipo completamente reconocible que recordó a lo que viene siendo este Glorioso durante las últimas temporadas. Cierto es que el margen para la mejora es enorme, sobre todo en una vertiente ofensiva en la que es evidente que faltan jugadores llamados a ser resolutivos, pero Luis Zubeldía consiguió ayer que su idea se plasmase sobre el campo de manera reconocible para hacer del Alavés un equipo digno de definirse como tal y no el esperpento sin pies ni cabeza que tan malas sensaciones dejó en Butarque. Dos derrotas y cero puntos, pero un cambio radical en las sensaciones y la evidencia que hay una base sobre la que asentar los cimientos del crecimiento.
El conjunto vitoriano cambió de sistema y varió un par de piezas y con esos cambios consiguió Zubeldía montar un equipo reconocible que durante prácticamente una hora puso en jaque al Barcelona. Seriedad defensiva, solidaridad en las ayudas al compañero y Pacheco fueron los tres puntos fuertes de un sistema de contención que obligó a los culés a buscar la portería desde la distancia. En la ofensiva, cuando se consiguió que el primer pase del contragolpe fuese preciso el peligro fue evidente sobre los dominios de un Ter Stegen que tuvo que aplicarse a fondo para evitar el gol local.
Falta arriba Aunque falló mucho con el balón, Tomás Pina se erigió como pieza fundamental para aportar equilibrio a un equipo que tuvo el orden que le faltó en Leganés, donde tácticamente fue un desastre. El de Ciudad Real es un mediocentro con enorme experiencia y su sola presencia supone un cambio muy importante, aunque es evidente que todavía tiene que trabajar en la puesta a punto para que las piernas le respondan para desarrollar el fútbol que tiene dentro de su cabeza.
El Alavés ayer ofreció un buen repertorio de aspectos positivos, pero también que existe un importante margen de mejora en otros aspectos. Clave es no cometer errores con el balón en zonas de compromiso, que ayer supusieron encajar dos goles. Pero más determinante aún es tener puntería en las llegadas, lo que ante el Barcelona lastró por completo las opciones de puntuar de los vitorianos.
Se trata de una cuestión a mejorar que viene arrastrada ya de la pasada campaña y para la que, de momento, no hay solución. El trabajo de Sergio Fernández en los días venideros será fundamental.