Vitoria - Los lamentos del Deportivo Alavés en buena parte de la primera vuelta vinieron marcados por los puntos que dejó escapar en los tramos finales de unos cuantos partidos. Entonces, comenzó a transmitir la sensación de que los encuentros se le hacían excesivamente largos y que en esos minutos postreros dejaba escapar ese premio por el que llevaba tanto tiempo peleando. De unas semanas a esta parte, esa tendencia ha variado de manera significativa y ayer El Glorioso se reafirmó como un equipo con capacidad para crecer según avanza el cronómetro para asestar zarpazos decisivos que valen puntos justo en los tramos finales.
Esta tendencia actual vivió sus primeros capítulos en la Copa con los dos goles prácticamente en el descuento de Ibai Gómez en Alcorcón o el histórico tanto de Edgar que dio la clasificación para la final ante el Celta. En la competición liguera, la serie se inició en la visita al Deportivo, tuvo su continuidad con la remontada frente al Valencia, se repitió en la media hora final en Granada en la que los albiazules merecieron puntuar y vivió ayer el que, por el momento, es su último capítulo con unos últimos minutos ante el Sevilla en los que los alavesistas consiguieron igualar el marcador y a punto estuvieron de darle la vuelta al mismo.
El de Mauricio Pellegrino fue ayer un equipo que fue creciendo con los minutos. Sufrió como nunca antes en Mendizorroza ante un Sevilla crecido, incansable en la presión y que aprovechó con milimétrica precisión un fallo local. Ya había advertido el preparador alavesista que era clave no cometer errores, tanto como tener acierto en las ocasiones que se generasen. Un fallo en el centro del campo propició el tanto de Ben Yedder -ejecutor también en el Sánchez Pizjuán de los dos tantos que le dieron la victoria a su equipo en la primera vuelta-, mientras que el desacierto en el remate en la segunda parte evitó la remontada, que era bien merecida.
Y es que El Glorioso protagonizó una actuación colosal tras el descanso, entroncando con lo que viene siendo costumbre en un Mendizorroza que no se puede quejar de lo que su equipo le ofrece. Presión, esfuerzo, llegadas, remates... Solo faltaba la puntería, siquiera para probar a un Sergio Rico que transmitía dudas. Fueron Óscar Romero y Aleksandar Katai, de nuevo decisivo killer, quienes dieron la vuelta de tuerca definitiva. Los albiazules avasallaron a los hispalenses, ya que no contentos con el empate siguieron buscando la victoria hasta el final.