Vitoria - El Deportivo Alavés lleva una semana tratando de digerir la dolorosa derrota sufrida en un derbi ante la Real Sociedad en el que el cuadro albiazul ni siquiera fue capaz de competir y en el escenario de la anhelada redención aparece como oponente el que, según la clasificación, es el rival más complicado actualmente en Primera División. Espacio para la doble lectura. Para enfrentarse al Real Madrid no se precisa de una motivación especial añadida porque el oponente ya hace que las pilas estén cargadas de antemano. Pero, en el otro lado de la balanza, la enorme dificultad que supone sacar un resultado positivo ante el equipo de Zinedine Zidane, con lo que un nuevo tropiezo supondría en la última trayectoria descendente del equipo de Mauricio Pellegrino, desinflado tras un gran arranque de curso. Precisamente, a esos duelos ante los grandes de Primera como Atlético y Barcelona se quiere retrotraer un Glorioso que esta tarde quiere convertirse en el protagonista de la tercera gran campanada de la temporada tras las protagonizadas en el Vicente Calderón y el Camp Nou. El Alavés se aferra a la fortaleza de Mendizorroza, donde no pierde desde el pasado 17 de enero, para dar un nuevo golpe sobre la mesa que le permita llevar a sus pulmones ese oxígeno que ha ido perdiendo con su serie de tres jornadas consecutivas sin ganar.

Es evidente que para una redención nadie elegiría al Real Madrid como enemigo, pero el calendario es el que es y eso no hay forma de cambiarlo. Por lo menos, desde el punto de vista de motivación el propio oponente deja todo el trabajo hecho de antemano. Seguro que esa actitud por muchos momentos laxa que se vio en Anoeta, con varios jugadores pululando por el césped tristemente, no se repite esta tarde. Mendizorroza puede permitir muchas cosas, pero no la relajación. Lo mismo que un rival que castiga hasta el más mínimo error con una capacidad goleadora devastadora.

El primero paso para poder optar a puntuar pasa por recuperar las señas de identidad que la semana pasada se perdieron en algún punto del viaje entre Vitoria y Donostia. El Alavés que saltó al césped de Anoeta en nada se pareció a su versión habitual en comparecencias precedentes del curso. Sin intensidad, sin orden, sin sensación de solidez... La nada más absoluta que condujo a un desastre que no se puede volver a repetir.

El equipo de Pellegrino tiene que recobrar esas buenas sensaciones olvidadas en el último derbi. Ante el Real Madrid, repetir semejantes errores resultaría mortal. Para puntuar, hay que rozar la perfección. Y eso pasa por hacerse fuerte en defensa para cerrar los espacios a todo un especialista a la carrera y tratar de sacar el máximo rendimiento de las ocasiones que conceda un equipo como el de Zidane que aún está lejos de ser sólido en defensa.

ni un solo error Más allá de la configuración del sistema y de los nombres que Pellegrino elija -la opción de los tres centrales vuelve a estar sobre la mesa-, lo importante es no errar en una serie de puntos muy concretos. Por ejemplo, que el Madrid no sorprenda a las espaldas de la zaga con su velocidad. O no permitir que Kroos saque el pase sin sentirse incomodado. O dificultar las arrancadas de Ronaldo y Bale. O no desaprovechar alguna de las ocasiones que se presenten después de unas últimas jornadas en las que se han marrado acciones bastante ventajosas. Fácil de decir, pero prácticamente imposible de hacer por mucho que el equipo blanco todavía esté lejos de su mejor versión y haya sufrido ya unos cuantos traspiés inesperados por la mezcla de fragilidad defensiva y sorprendente falta de pegada. El problema es que la bestia puede despertar en cualquier momento y arrasar con lo que encuentre por delante, precisamente lo que el Alavés quiere evitar.

Por mucho que se diga que el equipo de Zidane no se encuentra en su mejor momento, la dificultad de la empresa es gigantesca. Un equipo que es capaz de sacar un gol de la nada supone una enorme amenaza. Y se habla mucho de su sequía, sobre todo de la de Cristiano Ronaldo, pero eso puede cambiar en apenas un segundo. El Glorioso aspira a mantener ese particular apagón de la figura blanca, pero no se trata de la única estrella que requiere los cinco sentidos. La perfección se tiene que rozar esta tarde para conseguir llegar a la redención.