Vitoria - Para quienes comparten vestuario con él a diario resulta muy difícil encontrar la otra cara de Alberto, esa misma que, se supone, suele esconder la parte menos agradable del personaje. En el caso del técnico del Alavés, sin embargo, las caras de la moneda son simétricas. Da igual que se gane, empate o pierda que el verbo y el mensaje, salvo rarísima vez, apenas se altera. Desde que asumió las riendas del equipo a finales de la pasada temporada esta tónica ha sido una constante y lo de ayer, tras ganar al Leganés, es una muesca más de su aparente naturalidad. “Hoy podríamos haber empatado de no haber tenido estos aciertos, de modo que no sé si el triunfo me quita un peso de encima -los malos resultados habían empezado a poner al irundarra en la picota-, pero sí que el mensaje de seguir creyendo nos viene bien. Es una muy buena victoria”, valoró el técnico en sala de prensa, donde se pasó de modesto al valorar con exceso a su rival de ayer -“(...) es un equipo sin complejos aunque fuera no esté sacando lo que merece que nos ha obligado a desarrollar un partido tremendamente igualado”- y advirtió implícitamente la falta de personalidad de algunos de sus jugadores cuando más complicadas están las cosas en un partido. Ese tipo de situaciones de máxima tensión donde no aparece el dueño de la pelota. “Hay fases donde el balón empieza a quemar y ves cosas en algunos jugadores que en el día a día no ves. El hecho de ganar hace que jugadores que hayan perdido esta confianza vuelvan a recuperarla, pero las sensaciones son buenas con independencia de los partidos”, abundó.

También tuvo palabras de elogio para los debutantes Manu Lanza y Jarosick, el único jugador de la plantilla que no había debutado hasta ayer. “Lanza nos ha dado juego por dentro y nos ha dado cosas. Es pronto para analizarle a fondo”.