Vitoria - El Deportivo Alavés sufrió ayer de manera cruenta las peculiaridades de un fútbol que si por algo se caracteriza de manera demasiado habitual es por su injusticia. Le había beneficiado al conjunto vitoriano en algunos encuentros a domicilio la fortuna con un acierto sobresaliente y unos errores incomprensibles de sus rivales, pero ayer en El Molinón fue todo lo contrario. El cuadro albiazul firmó una primera parte memorable, situando a todo un Sporting en constante posición de jaque desde el primer segundo, pero su falta de acierto a la hora de definir una vez que se alcanzó el área chocó con la efectividad infinita de otras tardes. Llegó, llegó y llegó el equipo de Mandiá. Pero no concretó. Y tras no ser capaz de aplastar a base de velocidad y preciosismo a su oponente, el cuadro gijonés fue capaz de levantarse y aprovechar un error defensivo de los vitorianos, que se quedaron sin gasolina en las piernas para reaccionar al gol encajado en el arranque del segundo acto y, por primera vez este año, regresaron a casa con una derrota. Inmerecida, pero fruto de la incapacidad para definir, de los habituales fallos de concentración y de la falta de fuerzas para reaccionar.

Con Lázaro por Beobide en el centro del campo y Guzmán y Stevanovic abiertos a las bandas -Mora fue la otra novedad en el eje de la zaga-, el Alavés saltó al césped con la revoluciones a mil y durante los primeros minutos avasalló a un Sporting que se veía incapaz de sobreponerse al vendaval futbolístico dispuesto por unos albiazules que marchaban al galope, sobre todo volcados en su poderosa banda derecha y con las apariciones de un Viguera magistral en el malabarismo con el balón. Sensacional trabajo de los mediocentros en la recuperación y velocidad y profundidad de los hombres de vanguardia para echar muchos metros hacia atrás a un cuadro asturiano que se vio superado por el furibundo arranque de un visitante que controló el juego a su antojo hasta que empezó a embarullarse en la salida de balón desde atrás.

El problema viene siendo recurrente y fue el que propició una cierta caída en la intensidad del juego vitoriano. Varias pérdidas seguidas propiciaron que un Sporting hasta entonces inédito disfrutase de unas cuantas buenas ocasiones -la mejor, un cabezazo de Scepovic al larguero-, pero los de Mandiá, retomado ya el oxígeno y fenomenales cerrando los espacios interiores con Samuel y Mora, dieron un nuevo arreón a su impulso y se fueron de nuevo a la carga comandados por un impetuoso Medina. Minutos exquisitos los que protagonizó el Alavés en una primera parte en la que durante muchos minutos tuvo a su merced a un Sporting incapaz de soportar semejante despliegue de excelencia futbolera.

Le faltó en esa primera parte al cuadro albiazul sacar un poco más de partido a su control del duelo y a su repetida presencia en zonas de peligro, aunque también pudo pagar bien caro alguno de sus graves errores en la salida de balón. Y, por si faltaba algo, bronca arbitral justo antes del descanso al decidir Montero Munuera que el Sporting no debía sacar de esquina cuando pasaban apenas cinco segundos del 45. Con el recuerdo reciente de los últimos acontecimientos en contra de los intereses de su equipo, la grada de El Molinón se incendió.

Varió el discurso en el arranque del segundo acto con un cuadro gijonés que, por fin, pudo hacerse con el control del esférico, tratando así de domar a un Glorioso que se había asemejado a un caballo desbocado. Con las fuerzas mermadas y menos chispa, fueron las apariciones magistrales de Viguera las que focalizaron el peligro. Desgraciadamente, el cambio en la tendencia se hacía real en un saque de banda, cuando tras un primer despeje Nano no estuvo atento para tirar el fuera de juego y Carmona cazó un pase de Lora para superar a Goitia en el minuto 57.

Pese al mazazo, ni mucho menos se achicó un Alavés que pegó dos palos casi consecutivos en disparos lejanos de Guzmán y Manu García. Eso sí, poco después fue el silbato del colegiado el que evitó la sentencia al anular un gol de Bernardo en saque de esquina antes de que Goitia sacase un mano a mano a Scepovic. Quemó Mandiá las naves con Quiroga, Serrano y Raúl García, pero el oxígeno en piernas y cerebros ya estaba agotado y el cuadro albiazul ni siquiera disfrutó de opciones de empatar antes de que, ya en el descuento, Jara sentenciase el triunfo.

Faltó fortuna. El Deportivo Alavés jugó una primera parte primorosa en la que, salvo fallos puntuales, pasó completamente por encima del Sporting con velocidad, profundidad por las bandas y un gran trabajo de recuperación. Un fallo defensivo a la hora de tirar el fuera de juego propició que el Sporting se pusiera por delante y al final al conjunto vitoriano, pese a quemar sus naves, le faltó fuelle.

El vitoriano fue amo y señor en el centro del campo de El Molinón siendo capaz de cortar el juego del Sporting, sacando el balón con peligro y con un disparo tremendo al palo.

Que Raúl García no sea titular es difícil de entender. Nano va un paso por detrás casi siempre y a otro ritmo que sus compañeros. No tiró la línea de fuera de juego en el gol del Sporting.

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