Vitoria. No hubo reparo en la derrota de ayer en Mendizorroza. El tremendo desgaste físico al que el filial azulgrana sometió al Alavés ayudó a minimizar el impacto del segundo palo que el conjunto albiazul sufre en apenas tres días, lo que hubiera activado las primeras señales de alarma, sobre todo en la zona noble de Mendi. El resultado ante el Barça B se redujo a una cuestión de calidad y talento. Una forma de entender el fútbol distinta para una división tan rocosa como la Segunda. Pero en Can Barça se funciona así. Siempre. Y eso lo sabía de antemano Natxo González, que ayer reconoció haber tardado medio tiempo en descifrar las coordenadas para meterle mano al filial: "En la segunda mitad hemos entendido el tipo de fútbol que teníamos que hacer y han estado contra las cuerdas, pero hoy (por ayer) no ha habido premio", sostuvo el vitoriano con semblante serio. Cuestionado por una posible falta de concentración ante el manejo de los tiempos, sobre todo tras el primer gol de Viguera en el minuto 16, abundó González en la misma cuestión técnica. "La diferencia está en el talento y la velocidad; ellos necesitan un toque para dar continuidad al juego y nosotros tres". Así y todo, se mostró satisfecho por el rendimiento global de su equipo, que arrinconó al filial en los últimos minutos, pero al que quizá le falto algo de "frescura" en las transiciones de defensa a ataque. Y eludió también cualquier excusa vinculada al desgaste físico del miércoles en Copa, donde el equipo disputó 120 minutos. "Ha habido jugadores que no han estado a su altura y eso me ha sorprendido", zanjó. Por su parte, su colega Sacristán justificó el triunfo de sus pupilos en tres claves: "Más profundidad, determinación y decisión cara a gol".