Vitoria. Toda revolución implica un riesgo muy elevado para sus protagonistas y puede que la falta de precisión en este cálculo sea el origen de una de las principales losas que está asfixiando el rendimiento del Deportivo Alavés en la presente temporada. Porque tras consumarse hace unos meses el fatídico descenso a Segunda B la entidad del Paseo de Cervantes decidió emprender un camino sin retorno hacia un absoluto cambio de fisonomía. De esta manera, optó por eliminar cualquier resto del pasado más reciente -recurriendo incluso a la táctica militar de la tierra quemada siempre que fuera necesario- y afrontar una reconstrucción completa del equipo. Buscaba con ello dotar del imprescindible aire fresco al proyecto que estaba destinado a asumir la responsabilidad de tener que pelear por la supervivencia de la institución. Esperaba así erradicar viejos vicios y recuperar virtudes propias de los grupos ambiciosos y unidos en pos de la consecución de un objetivo. Sin embargo, pareció desechar de su análisis las posibilidades de que algunas de sus apuestas se torcieran y el camino se tornase pedregoso. El paso del tiempo ha servido para confirmar lo arriesgado de esta circunstancia y en estos momentos se apunta al mercado de invierno como la última oportunidad de enderezar el rumbo de una nave a la deriva. Se buscan remiendos que permitan adecentar un traje mal cosido desde el inicio y en el que, desgraciadamente, se atisban muchos rotos.

Elección de responsables: Inexperiencia y escaso conocimiento de la zona

Desde el arranque mismo de esta aventura, quedó claro que el riesgo sería un compañero de viaje inseparable. Así se puso de manifiesto cuando Fernando Ortiz de Zárate anunció a los nuevos responsables del proyecto, José María Cidoncha en la secretaría técnica y Javier Pereira al frente del banquillo. El primero, todavía con contrato en vigor como futbolista profesional antes de recibir la oferta del Deportivo Alavés para pasarse a los despachos y el segundo con un escaso bagaje como primer entrenador en conjuntos de Tercera División y su cargo de ayudante de Juan Ignacio Martínez en Salamanca y Albacete como nota más destacada de su currículo. Ambos, por lo tanto, con una innegable inexperiencia como principal lastre. A eso, se le añadía el hecho de no haber tenido excesivo contacto con el grupo norte de la Segunda División B, por lo que su conocimiento de las peculiaridades inherentes a este fútbol resultaba más bien escaso. Pese a todo ello, la directiva depositó en ellos toda su confianza y les concedió libertad absoluta para confeccionar una plantilla a su gusto partiendo desde cero.

Coyuntura económica: Las deudas condicionan la capacidad de movimiento

De esta manera, Cidoncha y Pereira apostaron fuerte y salvo los casos de Igor Martínez, Jonathan Reguero y Raúl Llorente confeccionaron un equipo totalmente nuevo para el que, fundamentalmente, recurrieron a jugadores con los que habían coincidido en sus recientes destinos. Así, el vestuario albiazul se pobló de jugadores con pasado en el grupo IV de Segunda B. Pese a que desde el club se les concedió plena libertad, los responsables técnicos del equipo sí contaron, sin embargo, con un destacado condicionante. Y es que la gravísima situación económica de la entidad y la fiscalización que supone la Ley Concursal coartaron de manera importante la capacidad de movimiento del Alavés en los despachos. En consecuencia, fueron no pocos los futbolistas que terminaron declinando las ofertas albiazules para recalar en otros destinos en los que su cotización estuviera más reconocida. Fue lo que sucedió, sin ir más lejos, con uno de los que ahora se ha convertido en refuerzo de invierno. Joseba Arriaga era uno de los claros objetivos del Glorioso para su vanguardia pero, al recibir la llamada del Cádiz, el vizcaíno apostó por un conjunto de Segunda División aunque, meses después, ha terminado recalando en Vitoria en calidad de cedido. En definitiva -y como sucede casi siempre por otra parte-, la plantilla confeccionada finalmente el 1 de septiembre tenía bastantes diferencias respecto a la ideal que figuraba en los planes de Cidoncha y Pereira.

Jugadores: Falta de acoplamiento y enormes decepciones

Pese a ese abismo entre lo deseado y lo posible, lo cierto es que, cuando arrancó la competición, la plantilla del Deportivo Alavés parecía contar con nivel más que suficiente para hacerse acreedora al objetivo del ascenso. Existía una falta de acoplamiento evidente y lógica considerando que se estaba procediendo a la creación de un equipo absolutamente nuevo pero existía la convicción generalizada de que el paso del tiempo sólo podía contribuir a mejorar la situación. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Como si de una botella de mal champán se tratara, El Glorioso ha ido perdiendo fuerza con el paso de las semanas hasta alcanzar su preocupante situación actual. En ello, han tenido bastante que ver varios factores. Para empezar, el entrenador no ha sabido encontrar la fórmula ideal -ni en cuanto al estilo, ni el esquema ni los hombres elegidos- que ofrezca una mínima continuidad de resultados por lo que, semana tras semana, se han ido produciendo bandazos de un extremo a otro. Y, fundamentalmente, un buen número de jugadores -entre los que se encuentran los que estaban llamados a ser las principales referencias del equipo- han ofrecido un rendimiento muy por debajo del mínimo exigible. En este sentido, quizás sólo Castells, Igor Cuesta y Pagola podrían pasar del aprobado entre las incorporaciones del pasado verano. Otros nombres propios como Dani Bouzas, Geni, Fran Moreno o Ruano se han convertido en enormes decepciones que han terminado por rebosar la paciencia de los aficionados. El resto ha vivido instalado permanentemente en la mediocridad y varios hombres -casos de Neru, Eneko o Vicente, por ejemplo- han sido marcados con una equis sin haber dispuesto apenas de oportunidades para demostrar su potencial.

Última oportunidad: No se puede fallar con los dos nuevos centrocampistas

Con este panorama, parece claro que la última bala que resta en la recámara albiazul es la posibilidad que le ofrece hasta el próximo día 31 el mercado de invierno. Tras constatar que el principal agujero del equipo se halla sin duda en el centro del campo, el club ha tomado la decisión de aprovechar esta opción para incorporar a dos nuevos centrocampistas que puedan aportar el salto de calidad del que hasta ahora ha adolecido el combinado de Javier Pereira. Pues bien, es precisamente en la elección de esas dos piezas donde los responsables del club no pueden fallar bajo ningún concepto si no desean despedirse prematuramente de cualquier mínima opción de éxito.