Síguenos en redes sociales:

El gran laboratorio del campo de Álava

El Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario (Neiker), clave para la competitividad del sector agroalimentario del territorio, abre las puertas de sus instalaciones de Arkaute

El gran laboratorio del campo de Álava

En Arkaute, a apenas seis kilómetros del centro urbano de Gasteiz, se ubica el gran laboratorio del sector agroalimentario del territorio, unas instalaciones a la vanguardia y en permanente evolución para adaptarse a cada contexto histórico.

Y, lo que mucha gente desconoce, que echaron sus raíces en este lugar nada menos que en 1851. 

“Nuestro objetivo es ayudar al sector para que sea más competitivo y resiliente en el futuro"

Olatz Unamunzaga . Directora general de Neiker

Obviamente, el Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario(Neiker) poco tiene que ver ahora con aquella primigenia Granja Modelo de Agricultura que la Diputación Foral de Álava puso en marcha hace ya más de un siglo y medio, aunque ambos proyectos sí que comparten la aspiración de desarrollar sistemas innovadores para el campo y trasladar posteriormente ese conocimiento al terreno. 

“Nuestro objetivo es ayudar al sector para que sea más competitivo y resiliente en el futuro. ¿Y qué hacemos? Una investigación muy aplicada, que responda a sus principales necesidades, y la posterior transferencia”, resume en conversación con este periódico Olatz Unamunzaga, nueva directora general de la entidad.

Un día en Arkaute

Aprovechando su reciente nombramiento, Neiker ha abierto a NOTICIAS DE ÁLAVA las puertas de sus instalaciones de Arkaute, que junto a las que gestiona en la localidad vizcaína de Derio conforman su particular ecosistema de trabajo.

Son cinco los departamentos técnicos en los que se divide la actividad del Instituto, aunque esa separación sea cada vez más complicada de definir ante amenazas tan transversales como el cambio climático: producción y protección vegetal, la línea más puntera de todas las que se desarrollan en Álava; producción animal –igualmente centralizada en Arkaute–; sanidad animal; conservación de recursos naturales y ciencias forestales, que cuenta también con laboratorio en Arkaute.

A día de hoy, 203 personas trabajan para Neiker, prácticamente a partes iguales en sus dos sedes. La mayoría, un 57%, son mujeres. Se trata, por otra parte, de un equipo “altamente cualificado”, integrado por un 35% de doctores, y que anualmente mueve alrededor de 150 proyectos de todo tipo.

Por un lado, aquéllos que se presentan a convocatorias abiertas y logran financiación publica y, por otro, los que se llevan a cabo bajo contrato, cuando el sector o alguna de sus empresas auxiliares contactan con el Instituto para validar una tecnología determinada. 

Rebaño experimental de oveja latxa en Arkaute.

Una situación “única”

Unamunzaga subraya que Neiker se encuentra en una posición “única” en lo que respecta a la primera de esas dos modalidades. “Nunca hemos estado en una situación tan buena en cuanto a la participación en proyectos europeos que son súpercompetitivos. Lo que refleja esto es que tenemos una capacidad muy importante de captar recursos, y también que tenemos unos investigadores muy buenos”, apunta orgullosa la directora. 

La visita por las instalaciones de Arkaute arranca en un laboratorio de cultivo in vitro en el que Neiker trabaja exclusivamente con la patata. La analista Isi Gutiérrez ejerce de anfitriona y detalla las características de los dos principales proyectos en los que la entidad trabaja en este espacio. 

Isi Gutiérrez, en su espacio de trabajo.

El primero, una de las principales joyas de la corona del Instituto, es un banco de germoplasma que guarda más de 500 variedades diferentes del tubérculo en semilla y constituye el almacén de referencia de este cultivo a nivel estatal.

La colección contiene cultivares primitivos, como una variedad cuyo origen se sitúa en el siglo XVIII, variedades locales en peligro de extinción y otras especies obtenidas mediante complejos procesos en el propio centro de Arkaute, como las variedades Edurne o Beltza.

Al margen de esta actividad destinada al mantenimiento de todas esas especies, Neiker trabaja también como segunda actividad en la producción de “mini tubérculos”, una suerte de “patata base” para su posterior siembra. 

Ainara y Sebastián trabajan en un invernadero con unos minúsculos brotes de patata.

Muy cerca, en un invernadero anexo, Ainara y Sebastián, estudiantes en prácticas, realizan el meticuloso trabajo de mover unos minúsculos brotes de patata a unas bandejas de alveolos como paso previo a su traslado a unas bancadas de mayor tamaño donde podrán seguir desarrollándose hasta alcanzar su crecimiento óptimo.

A partir de ahí, los agricultores podrán disfrutar de un producto en condiciones y con una perfecta salud. En definitiva, mucho más resistente gracias a la mejora genética.  

Un invernadero de aeroponía –sin tierra y sin luz– para la producción de patata de siembra o el rebaño experimental de oveja latxa que también gestiona Neiker son, probablemente, los dos emblemas fundamentales de las instalaciones de Arkaute.  

Una raza más competitiva

Los animales, que pastan tranquilamente en una campa cercana a los edificios y los invernaderos diseminados por el espacio, forman parte del capital investigador del Instituto desde hace mucho tiempo, y están permitiendo ayudar a que la oveja latxa mejore y tenga poco a poco características que sean de mayor interés para los ganaderos, fundamentalmente productores de Idiazabal. 

Entre otras cosas, Neiker mejora genéticamente la raza para hacerla más competitiva, con características de interés para los profesionales del campo como una mayor longevidad y más resistencia a las infecciones mamarias o a los parásitos.

Los profesionales del área de producción animal estudian y diseñan también dietas más eficientes que ayuden a emitir a las ovejas menos metano a la atmósfera, y analizan la implementación de sistemas extensivos con éxito, frente a los intensivos que caracterizan a otras razas, a través del pastoreo rotacional.

Laboratorio de ciencias forestales.

Ciencias forestales

La última parada del día es en el laboratorio gestionado en Arkaute por el área de ciencias forestales, que trabaja fundamentalmente en el cultivo in vitro para su conservación y mejora de especies de coníferas como el pino radiata –fundamentalmente– o la secuoya.

“Abarcamos todo el proceso y hacemos también mucha investigación básica con este material para tratar de generar pinos que puedan tolerar mejorar las condiciones de cambio climático actuales o las que vengan y las enfermedades que se van a ver agravadas por estas condiciones”, expone la investigadora Itziar Montalbán. 

Ander Castander, con variedades de vid.

Muy cerca, el técnico Ander Castander trabaja en el desarrollo de un protocolo que, basado en el conocimiento adquirido durante tantos años por Neiker con el pino, sirva para preparar mejor a determinadas variedades de vid a tolerar las enfermedades fúngicas que acostumbran a golpearlas. “Ya más o menos lo tenemos a punto”, avanza Castander. 

De forma más interna, Neiker se marca como uno de sus principales retos a corto-medio plazo darle un “impulso” importante más a todo lo que tiene que ver con la traslación de sus investigaciones al campo, mediante la elaboración de un Plan de Transferencia “potente, para los próximos años” –en el que la entidad ya trabaja–, y que según Olatz Unamunzaga conllevará más “ensayos de experimentación” e “investigación participativa”, de la mano del propio sector. 

“Es hacia donde va la investigación y hacia lo que nos marcan Europa y todas las políticas. Tenemos un compromiso muy importante en que nuestra investigación sea aplicada”, remarca de nuevo la máxima responsable del Instituto.