Son una rara avis, una cooperativa de científicos. i+Med acaba de inaugurar Gure Etxea, su nueva sede en el Parque Tecnológico de Álava que alberga el Instituto Internacional Biomédico de Nanohidrogeles Inteligentes. Y ya piensan en el futuro.

“Lo que nos permite el Instituto es ser más ágiles con la parte de la I+D, que pueda captar financiación para algunos proyectos”

“Cuando proyectamos esta sede era más o menos 2019-20. Todo lo que hemos ido creciendo después es lo que vamos a tener que estar fabricando en 2028-30. No es un brindis al sol”. Manu Muñoz y Raúl Pérez iniciaron en el vivero de empresas de la UPV-EHU la andadura de la alavesa i+Med en 2013, doce años en los que su especialización en nanohidrogeles inteligentes les ha llevado a liderar una cooperativa puntera en el ámbito de la biociencia con 180 trabajadores, la mayoría de alta cualificación, que prepara ya la apertura de una delegación en Madrid y un nuevo salto con una ampliación de su sede para 2030 que supondrá una inversión de 100 millones de euros y crear otros 500 empleos.

Estrenan esta sede, ¿qué supone este hito para i+Med? 

–En primer lugar, supone tener nuestros propios laboratorios. Los primeros tres años estuvimos en el Centro de Investigación Lascaray, que depende de la Facultad de Farmacia; luego estuvimos en el BIC Araba desde el 2016 hasta finales de 2024. Por de pronto supone que la cooperativa se dota de unas instalaciones propias y diseñadas ad hoc para nuestros desarrollos. Ya es un gran salto. Por otro lado, la parte productiva; desde el punto de vista ya tanto más manufacturero como de I+D al final necesitamos espacio, necesitamos equipamiento y con estas instalaciones lo hemos cubierto. Y luego también es muy importante la imagen que trasladamos, tienes tus instalaciones, estamos ya en un ranking de vanguardia tecnológica a gran altura y el que viene pues ya no te cuestiona. 

El lunes comenzaba su intervención en la inauguración de esta sede recordando que una de las preguntas que más les hacen es si imaginaban cuando empezaron esta andadura que llegarían hasta aquí. Usted hablaba del optimismo, pero este recorrido resulta impresionante incluso siendo optimista.

No voy a decir que lo visualizamos, pero la realidad sí que partíamos de un proyecto muy optimista desde esa perspectiva más tecnológica o científica. Al final, cuando te metes en un desarrollo técnico, en este caso un desarrollo farmacéutico, un desarrollo medical device, hablamos siempre de 30, 40, 50 meses. Dices, vale, si soy capaz de sacar este producto al mercado en cuatro o cinco años y cada año abro dos o tres desarrollos, al cabo de diez años voy a tener que tener capacidad suficiente desde el punto de vista de equipamiento y de instalaciones, pero también desde el punto de vista de personal, para dar soporte a toda esa tecnología. Nos pasó en el BIC Araba, que cada año necesitábamos el pabellón de al lado. Al final, como decíamos nosotros, medio BIC o más estaba ocupado por la gente de i+Med. Igualmente ahora sabemos que en unos años se nos va a quedar pequeño, porque todo lo que estamos generando ahora tiene que salir al mercado. Lo visualizas desde el punto de vista de la relación de lo que estás haciendo, siempre pensando que todo va a salir bien. 

También se han encontrado con dificultades...

Nadie es profeta en su tierra. Nos ha costado vender el proyecto en el entorno como un concepto del potencial que tiene. Nosotros utilizamos diferentes branding el made in Basque Country, el made in Spain, el made in Europe y no siempre el más cercano es el que más convence. Las instituciones muchas veces están pensando en las grandes corporaciones; los bancos cuando estás hablando del sector biotecnológico si es una banca tradicional huye por el riesgo; cuando estamos hablando de tramitar con la administración estamos hablando de tiempos muy largos, no puedes estar esperando licencias, tramitaciones, meses y meses cuando hoy en día con sistemas digitales en una semana todo eso tendría que estar revisado. Nosotros no vivimos del entorno, el porcentaje de negocio que hacemos en el área de lo que pueda ser Euskadi es insignificante, entonces tenemos esa libertad también para hablar. Estamos todo el día moviéndonos por el mundo y vemos lo que nos ofrecen en Dubái, en Francia o cómo está el mercado en Estados Unidos. Porque una cosa es que nos quedemos en el titular de si me gusta o no el presidente y otra cosa es el negocio y cómo va la sociedad. Hay falsas creencias que luego en la realidad del negocio no existen. Muchas veces estamos pensando en traer plantas o proyectos de fuera y nos olvidamos de una cooperativa de gente que ha salido de la universidad, de gente de casa, no les mimamos igual como hay que hacerlo.

Sus productos están presentes en 42 países, su actividad está muy internacionalizada, ¿cómo se orienta?

–Tenemos dos áreas de negocio muy diferenciadas. Por un lado, está la venta de tecnología a otras compañías, con un modelo muy de ingeniería biomédica; esa parte a día de hoy puede ser el 50% del negocio. El otro 50% es venta de producto final, la parte de cosmética con Sibari, la parte de i+Med con los productos farma. En producto farma estaríamos hablando el 80% es exportación. En la parte tecnológica estaríamos al revés prácticamente, el 80-20, trabajamos con mucha empresa española y ahora tenemos dos proyectos europeos y un proyecto americano. 

“Si un fondo nos hubiera hecho Gure Etxea en el minuto uno, estaríamos trabajando para los dictámenes de ese fondo”

i+Med empezó con dos personas pero ahora trabajan aquí 180, la mayoría con perfiles de alta cualificación. ¿Cuesta encontrar talento?

–Desde el punto de vista tecnológico, para trabajar en I+D, en producción o en lo que puede ser analítica, tenemos la suerte de contar con la Facultad de Farmacia, en Bilbao tenemos Químicas, en Donostia Ingeniería Química, en Mondragón Ingeniería Biomédica... Hay alrededor diferentes universidades donde podemos captar o centros de formación profesional donde nos pueden aportar esa cualificación. Desde el punto de vista técnico cualificado, creemos que no va a ser un problema a corto ni a medio plazo porque hay centros especializados y las condiciones cada vez son mejores. Donde estamos viendo limitaciones es en departamentos concretos como puede ser el tema de regulación, el tema de marketing comercial, donde tienes que sumar especializaciones en áreas de ciencias de la vida con temas ya más concretos como los nuevos requerimientos europeos para la venta de productos sanitarios y farmacéuticos. En esa parte sí que estamos viendo que tenemos que formar. Ahora precisamente, vamos a abrir una delegación en Madrid en los próximos meses un poco también para ampliar la búsqueda de personal

Una delegación en Madrid, ya están preparando una ampliación de esta sede para 2030... Apenas han inaugurado esta sede y ya están proyectando seguir creciendo.

–Sí. Al final, cuando tú empiezas un proyecto estás visualizándolo dentro de cinco años. Cuando proyectamos esta sede era más o menos 2019-20. Todo lo que hemos ido creciendo después es lo que vamos a tener que estar fabricando en 2028-30. No es un brindis al sol, ya estamos pensando en las líneas y estamos visualizando qué máquinas tienen que ir en los espacios. No es algo que se salga de lo normal, lo que se sale de lo normal es que la estrategia la marque una cooperativa de científicos.

25

Inauguración de la sede de i+Med en el Parque Tecnológico de Álava

Antes de entrar en el tema cooperativo, respecto a esa ampliación proyectada para 2030, ¿en qué consistirá esa academia que prevé?

–La academia no como unidad de negocio, sino como unidad formativa. Nosotros ahora por ejemplo tenemos un aula de empresa en la facultad de farmacia, hay gente que está haciendo el doctorado, tenemos colaboraciones con otras universidades; entonces esa parte la consideramos importante, pero desde el punto de vista de cantera. Puede haber una persona que ha acabado el grado de Farmacia o de Ingeniería Química, pero al final si estás trabajando en un proyecto de hidrogeles o nanohidrogeles, hace falta terminar esa especie de máster. La academia va más con la orientación de formar, de cantera. O la gente que estamos preparando en regulatorio; ahora hay 16 personas, pero en un futuro no muy lejano estarán el doble, porque cada vez estamos en más países, hay que introducir producto en diferentes mercados. Necesitamos formar a esa gente, pero como cantera para la propia cooperativa. Y lo que sí va a tener esta ampliación es la parte importante del Instituto –Internacional Biomédico de Nanohidrogeles Inteligentes–. Este año le estamos dando ya forma para ser un motor de lo que va a ser todo el concepto que definimos bajo el paraguas del Bosque de la Ciencia.

i+Med ahora trabaja sobre 50 proyectos. ¿En qué líneas?

Lo separamos en dos partes. La parte desde el punto de vista del negocio más enfocado a lo que es el Instituto, es decir, nuevos desarrollos donde ya buscamos cofinanciación. Esa parte es también una innovación dentro del sector: proyectos que ya necesitan un mayor volumen de inversión, pues buscamos un partner financiero para que nos acompañe en el proyecto. Entonces, el proyecto es copropiedad entre i+Med e inversores, pero siempre lo capitanea i+Med. Esa parte nos está permitiendo atacar proyectos de una envergadura más importante que también, cuando salgan a la calle, tendrán más repercusión y más potencial. Y dentro de esos 50 proyectos, la mayoría de ellos siempre van orientados con el tema de hidrogeles, nanohidrogeles, liberación controlada. Es nuestro expertise. Y van muy enfocados con el área de traumatología, oftalmología, estética... Nos adentramos también ahora en el mundo digestivo. Y luego, nuestro gran proyecto es en el área de la bioelectrónica. Llevamos trabajando en un proyecto desde 2018, un proyecto horizonte pues prácticamente 2028, que es la suma del conocimiento que tenemos con la parte más química y más farmacológica con la parte electrónica. Estamos buscando sistemas de dosificación farmacéutica mediante sensórica e inteligencia artificial. Hablamos de dosificación monitorizada, que viene a ser que dispositivos integrados en tu cuerpo o herida puedan captar información de tu cuerpo y mediante hidrogeles que tú tengas en tu cuerpo cargados con un fármaco, pues el sistema emita y reciba señales para dosificar.

¿Qué es un nanohidrogel inteligente?

“Te imaginas una gota de gel y dentro de la gota, una red de naranjas. Nosotros lo cargamos de moléculas o sustancias. Cuando decimos que es inteligente es porque esa red de naranjas está creada para que haga estímulo frente a cambios de temperatura o cambios de pH o por erosión. Entonces, si es por un cambio de temperatura, pues esa malla se abre y permite liberar lo que tiene dentro. Eso a día de hoy lo controlamos, es donde tenemos nuestras primeras patentes y donde más fuertes somos. Ahora lo que estamos trabajando es, mediante sensores decimos ¿cómo está tu cuerpo? Ese sensor emite una señal que un monitor interpreta y emite otra señal a ese mismo sensor que está en tu cuerpo y lo que hace es que ese gel que está al lado libere la dosis. Imagínate que te han operado de un juanete. Si te dejan un biosensor y un hidrogel dentro del dedo, te va a ir liberando, va a saber el monitor cómo está tu temperatura, cómo está tu pH. Entonces, va a interpretar que necesitas más antiinflamatorio o menos . No tienes que estar tomando la dosificación tradicional por vía oral. Atacas el punto diana, que en este caso sería tu operación de juanete”. 

¿Esos 50 proyectos son los que se integrarán ahora en ese nuevo Instituto Internacional Biomédico de Nanohidrogeles Inteligentes?

–Sí. Dentro de los 50 proyectos, que habrá más, hay diferentes avances, lo que se llama TRL. Hay algunos en los que llevaremos tres meses trabajando y otros que están en fase clínica. Ahora mismo tenemos un proyecto que estamos en Txagorritxu, en Galdakao, en La Fe y en Badalona con ensayo clínico. Verá la luz en 2027. Esos 50 proyectos o esa línea de I+D es la que vamos a introducir en el Instituto. Lo que nos permite el Instituto es ser más ágiles con toda la parte de la I+D. Le damos una entidad propia al Instituto para que pueda captar financiación para algunos proyectos, sea más ágil a la hora de trabajar con los equipos, porque muchas veces lo vemos que nuestra área de conocimiento está aquí pero hay muchas colaboraciones. El Instituto lo que nos va a permitir es ser más ágiles. Nos vamos a una especie, salvando todas las distancias, de un MIT en pequeñito, donde haya inversores que quieran financiar proyectos o haya líderes de opinión que vengan con su idea.

Una cooperativa de científicos

Hablemos de esa apuesta nada habitual de cooperativa de científicos. ¿Por qué esa decisión?

Es una apuesta también personal de Raúl y mía. La reflexión cuando Raúl y yo empezamos con esto era, bueno, si la parte científica es la que hace ganar dinero a las grandes farmacéuticas, igual no somos tan buenos haciendo estrategia financiera, pero somos muy buenos haciendo desarrollo y planificando todas esas líneas, ¿no? Entonces, bueno, iremos aprendiendo la parte financiera. Vale, nosotros vamos a demostrar que personal que sale cualificado de una universidad o que tiene una motivación por la investigación, es capaz de llevar una farma. No tiene que venir el mundo financiero, con todos mis respetos, a decidir cuál es nuestra línea de estrategia o a qué mercados tenemos que atacar. Entonces era un poco el sacar del laboratorio el concepto científico y decir el científico aparte de científico es capaz de llevar adelante una empresa farma. Al final se vio con el covid, ¿no? Podía haber un montón de científicos que estaban desarrollando las vacunas, pero luego eran las grandes farmacéuticas o las bolsas las que se llevaban el beneficio de gente que estaba desarrollando esas vacunas. Es un poco devolver al científico todo ese retorno. 

Esa independencia financiera supongo que también les habrá generado complicaciones.

–Cuando hemos recibido un no, con perspectiva, dices, bueno, ha sido un buen no para buscar otro camino, otra alternativa. Llegar hasta Gure Etxea o el próximo proyecto podría haber sido más rápido si en 2016 hubiéramos aceptado la propuesta del fondo de inversión. Pero nosotros no cogimos el atajo y cogimos el trabajo más duro, vender tecnología y trabajar para terceros. Eso nos permitió conocer el mercado, las reglas del juego e ir creciendo poco a poco. Al final, si un fondo nos hubiera hecho Gure Etxea en el minuto uno y nos hubiera puesto una plantilla de 150 personas, estaríamos trabajando para los dictámenes, digamos, o los ROI de ese fondo. Esa parte la teníamos clara: nos ha llevado a alargar un poco más el camino, pero nos ha dado un conocimiento muy, muy importante.