El plasma es un líquido transparente en el que se encuentran suspendidas tanto las principales células sanguíneas –los glóbulos rojos y blancos y las plaquetas– como una gran cantidad de componentes que velan por el buen funcionamiento del organismo, tales como las inmunoglobulinas, la albúmina o los llamados factores de coagulación.
Las primeras son defensas que protegen contra las infecciones y sirven para el tratamiento de varios tipos de cáncer o las enfermedades neurológicas. La segunda, una proteína responsable del transporte de distintas sustancias y fármacos, está indicada para tratar a los pacientes con shock hemorrágico, a quienes son sometidos a cirugías mayores o trasplantes hepáticos y también a los grandes quemados. Por su parte, los terceros sirven como su propio nombre indica para mantener la coagulación de la sangre y, por ende, asistir a pacientes hemofílicos.
Obtención de medicamentos
Al margen del tratamiento de estos y otros muchos problemas de salud de tan diferente índole, el plasma tiene como segunda gran utilidad la obtención de medicamentos para los cuales no existe una alternativa, pues dependen en exclusiva de él para su fabricación. Ahí están, por ejemplo, numerosos tipos de vacunas como las del tétanos o la anti-D, popularmente conocida como la del RH.
Se trata, en definitiva, de un aliado cada vez más versátil para la medicina y cuya obtención a través de donaciones se ha convertido en una prioridad para las autoridades sanitarias. Tanto las convencionales de sangre como las que se llevan a cabo a través de la plasmaféresis, que es la técnica específica utilizada para la extracción del plasma y que es la más eficaz para obtener la mayor cantidad posible de cada donación.
“Principalmente, donar es muy importante porque en los últimos años, y gracias a las investigaciones científicas, se está viendo que el plasma, todas las células y proteínas que encontramos en él, tienen cada vez más usos clínicos”, expone en conversación con este periódico la responsable de promoción de la Asociación de Donantes de Sangre de Álava (Aldosan), Aiala Elorza.
Un total de 784 personas distintas donaron plasma a lo largo del recién concluido 2024 en Álava. Llevaron a cabo en total 2.282 plasmaféresis, a una media de casi tres diarias. En los últimos tres años, hasta 1.135 donantes diferentes han participado en el programa de plasmaféresis en la subsede vitoriana del Centro Vasco de Transfusión y Tejidos Humanos.
Territorio referente
Las cifras sitúan a Álava en una posición envidiable respecto a Bizkaia y Gipuzkoa, pues tiene una proporción de donantes por población “muchísimo más alta” que las de los territorios vecinos.
Esto se debe a dos factores principales, según Elorza: que la donación de plasma tiene un recorrido de casi tres décadas en Gasteiz y que la población alavesa está muy concentrada en la propia capital, lo que facilita acercarse al recurso ubicado en la cuarta planta del centro de salud de Olaguíbel.
"Gracias a las investigaciones científicas, se está viendo que el plasma, todas las células y proteínas que encontramos en él, tienen cada vez más usos clínicos”
Sin embargo, Álava en particular y la CAV en general están todavía lejos de ser autosuficientes en este campo. A día de hoy, de hecho, la comunidad apenas obtiene a través de las donaciones el 60% de las reservas de plasma que necesita, lo que obliga a comprar el resto en el extranjero.
“De ahí la importancia de aumentar el censo de donantes, para ganar tanto en autosuficiencia como en el control del plasma que obtenemos. Porque el hecho de que sea propio es una garantía de seguridad”, expone Elorza.
Ha sido en los años más recientes “cuando se ha visto que esto es una necesidad real”, según la responsable de promoción de Aldosan, el momento en que se ha convertido en “el objetivo de todos a nivel europeo”.
El cambio de chip llegó con la pandemia del coronavirus, “un momento delicado en el que incluso se temió que el mercado se cerrara”, según recuerda Elorza.
Una cifra “ideal”
Una cifra "ideal" para Euskadi sería llegar a las 10.000 donaciones anuales de plasma, un horizonte todavía “lejano” pero hacia el que “poco a poco” el territorio se tiene que dirigir.
Siguiendo, además, el modelo actual, el de la donación totalmente altruista, al igual que “referentes” europeos en este ámbito como pueden ser Países Bajos y Dinamarca.
“Euskadi es autosuficiente en lo que a donaciones de sangre se refiere, pero hay que avanzar también en el plasma. Y aunque tenemos a gente muy joven y muy comprometida, lo que más cuesta y por lo que más tenemos que trabajar es por la incorporación de esa juventud”, apunta Elorza.
Aldosan cuenta, de hecho, con un grueso de donantes “muy importante” entre los 35 y los 55-60 años, pero “de los 35 para abajo sí que hay bastantes carencias” pese a las “muchísimas” campañas que el colectivo lleva a cabo en los centros de FP o la universidad. “Pero falta todavía esa fidelidad”, matiza la responsable de promoción.
Requisitos
¿Y qué hay que hacer para donar? Los requisitos son los mismos que para donar sangre, básicamente tener de 18 a 65 años, pesar más de 50 kilos y gozar de buena salud, aunque en este caso a ellos se une “disponer de buenas venas”.
A diferencia de lo que sucede en esas donaciones convencionales, mediante la plasmaféresis el donante es conectado a un separador celular que extrae los distintos componentes de la sangre: por un lado el plasma y, por otro, las células sanguíneas, esos leucocitos, hematíes y las plaquetas que son devueltas a la sangre del propio donante.
Las jornadas navideñas, caracterizadas por el parón que experimentan numerosas actividades, son también “complicadas” para captar donaciones de sangre, lo cual está teniendo reflejo estos días en las reservas acumuladas en Euskadi. “Tanto la Navidad como el verano o la Semana Santa son épocas siempre muy delicadas. Aquí tiramos mucho de las donaciones que se consiguen a través de nuestra unidad móvil. Y aunque estos días también se está moviendo, la actividad es mucho menor”, contextualiza Aiala Elorza, responsable de promoción de la Asociación de Donantes de Sangre de Álava (Aldosan). El cierre por vacaciones de empresas y de centros formativos o de las universidades por donde suele hacer ruta el autobús del colectivo está detrás de esta habitual caída en la donaciones. Los últimos datos recopilados por Donantes de Sangre de Euskadi alertan de que el territorio necesita de forma “urgente” sangre de tres grupos distintos, concretamente A-, B- y 0-. Además, la asociación insta a donar “en dos o tres días” a quienes sean de los grupos A+, AB+, AB- y O+. Solo hay en la actualidad niveles óptimos de B+, un grupo que habitualmente “está mejor” porque hay “poquitas” personas que pertenezcan a él. Afortunadamente, las campañas realizadas antes de las fiestas están permitiendo a Euskadi y Álava compensar la merca de estos días. “Sobre todo en noviembre hicimos campañas importantes que nos permitieron meter bastante sangre. Por ejemplo en Mercedes. Ya este enero, a partir del mismo día 7, volveremos a salir a la calle con todo”, avanza la responsable de promoción. Pese a que “la mayoría de bancos de sangre están en esta misma situación” durante las fechas actuales, más o menos necesitados de aumentar sus reservas, Elorza subraya una idea fundamental: “La sangre y sus componentes tienen que estar por delante de nosotros en los hospitales, esperándonos. Nunca por detrás”.
La principal ventaja de esta técnica es que permite obtener una mayor cantidad de plasma que en una donación de sangre estándar.
El rojo elemento extraído en un procedimiento convencional siempre es el mismo, 450 mililitros (ml.), de los que alrededor de la mitad corresponde a plasma. En el caso de la plasmaféresis, pueden llegar a extraerse hasta 700 ml. si se trata de un donante hombre. Los donantes de plasma pueden donar, además, una vez al mes.
Sobre todo agua
Dado que esta materia prima en su mayor parte es agua, la recuperación del donante es muy rápida y las donaciones pueden ser más frecuentes, de hasta 12 al año, frente a las cuatro o las tres de sangre que los hombres y las mujeres pueden llevar a cabo, respectivamente.
La volemia, que es el volumen sanguíneo de cada persona, es el factor más importante a la hora de conseguir más o menos plasma de cada extracción, un proceso que suele durar entre 30 y 45 minutos.
“Cuando alguien se interesa por la donación de plasma, lo primero que se hace es una valoración de sus venas"
“Cuando alguien se interesa por la donación de plasma, lo primero que se hace es una valoración de sus venas. Se trata de comprobar que son aptas para estar conectadas todo ese tiempo al separador celular”, explica Elorza. Una vez comprobado que el donante es apto, este siempre acude a donar con cita previa, pues en Álava solo hay cuatro máquinas de plasmaféresis y siempre debe haber al menos una libre.
Por lo demás, son necesarios “muchísimos litros de plasma” para obtener “pequeñísimas cantidades de las distintas proteínas” que contiene, lo que vuelve a justificar la importancia de las donaciones.
Del laboratorio a la cama
Todos esos litros que se extraen se envían al laboratorio, donde se lleva a cabo el necesario fraccionamiento de los componentes del plasma y se obtienen en pequeños viales todos los hemoderivados, que posteriormente se envían a las farmacias hospitalarias y, de ahí, a las camas de los enfermos que los necesitan.
En el caso del plasma, el donante universal es el grupo AB+, al contrario de lo que sucede con el de sangre (que es el 0-), lo que hace que las campañas se dirijan más a uno u otro grupo en función del proceso.