Se podría caer en lo fácil y situar esta entrevista como una historia más de superación de esas que se suelen ver en la televisión. Pero para Agurtzane Egiluz su trayectoria no ha sido pensada en esos términos ni mucho menos. 

Hace 12 años sufrió un accidente que le cambió la vida. Un autobús la atropelló provocándole daño medular. Este mes viajará a Alemania convocada para la selección española de baloncesto femenino en silla de ruedas para preparar la competición pre-olímpica en Osaka del mes de abril. En juego, una de las ocho plazas para acudir a los próximos Juegos Paralímpicos en París a finales de agosto. 

Su pasión por el baloncesto empezó con ocho o nueve años. “En mi casa, mis padres siempre nos han impulsado a hacer deporte. Y creo que elegí el baloncesto influenciada por mis 3 hermanas y mi madre, que había jugado de joven. Empecé con 8 años y hasta los 14, cuando tuve el accidente”, explica. 

A los 18 años, y de manera fortuita, volvió al deporte. “Haciendo rehabilitación, mi médica me comentó que tenía a un paciente que hacía deporte adaptado y le había hablado de un club, el Zuzenak, que por qué no le preguntaba, por probar”. Ese paciente era Iñaki Ibarreta, ahora entrenador del club. Egiluz cuenta que, hasta entonces, desconocía que existiese el deporte adaptado. 

Empezó a acudir al gimnasio adaptado y, al cabo de un par de meses, le preguntaron si quería probar el baloncesto en silla de ruedas. “No sabía que tenía esa opción. Me escribió el entonces entrenador, Ander Lozano, y no sé si fue esa misma tarde o al día siguiente que fui a un entrenamiento”. 

Agurtzane en la sala donde almacenan las sillas de BSR Pilar Barco

Para Egiluz, fue amor a primera vista. “Poder volver a practicar un deporte que me gusta y, sobre todo, sentirme de nuevo… Cuando me senté en la silla, hasta ese momento, no había sido consciente de lo que echaba de menos hacer deporte. Volver a calzarme unas deportivas en forma de silla de ruedas y volver a moverme, a correr… Para mí fue un chute de adrenalina. Volví a sentirme con esa libertad en mi cuerpo” .

Un año más tarde, Egiluz ya competía con el club y era convocada para la selección femenina. Pero llegar ahí, y mantenerse, no ha sido fácil. “He entrenado muchas horas e invertido mucho tiempo. Tenía muy claro desde el principio que debía compaginarlo con mi vida de estudiante y eso es algo de lo que estoy muy orgullosa. He sido capaz de sacarme la carrera siendo deportista de alto nivel. Viajar todos los fines de semana para una competición y pasar horas y horas en autobús, con los apuntes porque a la vuelta tienes un examen. Y así, una semana detrás de otra y un año tras otro”. 

Agurtzane Egiluz en la cancha del Zuzenak

Agurtzane Egiluz en la cancha del Zuzenak Pilar Barco

Sus años en el deporte adaptado, en el BSR (o baloncesto en silla de ruedas), le han otorgado una perspectiva de la inclusión de personas con diversidad funcional no solo en la sociedad si no también en el deporte.

Egiluz ofrece charlas en campos inclusivos y ha participado en iniciativas que buscan la integración deportiva y social de las personas con diversidad funcional. “Las cosas han mejorado desde que yo empecé. Pero a veces hay demasiado paternalismo en algunos medios de comunicación y en la sociedad en general. Todavía sigue existiendo eso de ver primero la discapacidad antes que al deportista o a la persona. Somos deportistas, algunos caminamos, a otros nos falta algún miembro, pero somos deportistas y atletas”.

Egiluz reivindica la importancia del deporte para la salud física y mental y reclama más medios para las personas con discapacidad que carecen de instalaciones en sus ciudades para poder practicar un deporte.

Una de las lecciones del BSR fue darse cuenta de que no hay tanta diferencia entre hombres y mujeres. “El BSR me ha ayudado a darme cuenta de que soy más fuerte de lo que pensaba tanto a nivel mental como físico. Creo que el hecho de poder jugar junto a hombres y mujeres, y en contra también, nos ayuda a darnos cuenta que somos iguales”.

Esa evolución a veces encuentra sus obstáculos. “Todavía se escucha eso de deja tirar a la chica”, comenta. “En ocasiones toca jugar con personas que han tenido otra educación deportiva y social. Es un comentario muy machista”, señala. “Afortunadamente esos comentarios van desapareciendo, más que nada porque esa chica luego te mete 25 puntos”. 

Agurtzane Eguiluz en la cancha del Zuzuenak Pilar Barco

Egiluz destaca como inspiración a sus tres hermanas por su apoyo y a sus compañeras de equipo. “Siempre hemos sido una familia muy unida y mis hermanas siempre han estado ahí para mi”. En el plano deportivo, destaca la importancia de sus compañeras en el BSR, pero añade que, al haber pocas mujeres en este deporte y jugar en equipos son mixtos, eso hace muy difícil tener referentes femeninos. “Al final, creo que entre todos nosotras somos nuestros propios ejemplos”.

De la Insignia de Plata en los Gure Kirol Sariak, Egiluz afirma que no se lo esperaba. “Yo juego al baloncesto porque me gusta. Es mi forma de desahogarme. Pero soy muy consciente de que no es mi profesión. No me dedico en exclusiva a ello y, al tener mil cosas en la cabeza, muchas veces se te olvidan los logros que consigues. Este premio, junto con el de mis compañeras, Naiara y Laura, es un reconocimiento al trabajo realizado durante años”.

Eso sí, Egiluz reivindica la importancia del deporte para la salud física y mental y reclama más medios para las personas con discapacidad que carecen de instalaciones en sus ciudades para poder practicar un deporte.  

El baloncesto en silla de ruedas

El baloncesto en silla de ruedas (BSR) surgió en la Segunda Guerra Mundial como rehabilitación para los soldados heridos. El BSR se estrenó en las Olimpiadas Paralímpicas en 1960. Y el BSR femenino lo hizo en 1968 en las Olimpiadas de Tel Aviv.

Las reglas son las mismas que en el baloncesto a pie: número de jugadores, tamaño de cancha, altura de canastas, balón, sistema de puntuación... Pero los jugadores deben botar o pasar la pelota después de empujar la silla dos veces. 

A cada deportista se le asigna una puntuación dependiendo de su grado de discapacidad. La suma de esas puntuaciones nunca deberá superar los 14 puntos. Es una forma de asegurar que todas las personas tienen oportunidad de jugar.

En la actualidad, la liga BSR cuenta con varias competiciones: División de Honor, Primera y Segunda División, la Supercopa BSR, Copa BSR España y la Copa S.M. El Rey BSR.

Al no disponer de suficientes jugadores en varias competiciones, los equipos son mixtos.

Solo las personas que juegan en la liga División de Honor son profesionales. En el resto de competiciones, los y las jugadoras compaginan profesión o estudios con la actividad deportiva.

El Club Zuzenak juega en la Primera División con un equipo mixto en el que se encuentran Agurtzane Egiluz, Laura Ugarte, y Naiara Rodríguez.