Ayestarán atiende al DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA en plena vorágine de cierre de memorias de proyectos presentes y futuros. Pero enseguida se relaja y deja que las cosas sucedan. Porque si en algo cree esta mujer es en el cambio constante, en la fluidez. Y esa filosofía ha marcado en gran medida su vida profesional. 

Sucedió de la manera más intrascendental en apariencia. Buscaban a alguien para reforzar un grupo de teatro e Idoia, que ya había hecho algo de teatro amateur, dijo que sí. Total, sólo serían unos meses y podía compatibilizarlo con la universidad. No sería una distracción mientras estudiaba la carrera de medicina.

Sin embargo, la magia del teatro la atrapó. “Una cosa llevó a la otra, ha ido fluyendo, se ha ido tejiendo hasta el momento en el que estoy ahora” dice Idoia. A sus espaldas, 35 años dedicados al teatro con su compañía Panta Rhei, que en griego significa “todo fluye”. Aun así, su trayectoria es un poco más larga todavía.

Una trayectoria que comenzó, tal vez, en el instituto, cuando entró en contacto con el teatro allá por los años 70. “Por aquel entonces permitían a los estudiantes entrar en contacto con este arte, y me apasionó”. Pero por aquel entonces no dio el salto. Al entrar en una de las cooperativas teatrales pioneras en el panorama estatal, decidió abandonar sus estudios universitarios y centrarse por completo en el teatro. 

Idoia Ayestaran entiende el teatro como una herramienta de acompañamiento y sanación Josu Chavarri Erralde

“Ese colectivo era para mí un lugar protegido, donde podía aprender y experimentar”, afirma de sus inicios. Pero pronto, junto con su compañero Emilio, decidieron llevar más lejos su convicción de dejar que todo fluyese. Así que, casi en los 90, deciden fundar la compañía de teatro Panta Rhei.

“Fue un salto a la adolescencia, como quien dice. Quería demostrarme que era capaz de afrontar la vida por mí misma y con cierta rebeldía para cambiar lo que en aquel momento era necesario”.

Mi desarrollo a través del teatro me ha llevado a definirlo como una herramienta de sanación y acompañamiento

Lo que define a Ayestarán no son solo sus títulos de directora artística, actriz, o bailarina, sino su impulso interno y pasión por lo que hace, su progresión personal y profesional. “Es ese impulso de crear, de mediar, de acompañar y, sobre todo, la pasión en lo que hago, ha sido lo que ha hecho que fuera en esa especie de progresión, que no ha sido casual en absoluto”.

Este impulso creativo del que habla le ha llevado a concebir el teatro como una forma de romper con los moldes tradicionales y acercarse más a los públicos.

Este enfoque ha implicado la ocupación de espacios inusuales y el uso de técnicas innovadoras, como la animación de objetos y los títeres, para crear dramaturgias nuevas y provocadoras. Admite que es fruto de su época, de los años 60 y de la revolución social que se vivió entonces.

“Yo no tenía formación en arte dramático, pero desde mi infancia he tenido contacto con las raíces tradicionales a través la música, la danza y el canto. Me tocó ser tremendamente autodidacta. Recorríamos el estado, parte de Europa y hasta Latinoamérica para nutrirnos, formarnos y crecer en las artes. Teníamos que aprender cómo contar historias y, sobre todo, cómo integrar elementos”.

Pero Ayestarán va más allá de la mera creación artística; ve el teatro como un agente de cambio social y personal. Para ella, el teatro no solo es una forma de expresión artística, sino también una herramienta potente para la reflexión, el cambio, y la sanación. “Creo que la medicina y el teatro buscan sanar a la persona, pero desde perspectivas y métodos muy distintos”. 

Teatro Panta Rhei Cedida

Su enfoque interdisciplinario ha abierto caminos para que el teatro intervenga en espacios sociales como la educación, la salud y la colectividad. “En los noventa, nos centramos en un teatro muy social y tratábamos temas que ahora están en boga: la interculturalidad, la diversidad funcional, trabajábamos con colectivos desfavorecidos, con las mujeres rurales. Ahora lanzamos, proponemos, e intentamos acercar a públicos, no de llegar a otros públicos desde espacios artísticos como los teatros sino empleando espacios naturales como escenarios artísticos”. 

Reflexionando sobre el papel de la mujer en el teatro, Ayestarán reconoce los desafíos y los cambios a lo largo de las décadas. Hace cuarenta años, las mujeres luchaban por encontrar su lugar en un campo dominado por hombres.

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Panta Rhei propone una experiencia artística en los bosques del Gorbea

Hoy, según ella, las mujeres no solo han ocupado su espacio, sino que también han aportado visiones creativas y originales que enriquecen el arte dramático.

“Afortunadamente, la mujer de hoy en día ocupa un espacio porque lo ha peleado, se ha puesto a trabajar en concienciar y abanderar el espacio que le corresponde, y no se ha dejado tentar por juegos de poder. Me encanta trabajar con mujeres jóvenes. Tienen una visión muy clara, muy limpia. Es maravilloso porque combinan esta parte que pueda ser más empresarial o más de producción con la parte creativa y dan soluciones originales”. 

Mirando hacia el futuro, Ayestarán se mantiene firme en su compromiso con el arte y las nuevas generaciones. A pesar de los retos que enfrenta, su pasión y dedicación permanecen inquebrantables, enfocándose en compartir y transmitir su riqueza de conocimientos y experiencias. Y mientras disfruta del arte en otras disciplinas.

“Me encanta ser espectadora, las artes en general y, sobre todo, practico ser artista de mi vida y convertirla en una obra maestra de arte”.