Desde hace 68 años, los entornos rurales más llamativos de Euskal Herria, ya sea en las faldas de los imponentes macizos de Aizkorri y Aratz, entre las provincias de Álava y Gipuzkoa, o en las de la morada de Mari, Anboto, en las tierras vizcaínas del Duranguesado, por citar alguno, se han convertido en punto de encuentro de pastores, perros y ovejas para dar lugar a una bonita costumbre y una auténtica experiencia que ofrece nuestro territorio a quien acude a contemplarlas: las exhibiciones y los campeonatos oficiales de perro pastor.

Dos modalidades en las que el objetivo es el mismo, ver las cualidades del perro mediante ejercicios de obediencia, destreza y agilidad con el rebaño, en compañía del pastor, y en las que siempre surge una rivalidad sana no sólo por tener el mejor perro de careo con ovejas sino también por ser el mejor pastor guía. En definitiva, un premio en equipo del que, este 2023, Álava puede presumir de tener al mejor: el formado por el pastor Fidel Alonso del barrio de Areta en Laudio y su perra Lis. Un hermoso ejemplar de euskal artzain txakurra de un año y 8 meses de edad.

Y es que esta pareja no solo se ha proclamado vencedora de nuestra provincia, durante la celebración del famoso Artzain Eguna de Araia el pasado agosto, sino que también lo hizo el 24 de septiembre en Oñati, en la cuna del pastoreo euskaldun, cuando se impuso a los otros doce participantes del famoso campeonato internacional. Una cita que se viene celebrando desde el 25 de septiembre de 1955 y en la que los mejores perros pastor vascos, como colofón a la temporada, se miden con los de otras regiones de Francia y Cataluña.

La piedra en la abarca

“Se nos resiste el de Euskal Herria, hemos quedado terceros, aunque a solo un punto de Laia y Enrike Mendiguren de Orozko, que quedaron primeros, y empatados a 343 puntos con Jai y Ángel Varona de Zalla, que lo hicieron en 10 minutos y 16 segundos, 26 segundos menos que nosotros”, explica a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA el propio Alonso, en referencia al torneo celebrado el pasado 16 de septiembre en el barrio de Aiartza de la localidad vizcaína de Garai (Durangaldea), donde se midieron los campeones y subcampeones de los campeonatos provinciales (Álava, Bizkaia, Gipuzkoa, Navarra e Iparralde) junto al ganador del año anterior. Un total de trece perros, entre los que la madre de la campeona de Oñati, de nombre Bat y también con Fidel Alonso como pastor guía, quedó séptima.

“Ya con Suit, el abuelo de todos, ganamos dos veces el de Álava, aunque le resto importancia, porque la verdad es que en la provincia quedamos ya muy pocos, y muchos son ya mayores; pero Bat es otra campeona”, admite Fidel, recordando el trofeo de vencedores que se trajeron, sin pretenderlo, de Cataluña. “Acudimos invitados a una de las ligas que hacen allí con sus perros pastor, generalmente de raza border collie. Pero ya ves, un euskal artzain txakurra apareció, participó y ganó”, subraya, con la firme convicción de que “como los nuestros, en el manejo del rebaño, ninguno; aunque también cabe destacar a las razas labrit de Las Landas o el perro pastor de los pirineos”.

“Pronto va a llegar el día en que arrojaremos la toalla”


La de los campeonatos de perros pastor se puede decir que es la cara amable de una profesión milenaria, que solo pervive gracias a la pasión que sienten por ella nuestros pastores. Personas que trabajan de sol a sol y sin vacaciones, a las que toda la sociedad les debe, en gran parte, que podamos presumir de unos montes libres de maleza y, por tanto, con menor riesgo de padecer incendios catastróficos como los que sufren, de un tiempo a esta parte, en otras regiones donde la ganadería extensiva ha dejado de ser práctica habitual.


“Cada día estamos más apretados. Nadie nos regala nada. Queda gente buena, pero no llega a un 10%, y solo nos queda, de momento, aguantar, intentar sobrevivir a ver por dónde revienta esto, porque estoy convencido de que el pastoreo, como lo conocemos, va a desaparecer, y no queda mucho para que llegue el día en que arrojemos la toalla”, resume Fidel que, junto a su mujer María del Carmen Larrazabal, lleva luchando desde 1999 por mantener su explotación ganadera del caserío Morteru, en el barrio laudioarra de Areta.


En su mayoría se dedican al sector ovino, con algo más de 400 latxas, que crían para consumo de carne, ya que “no tenemos quesería, y vendemos la leche a mayoristas”, matiza; aunque también disponen de cabras, “por el tema de la recuperación de la raza azpigorri. Somos muy pocos en Álava, y no sé cuánto más aguantaremos porque no hay apoyo institucional, con cada vez más burocracia; ni social, en un sector cada vez más aquejado por la falta de relevo generacional”, opina este ganadero de cincuenta años de edad.


Gastos en aumento

De hecho, Fidel y María del Carmen tienen dos hijos adolescentes y no quieren que sigan sus pasos. “Y mira que se supone lo tendrían fácil con toda la infraestructura ya montada y pagada, pero es que ni así sale rentable, por lo que dudo que haya quien se plantee dedicarse a ésto si tiene que empezar de cero”, reflexiona Fidel, que ha optado por recurrir a métodos antiguos y muy relacionados con el aprovechamiento de lo que les da la tierra, cercana a casa, como es “el cortar helechos del monte para cambiar las camas al ganado, porque la paja se ha puesto a precio de oro”, en un intento de recortar el incremento de gastos que les ha ocasionado el cierre del matadero municipal de Laudio o las nuevas normativas en materia de bienestar animal.


“Antes bajaba al matadero en cinco minutos y los corderos ni se enteraban. Ahora tenemos que acudir a cien kilómetros a Miranda, con animales de 25 días llorando y la madre berreando, en camiones compartidos con otros ganaderos, para que salga más barato, con una media de tres horas de viaje que causan un estrés brutal en los animales, eso sí con el vehículo bien desinfectado como exige la Ley, y la vuelta otro tanto en camión refrigerado. Y luego se nos llena la boca con eso de productos de kilómetro cero y desarrollo sostenible”, espeta.


Con todo, sí reconoce que “con eso de la pandemia y la Guerra de Ucrania, el Gobierno Vasco nos ha ayudado, pero no es cuestión de vivir de limosnas, sino de poder trabajar sin tanta traba”, argumenta. Fidel estima en más de 500.000 ovejas las que lleva esquiladas en su vida y no entiende que “alguien desde su despacho, que en su vida ha tratado con ganado, nos venga exigiendo la solicitud de permisos hasta para hacer exhibiciones de esquileo en el Artzain Eguna de Amurrio”, incide.


Ferias ganaderas

En materia de ferias ganaderas, el futuro no es tampoco nada halagüeño. “A lo del camión desinfectado, se le suma el requerimiento de una guía que indica los crotales de cada cabeza que se traslada, teniéndolo que certificarlo in situ un veterinario, que también cuesta dinero. Antes decías, del total del rebaño llevo estas 60 y punto, pero ahora no vale y al final terminas pasando de bajar a la feria”, aclara. De hecho, ya ha dejado de tomar parte con sus ovejas en tradiciones como el Olentzero, “por no oír a la gente, con aquello de que olor, dejan toda la calle llena de cagadas… es una vez al año, pero la sociedad se ha vuelto así de fina”, lamenta.


Fidel tampoco se olvida de las ingentes pérdidas que están sufriendo sus compañeros de otras zonas de Álava, como en la sierra de Gibijo, Urkabustaiz y Kuartango, por el incremento de los ataques del lobo, que se han multiplicado por seis en dos años, llegando a contabilizarse hasta 159 en los nueve primeros meses de este año. La ley estatal protege a este depredador, pero el sector primario siempre ha manifestado que su coexistencia con la ganadería en extensivo es inviable.

La mejor raza

Y es que los perros pastores de Euskal Herria siempre han tenido la tarea muy definida: proteger al rebaño de los depredadores, los lobos. En esta tarea destacaban dos razas, la navarra en el sur y la de los pirineos en el norte. Dos razas muy parecidas, de las que prácticamente no se hacía distinción alguna. A principios del siglo XX, se vio la posibilidad de que el perro dirigiera el rebaño, un hecho que llevó a los pastores a introducir nuevas razas. Las mezclas entre los perros de antaño y las nuevas razas, dieron lugar al pastor vasco que hoy en día conocemos (en sus dos variaciones): el pastor vasco de Gorbeia y el pastor vasco iletsua (peludo o de pelo largo en euskera), hoy día ya muy reguladas y reconocidas oficialmente desde 1995 por la Real Sociedad Canina de España, gracias al trabajo que se hace desde asociaciones como EATE (Euskal Artzain Txakurraren Elkartea), “aunque luego cada territorio tiene la suya como es el caso de ARATE en Álava, y también hay grupos como EHATA que, con buena voluntad, intentan recuperar la raza, pero no son perros de trabajo para pastoreo, sino de mascotas o animales de compañía”, aclara Alonso, que ya anda preparando al benjamín de la familia, Terri, de tan solo seis meses.

"Tengo mi método y en eso no pido ayuda a nadie. Hay perros que los ves que valen desde cachorros"

“Es hijo de Lis, y ya le he empezado a llevar conmigo a trabajar con las ovejas cada día, pero mucho tiene que espabilar para llegar a la altura de su abuela y madre. Los machos siempre son más torpes, y en este caso solo podemos quedarnos con lo mejor de lo bueno. Eso sí, guapo es un rato, y le vamos a dar una oportunidad, que ya me pasó con Urki. En dos años no hacía nada, y luego un día despertó y también ganó. Lleva su tiempo, el caso de Lis no es muy normal, y también influye la suerte”, reconoce Fidel, quien no sabe enumerar las horas que lleva preparar a un perro para el nivel de estos campeonatos.

“Tengo mi método y en eso no pido ayuda a nadie. Hay perros que los ves que valen desde cachorros. A Lis empecé a prepararla en serio sobre marzo, en una zona de adiestramiento en Murgia, pero para ver cómo reaccionaba ante otros perros y gente que, al final, sola conmigo y las ovejas, en el monte, no ve a nadie. Fue un mes, una vez por semana, y corroboramos lo que yo ya intuía: es una campeona nacida para ésto”, apostilla quien tiene todo el derecho a proclamar con orgullo que tiene el mejor perro pastor de todo Euskal Herria.