El Instituto Alavés de Arqueología, con el apoyo de la Fundación Vital llevará a cabo el próximo sábado una actividad-visita para conocer en profundidad la cultura y aplicaciones de los lagares rupestres de la comarca de Rioja Alavesa.

Durante esa salida, a la que se debe acudir con coche particular, se conocerán algunos lagares rupestres de elaboración de vino, instalaciones que nos remiten a modos medievales de vitivinicultura que fueron sustituidos progresivamente y olvidados.

Entre los numerosos que existen en la comarca se han seleccionado para la visita los de San Vicente (Elvillar) y Montebuena (Labastida), y a pie de esas ‘instalaciones’ se comentarán las certezas, dudas e hipótesis surgidas de las últimas investigaciones.

Como guía de esta visita estará José Rodríguez Fernández, licenciado en Historia y en Antropología Social y Cultural, doctor en Historia especialista en líneas de investigación relacionadas con los paisajes y las arquitecturas tradicionales en el Departamento de Geografía, Prehistoria y Arqueología de la UPV-EHU.

Cultura ligada al desarrollo

La elaboración de vino en Rioja Alavesa es muy antigua y buena parte de la documentación que existe hay que buscarla en los numerosos lagares rupestres que abundan, sobre todo en la zona de la Sonsierra, y en los tres espacios museísticos que se encuentran en el poblado de La Hoya, en Laguardia; en el museo etnográfico de Oion y en la colección de la Sociedad de Amigos de Laguardia. Estos lagares han sido especialmente estudiados por Salvador Velilla, así como por un equipo de especialistas que fueron coordinados por el etnógrafo Luis Vicente Elías.

Cuenta el estudioso Velilla que la mayoría de los lagares se encuentran excavados en bancales de piedra marga que emergen de la tierra dos o tres metros de altura, lo que ha posibilitado su conservación hasta nuestros días. En general, son pequeñas excavaciones en la roca, en ligera inclinación, con forma redondeada, con un diámetro de poco más de un metro y de unos veinte centímetros de profundidad, aunque existe uno con 80 centímetros de profundidad. Muchos conservan un estrecho canal de salida para el mosto, que conduce a un pequeño depósito llamado torco (troilare) en toda esta geografía.

Aunque se les achaca una utilidad de prensamiento de uva, también es muy probable que se usaran para prensar olivas para hacer aceite y hasta granos para harina.

En alguno de ellos, como el que hay en Laguardia, al lado del dolmen de La Huesera, que en la actualidad es utilizado por las empresas de turismo activo para realizar visitas y mostrar cómo se utilizaban esos lagares con pisados de uva in situ.

La cultura de los lagares tiene una gran importancia en la comarca del Rioja. De hecho, en junio de 2010 se celebró un Congreso sobre Lagares, Pilas y Lagaretas, que se repartió entre San Vicente de la Sonsierra (La Rioja) y Labastida. En aquel encuentro se aprobó un catálogo de medidas con las que se pretende conocer, proteger y promocionar ese patrimonio histórico y cultural.

En esta declaración se solicita un compromiso de las autoridades regionales de La Rioja y el País Vasco para que apoyen la protección y puesta en valor de los lagares rupestres, así como que incentiven la investigación en sus distintas facetas, arqueológica, histórica, enológica y otros. El Comité Científico del Congreso pedía, asimismo, la declaración de Bien de Interés Cultural de estos lagares y que las autoridades municipales donde existan lagares incorporen medidas concretas de protección de los lagares y su entorno.