“Si tuviéramos una mina de oro y supiéramos que nuestra forma de trabajar hace que perdamos el 20% del oro, ¿no nos replantearíamos cambiar de técnica?”, se pregunta Roberto Ruiz de Arkaute. Pues algo similar ocurre, en su opinión, ahora en Álava. Paneles solares, molinos de viento, líneas férreas del TAV, invernaderos industriales... Cree que “asistimos a una fuerte ofensiva de nuevas infraestructuras industrializadoras de espacios naturales y del entorno rural”, dice.

Ante esta “alarmante” situación, una veintena de grupos unidos bajo el nombre Euskal Herria Bizirik aflora como respuesta a decenas de proyectos que “amenazan con colonizar y saquear el campo”. Aprovechando que se acercan las elecciones municipales del 28 de mayo, ocho días antes de votar se manifestarán por las calles de Vitoria para protestar. “Es sorprendente la cantidad de nuevos proyectos que han surgido del año pasado a este y no están bien planificados, nos da la sensación que surgen por la mera necesidad de dar salida a unas ayudas europeas creadas para tal fin”, critica. Se refiere a los fondos para energías renovables. “Por ellos, si es necesario, modifican las leyes saltándose todos los criterios de protección medioambiental y plazos válidos hasta ahora; es sospechoso que ya no sirvan”, lamenta Ruiz de Arkaute.

“Aunque llenemos el monte de molinos, vamos a seguir dependiendo de la energía fósil”

Roberto Ruiz de Arkaute - Euskal Herria Bizirik en Araba

La movilización será el 20 de mayo a las seis de la tarde con salida de la plaza San Antón hacia la Virgen Blanca. Bajo el lema Lurraren defentsan Euskal Herria bizirik, la marcha recogerá a su paso otras reivindicaciones de comarcas alavesas afectadas por grandes infraestructuras industriales a instalar en montes y tierras de labranza.

¿Para qué esta manifestación? Para abrir una línea de debate y poner sobre la mesa los beneficios y perjuicios para el entorno, e implicar a ciudadanía, concejos y ayuntamientos. También al sindicato agroganadero UAGA y al tejido industrial porque ambos son “parte del problema y parte de la solución”, apunta.

Y ¿por qué? Porque Euskal Herria Bizirik considera que las instituciones se equivocan al querer llenar de molinos de viento y paneles solares los montes y el campo en lugar de acercarlos a la ciudad y a los polígonos industriales, que es donde está la demanda real de energía. “Lo lógico es producir la energía lo más cerca posible de donde se consume, ya que su distribución solo conlleva más gasto energético”, indica.

Explica Ruiz de Arkaute que así lo avala un informe del Centro de Estudios Ambientales (CEA) de Gasteiz, que pone de manifiesto que, si en todos los tejados de Vitoria se colocaran placas solares, habría un excedente de energía del 22%. “O en polígonos industriales –añade–, la cubierta de Mercedes es del tamaño de varias decenas de campos de fútbol y su esfuerzo para generar energía de autoconsumo es cero”, sostiene.

Además, señala que, “aunque llenásemos todo el territorio de instalaciones eólicas y fotovoltaicas, no sería suficiente para abastecer la demanda existente, seguiríamos dependiendo de la energía fósil”, argumenta. Así las cosas, “quizá deberíamos empezar por reducir el gasto energético”, deja sobre la mesa.

“Si nos fijáramos bien, veríamos que son las empresas las que promueven todas estas infraestructuras de renovables; han descubierto un nuevo nicho de negocio por culpa de la dependencia energética que tenemos; sin embargo, no veo ningún plantel de científicos asesorando a los gobiernos sobre el camino a seguir; nos da la sensación de que prevalecen los criterios económicos y no los científicos”, indica el portavoz alavés.

Líneas rojas

Por todo ello, para el colectivo hay dos líneas rojas que no se deben cruzar: los cordeles montañosos, que “tanto valor natural tienen”, y las tierras de cultivo que están siendo explotadas.

“En pandemia, cuando salíamos a pasear, no íbamos a los polígonos industriales; nuestra salud también depende de los montes y no hay suficientes para sustituir la dependencia de energía fósil por mucho molino de viento que pongamos”, opina.

“Tampoco podemos perder los campos de cultivo porque siempre podrá aparecer una nueva industria amenazante, si no es ahora, será dentro de quince años, y cuando eso pasa, se dispara el precio de la tierra; ¿qué agricultor va a poder acceder a ella?”, cuestiona Ruiz de Arkaute.

“Claro que estamos a favor de las energías renovables, pero el camino a seguir es mediante pequeñas comunidades energéticas para el consumo familiar, y para las empresas, la solución pasa por dar un giro, por una nueva estrategia, una transición hacia una manera de producir que implique una reducción de la demanda energética”, propone el portavoz de Euskal Herria Bizirik en Araba.

“Lo que no queremos es que ocurra en Álava lo que está pasando en Galicia y Castilla, queremos que se fije población en la zona rural y se presten servicios para que la gente no abandone los pueblos; que se apoye la actividad agraria, que no tiene por qué ser intensiva, los actuales modelos son bastante viables”, concluye Ruiz de Arkaute.

Algunas amenazas

  • Energía eólica. Euskal Herria Bizirik considera que es una amenaza para los montes alaveses. “No somos conscientes de la altura y envergadura que tienen los molinos de viento proyectados porque tenemos como referencia los de Badaia y Elgea pero, nada que ver, son de la altura de la torre de Iberdrola de Bilbao”, explica Roberto Ruiz de Arkaute. Además, son infraestructuras que necesitan viales para dar entrada y salida a la energía, “con lo que se crean nuevas zonas afectadas”. Cita como ejemplos, los previstos en las zonas más altas de Aramaio, Labraza, Azazeta, Canto Blanco, etc. “Se eligen esas ubicaciones solo porque es donde más viento sopla, se busca la mayor capacidad para producir energía sin evaluar el resto de afecciones.
  • Energía fotovoltaica. Cuestiona Euskal Herria Bizirik la enorme superficie de terreno que se va a ocupar con las decenas de parques proyectados y los que están por venir. De momento, cita las miles de hectáreas repartidas por las zonas de Miñano y Argomaniz; Arrazua-Ubarrundia; Lubiano, Arbulo, etc. Aboga por instalar los paneles solares en la ciudad y en los polígonos industriales, entornos con los focos de producción y consumo de energía cerca unos de otros, como aconseja Europa. “En cambio, los distribuyen por tierras agrarias”, critica Ruiz de Arkaute.
  • Invernaderos industriales. Otro riesgo para el medio rural alavés, según Euskal Herria Bizirik. Defiende que Álava no los ha necesitado hasta ahora porque su perfil agrario ha sido distinto y, sin embargo, ya hay una tomatera en Tuesta, subvencionada. “Una instalación que necesita mucha energía y agua, dos bienes escasos, y que se sustenta sobre otro bien escaso, la tierra de cultivo. ¿Cuál es la necesidad de tener tomates de invernadero en Álava”, se cuestiona Ruiz de Arkaute.
  • TAV. Euskal Herria Bizirik suma el Tren de Alta Velocidad (TAV) a su listado de amenazas al medio rural alavés ya que, en lugar de mejorar la actual vía férrea, se opta por crear una nueva. “Cómo es posible que a nivel particular nos pidan ahorrar energía y cuando se trata de dinero público, haya tanto despilfarro; es un sinsentido”, denuncia Ruiz de Arkaute.
  • Macrogranjas. Además, cita el caso de las macrogranjas, sin presencia todavía en Álava, pero con cierta implantación en Navarra, con el consiguiente riesgo de que se extienda el modelo, aprecia Euskal Herria Bizirik. “Tampoco teníamos invernaderos industriales en Álava, y ahora sí; de hecho, en Trespuentes ya se planteó en su día una macrogranja de pollos”, recuerda Ruiz de Arkaute.