Urko Alonso es un joven médico de Araba que trabaja en la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital Santiago. Pero también un apasionado de la ciencia y de la tecnología, un “ingeniero frustrado”, bromea. “Es una manera de ayudar a entender el mundo, las cosas que nos rodean”, sostiene. Desde hace tres años forma parte del jurado de este programa educativo que tanto interés despierta entre los escolares alaveses. Como juez científico que valora las ideas de los chavales, le gusta ver cómo los menores se acercan a los científicos y les preguntan. “Y es sorprendente el nivel de los expertos con los que llegan a contactar, a veces te preguntas pero ¿cómo han llegado a esta persona?”, apunta. 

No sé si en su época de estudiante se convocaban competiciones tipo First Lego League.

No recuerdo algo así, de lo contrario, habría participado fijo.

Si no es como escolar, como jurado. 

Sí, fue mi pareja, Ibone, la que me invitó a formar parte del jurado, ella es exalumna de la Universidad de Mondragón, una de las entidades participantes de FLL y luego me asignaron como jurado. Es un formato muy divertido, que engancha.

Porque le apasiona la ciencia y la tecnología, le despierta curiosidad.

Sí, soy una persona curiosa, siempre me he considerado un ingeniero frustrado, aunque las matemáticas no se me daban muy bien y opté por la Medicina, pero siempre he tenido mucho contacto con los legos, que te permiten descubrir, construir, me parecen unos juguetes increíblemente creativos y divertidos. Y más los que utilizan en esta competición, que se pueden programar; me hubiera encantado tenerlos, no sé si aún algún día...

Buscan despertar vocaciones científico-tecnológicas. ¿Lo consiguen? 

Te diría que sí porque el juego les introduce en la ciencia y la tecnología. Parte del reto que cada año se plantea a los chavales consiste en hacer frente a un problema, lo que les acerca a personas expertas en uno u otro campo, es una bonita manera de contactar con el método, con la investigación. El propio reto es un camino de prueba y error, de ir mejorando el proyecto para que, al final, funcione. Además, el concurso da mucha importancia al proceso que siguen los escolares, no tanto para llegar a la solución como para hacer frente a los problemas que les surgen.

Y ¿son resolutivos los escolares de hoy en día, están preparados?

Son, son resolutivos, están muy preparados y, además, se nota que le dedican mucho tiempo al proyecto;hay presentaciones de mucho nivel, incluso en inglés, y se ve tanto trabajo de campo detrás que sorprende.

En tres años habrá visto de todo, ¿recuerda algún proyecto que realmente le haya impactado?

Recuerdo a un grupo con una propuesta muy interesante: un captador de luz solar colocado en el tejado de la vivienda para después distribuir la luz por toda la casa. Esos escolares mejoraron la idea haciendo que el captador siguiera la trayectoria del sol para así captar más luz todavía. También me parecen interesantes los proyectos que tienen un valor comunitario, que buscan cómo aportar bienestar no solo a los individuos sino a la comunidad, ya sea a nivel de barrio, pueblo o ciudad. 

Precisamente el reto de este año es sobre energía sostenible.

Efectivamente, tiene que ver con la generación, distribución, consumo y acumulación de energía.

La mayor parte de los referentes científicos suelen ser masculinos, por eso esta competición busca despertar vocaciones entre las chicas.

Así es y la realidad es que la participación suele ser paritaria en la mayoría de los equipos. Las vocaciones y carreras de ciencias se han abierto a las mujeres;en las ciencias médicas, por ejemplo, la situación ya se ha invertido y desde hace tiempo son casi más las alumnas. Sin embargo, en áreas tecnológicas, me consta que todavía hay más alumnos.

Su tarea es valorar y decidir cuál es el mejor. Nada fácil, supongo.

No es fácil, no. Discutimos y debatimos mucho sobre cuál es el proyecto más sólido, y da rabia cuando el que a ti te gusta no gana, aunque comprendes que los compañeros han valorado otros con mejor puntuación. No obstante, los criterios están muy bien formados para que la valoración sea objetiva y, por fortuna, somos varios jueces; son valoraciones bastante imparciales.

Ya, pero el juez siempre impone. Habrá nervios...

Intentamos ofrecer una cara amena, a veces incluso nos disfrazamos para no asustar a nadie. Todo lo contrario, intentamos ser cercanos y hacerles entender que lo que han hecho, seguro que está bien, pero sí, hay nervios, aunque van preparados y concienciados y responden bien y de forma ágil a las preguntas. Intentamos que no parezca un juicio, que sea más informal y que se lleven una buena experiencia.