Como miles de vitorianos de origen extremeño cuyos padres emigraron a la capital alavesa en busca de trabajo en los años 50 y 60, la familia de Nandy Gil vuelve de vez en cuando a su pueblo de Cáceres, a Membrío, donde tiene sus raíces.
Eso sí, con una diferencia. Desde hace muy poco tiempo, la familia de esta alavesa ya está al completo. Desde 1936 faltaba uno de sus miembros. Y 86 años después han recibido la mejor de las noticias: por fin han encontrado al abuelo, a Toribio Herrero Piris, en Cáceres. "Lo necesitábamos, había que sacarlo de esa mina, era necesario para toda la familia sacarlo de ese agujero".
Ha sido una lucha incansable para que la búsqueda no cayera en el olvido, como miles de familias que hoy en día siguen buscando los restos de abuelos, tíos, padres o hermanos represaliados, la mayoría aún sin identificar, porque su recuerdo nunca se borrará de la memoria de estas familias.
Tras más de tres años de un complicado trabajo, la exhumación de una fosa común en una mina en Cáceres ha descubierto restos de 48 vecinos que fueron asesinados entre los meses de agosto y diciembre de 1936, confirmando una muerte violenta con orificios e impactos de bala tanto en los cráneos como en otras partes anatómicas, entre ellos Toribio Herrero, el familiar de la vitoriana Nandy Gil.
En 1936 víctimas de la Guerra Civil fueron sacadas de sus casas o fueron encontradas escondidas en el monte tras un chivatazo y trasladadas a la mina Terría de la localidad Valencia de Alcántara en Cáceres para ser ejecutadas.
"Cuando estalló la guerra, el abuelo Toribio se refugió en una finca durante seis meses. Estuvo escondido en una encina de gran tamaño, que hoy en día se conoce como la Encina del Toribio. Sus familiares le llevaban comida de vez en cuando en un canasto. Por la noche a veces bajaba a casa para ver a sus hijos. Su idea era exiliarse a Portugal, hasta que alguien lo denunció, fue detenido y llevado al pueblo y nunca más se supo de él", relata Nandy Gil, tal y como le han explicado sus familiares más mayores.
En realidad se trata de su bisabuelo pero la familia se refiere a Toribio como el abuelo. "Todo el mundo en el pueblo y alrededores sabía dónde estaban enterrados, pero hasta que aprobaron la Ley de Memoria Histórica no hemos podido hacer nada porque la mina estaba en una propiedad privada a la que nos impedían el acceso".
Gracias a la Ley de Memoria Histórica y a un proyecto promovido por el Ayuntamiento de Valencia de Alcántara y la Diputación de Cáceres, estas 48 víctimas pueden ser identificadas y entregadas a sus familiares, entre ellos la familia de esta vecina vitoriana.
En julio está previsto un homenaje en Cáceres donde participarán los familiares de estas víctimas, que podrán leer o hacer referencia a su abuelo, padre, tío o hermano fusilado en un emotivo y muy necesario acto.Un abuelo con inquietudes
"El abuelo tenía inquietudes, era jornalero pero también fue concejal y uno de los primeros presidentes de la Casa del Pueblo durante la República en 1934. Se preocupaba mucho por la gente. Antes de que estallara la guerra civil, el trabajo escaseaba y la fuerte sequía que padecían no ayudaba mucho a trabajar en las labores de campo y ganadería. El abuelo siempre se preocupó de repartir el trabajo a todos sus vecinos para que a nadie le faltará un plato de comida en casa", recuerda Nandy.
"Uno de sus cometidos consistía en intermediar en los trabajos de las fincas aledañas del pueblo. Era muy comprometido con su pensamiento y si tenía que enfrentarse con la autoridad no lo dudaba, con lo que se creó algún enemigo que luego serían los que le entregaron a sus verdugos", relata Nandy con la emoción contenida.
Toribio, que fue asesinado en octubre de 1936, era viudo y cuando murió dejó cuatro hijos huérfanos (Felisa, María, Laureano y Justo). "Pasaron todo tipo de calamidades por ser hijos de Toribio, pero lo más importante es que siguieron adelante y se buscaron la vida en otras ciudades".
"Veo las imágenes de Ucrania y me pregunto si no ha valido para nada"
"Ahora, cuando vemos las imágenes de la guerra de Ucrania en casa con cuerpos maniatados y tirados en fosas comunes, nos vienen todos los recuerdos del abuelo. Han pasado 86 años y parece que no ha servido para nada, la historia se repite", asegura Nandy, quien intenta explicar a su hijo Ibai de 13 años todo lo que ha pasado con el abuelo Toribio, desde que fue asesinado en 1936 hasta que lo han encontrado más de 80 años después.
Igual que ella ha recibido el legado de los más mayores de la familia, que le contaron todo lo ocurrido con el abuelo para que no caiga en el olvido ni en el silencio.
"Lo que tiene que tener claro mi hijo Ibai es que el abuelo no hizo nada, era jornalero, lo mataron por sus ideas, por ser rojo y por repartir el trabajo entre la gente que lo necesitaba".
Toribio y el 3 de Marzo
A pesar de no tenerlo con ellos desde 1936, la conciencia y las ideas del abuelo Toribio se han trasladado de generación en generación en la familia, con una implicación directa del padre de Nandy, vecino de Zaramaga, en el 3 de Marzo de 1976, que ese día salió a la calle convencido de la lucha obrera a pesar del peligro.
Ese día cinco trabajadores fueron asesinados y cientos heridos, muchos de bala, por la propia policía franquista en la capital alavesa. Trabajadores y trabajadoras que intentaban reunirse en una asamblea en la iglesia de San Francisco de Zaramaga para valorar el alcance de una huelga general por la readmisión de los despedidos y que paralizó toda la ciudad.
Colaboran con los arqueólogos
La familia de Nandy ha colaborado con los arqueólogos y trabajadores de la Universidad en Cáceres para ofrecer datos relativos a los desaparecidos en 1936, tanto de carácter antropológico (estatura, edad, peso o patologías), así como otros datos de interés que pudieran ser de ayuda en la identificación de las víctimas tales como vestimenta u objetos personales.
El listado de víctimas estaba compuesto por vecinos de la localidad Valencia de Alcántara, junto a represaliados de otros municipios de la Mancomunidad de Sierra de San Pedro como Cedillo, Membrío o Herrera de Alcántara.
Cuando Nandy ha vuelto al pueblo para realizar trámites en relación a la exhumación, algunos vecinos, sobre todo la gente más mayor, no entienden por qué ahora remueve todo ese tema.
"Lo importante es que hemos recuperado una parte de la historia de toda esta zona de Cáceres que durante años ha permanecido enterrada. Es necesario recuperar y dignificar a las víctimas del Franquismo como una obligación y para la memoria personal y familiar de las personas perseguidas por razones políticas durante la Guerra Civil y la dictadura".Un complicado trabajo de exhumación
Las tareas de campo se iniciaron a finales del mes de noviembre de 2017 con un proyecto que puede ser considerado como el más difícil y complejo abordado hasta la fecha a nivel estatal.
El mayor problema que han encontrado en la mina Terría ha sido el agua ya que este proyecto es el primero que se ha realizado en un pozo con agua, presentándose como un enorme reto hasta el momento nunca abordado.
Los primeros restos humanos que confirmaban la presencia de los cuerpos en el interior del pozo aparecieron a 25 metros de profundidad, donde la superficie del pozo se reducía significativamente y media 2,5 metros de largo por 1,5 metros de ancho.
Pertenecen a un número mínimo de 48 individuos de distintas edades, desde jóvenes hasta personas de edades avanzadas.