- Yussyf Abdala, un colombiano de padre palestino, llegó ayer desde Zamudio (Bizkaia) para vender en el Mercado de la Almendra de Vitoria sus tomates, pimientos del país, ajos y frutas deshidratadas, como arándanos, dátiles, ciruelas o higos. Lleva unos doce años haciéndolo así, cada primer fin de mes, pero el de ayer era especial. “Estamos felices, encantados de poder venir y de estar en el sitio de siempre. Nosotros habíamos venido en marzo de 2021, pero lo que pasa es que nos pusieron en El Machete, cuando nos reubicaron en diferentes plazas del Casco (desde que en marzo de 2021 el mercado se hacía en formato reducido por el covid), pero preferimos la calle”, destacaba.

Y pese a ser el segundo día de nevada, Abdala no tuvo problemas para venir desde el territorio vecino “porque la carretera estaba bastante limpia” y cuando vio que efectivamente las predicciones de copos se cumplían se negó a echarse las manos a la cabeza. “Yo venía con la idea fija, de que todo iba a salir bien, pero sí que he venido más pronto, a las 7.45 horas, para poder sacarlo todo bien. Y lo primero que hemos montado ha sido el toldo”, recordaba.

Y pese a ese temporal, “veo gente por el mercado y también nos están comprando de todo. Incluso hemos visto a clientes habituales y he atendido a uno de EEUU”.

Cerca de allí, el puesto de Gorbeialdeko Gazta, de Marta del Val, de Etxabarri-Ibiña (Zigoitia), tentaba a los visitantes con quesos. “Estuve en marzo de 2021 cuando nos pusieron en las plazas, pero solo dos veces porque como el mercado tenía que estar cerrado por un lado y luego no se podía volver al puesto, no nos funcionó”, detallaba.

Por eso ahora volver a estar en su anterior sitio le parece “genial”, “porque este mercado para Vitoria es superbonito. Está en casi todas las calles del Casco, viene mucha gente, los bares se llenan y hay animación musical, entre los txistus, batucadas o el coro (como el de Gasteiz Kantu que estaba ayer de ronda). Es una fiesta, la gente se junta, ves a todo el mundo. Estoy supercontenta, pese a la nieve y ahora que está saliendo el sol, se ve a turistas, familias y la posibilidad de volver a recuperar a los viejos clientes”.

Desde Orozko (Bizkaia) vino Gonzalo García, para vender sus chorizos, panceta y queso artesanos, además del tradicional pastel vasco y el de queso. “Tenía 16-17 años cuando vine por primera vez y ahora tengo más de 40 años”, declaraba este productor al que la pandemia interrumpió esta larga relación comercial. “Mi gremio fue de los primeros en irse por la pandemia y los últimos en volver, en venta ambulante, no en mercadillos, porque en ferias especiales no nos han dejado”, lamentaba. Así que cuando ahora les han permitido hacerlo su primera reacción ha sido la de “ya era hora”. Encima regresa a la calle donde estaba anteriormente, la Cuchillería.

El puesto solidario de Esperanza felina, a favor de los gatos sin hogar, tampoco faltó a su cita y eso que en principio les habían ubicado en la Correría, pero ante las bajas de puestos debido a la nieve, les pusieron finalmente en la Kutxi, como precisaban las voluntarias de este colectivo Raquel, Ixone y Esti. “Nos apetecía volver al meollo. Nos parece muy bien volver a estar en la calle, porque hay mucha gente que viene al tener los bares cerca, mejor que cuando estábamos en la plaza de la Catedral vieja, que no era zona de paso. Ahora, al mediodía, empieza a venir más gente”, resaltaban.

La agenda de ayer de Vitoria también dejó hueco para la celebración de las segundas jornadas del mercado napoleónico y de la cuarta edición de Wine Berria, la fiesta de los vinos nuevos de Rioja Alavesa y del txakolí alavés en más de 20 bares del centro de la capital alavesa.

“Mi gremio fuimos de los primeros en irnos por la pandemia y los últimos en volver. Ya era hora”

Productor de Orozko (Bizkaia)

“Estamos felices, encantados de poder venir y de estar en el sitio de siempre”

Productor de Zamudio (Bizkaia)

“Pese a la nieve, se ve a familias, turistas y el volver a recuperar a los viejos clientes”

Productora de Etxabarri-Ibiña (Zigoitia)

“Nos apetecía volver al meollo porque hay mucha gente que viene al puesto por los bares”

Voluntarias de Esperanza Felina