El apoyo a la internacionalización abrió las puertas de ese país a muchas empresas alavesas que ahora ven en el conflicto armado un jarro de agua fría.

¿De qué forma afecta la guerra al comercio y la industria de Álava?

-Afecta de muchas formas. Quizás la más evidente en otros mercados es que la exportación directa no es en este caso la más afectada ya que no son mercados con los que tradicionalmente Álava tenga la relación más estrecha. Rusia es el decimocuarto mercado de exportación de Álava con una concentración muy importante de exportaciones en las grandes empresas del territorio que representan el 90% el volumen de exportación mientras que Ucrania ocupa el lugar 40º entre los destinos de las exportaciones alavesas. Sin embargo, sí que las empresas están notando ya un encarecimiento en sus facturas energéticas que ya venían marcando récords y un alza del precio del petróleo que sin duda va a complicar aún más la difícil situación logística y de inflación.

¿Cómo incide específicamente en el sector bodeguero?

-Rusia es un mercado de muy difícil acceso para los productos agroalimentarios. Rusia es el mercado número 28 en exportación de vino de Álava con una cifra que no llega a ser tres veces superior a la cifra de importación de Ucrania, lo cual, sin duda, no es acorde a la diferencia de tamaño de mercado y al hecho de que Rusia es el décimo importador de vino del mundo. Es una realidad que es extensible al conjunto del vino español y que se agrava en el caso del vino francés. El productor occidental mejor posicionado en el mercado ruso es Italia, mientras que el país que sin duda más depende del mercado ruso en sus exportaciones es Georgia.

¿Están llamando los bodegueros a la Cámara para plantear dudas o problemas o pedir información?

-Sí están llamando ya que aunque como decimos no es el principal destino de las exportaciones, el sector vitivinícola alavés es lo suficientemente potente y está lo suficientemente diversificado como para que nos encontremos con empresas que tienen problemas con pedidos.

Y desde Rusia o Ucrania, ¿ha habido llamadas?

-En Ucrania la vida se ha detenido desde el momento de la invasión, las empresas han cerrado y los ciudadanos tienen problemas muy graves y urgentes más allá del estado de sus posibles pedidos en Europa. El caso de Rusia es diferente. Las empresas actúan con una cierta normalidad y nos consta que siguen activas, realizando pedidos y reclamando los pedidos en curso.

¿Qué puede hacer la Cámara para ayudar a empresas o autónomos?

-Sobre todo informar. Estamos en contacto con muchas de las empresas que sabemos que tienen operaciones sobre todo con Rusia para aconsejar sobre temas de pagos, logística, modificaciones de condiciones de entrega...

¿Costará recuperar el nivel de intercambios con ambos países?

-Evidentemente es una respuesta que no se puede dar ahora. Dependerá de lo que dure el conflicto y sobre todo de la resolución del mismo. En el caso de Rusia si la situación se enquista y se instaura un régimen de sanciones internacionales que perdure en el tiempo el mercado va a perder buena parte de su atractivo. Puede volver a una situación similar a la de los años 80 con el colapso de la URSS en la que el consumo privado en el interior, por parte de las clases medias rusas prácticamente desaparezca por pérdida del poder adquisitivo. Y por supuesto el vecino chino que ya supone un 25% de las importaciones del país acrecentará su influencia ante la situación de conflicto con las potencias occidentales.

¿Y en el caso de Ucrania?

-En el caso de Ucrania, está atravesando una grave crisis desde 2014. Si el conflicto se resuelve en términos positivos para el país y recibe ayudas internacionales para la reconstrucción podemos prever que se convertirá en un mercado de interés especialmente para los sectores ligados a la infraestructura.