A pesar de acumular nueve años desconectada de la red eléctrica, la central nuclear de Santa María de Garoña sigue registrando actividad a nivel interno y preparando lo que debe ser el inicio de su complejo y largo proceso de desmantelamiento.

El Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) tutela la instalación en suelo burgalés y durante los doce meses del año pasado notificó y registró dos sucesos en el interior de la central. Ninguno de ellos tuvo consecuencias que pudieran afectar a los trabajadores que aún acuden a Garoña y tampoco tuvieron incidencia sobre la población cercana o el entorno natural más cercano, según los estudios llevados a cabo por el CSN.

Uno de ellos tuvo lugar el 29 de abril del año pasado al producirse un incumplimiento de las especificaciones técnicas de parada. No se efectuaron los requisitos de vigilancia previos al desplazamiento de una carga que sobrepase los 816 kilogramos por encima de la piscina de combustible ya gastado.

COMPORTAMIENTO ADECUADO

Estos dos incidentes fueron parte de los asuntos del orden del día abordados durante la última reunión del comité de información de la central celebrado el martes. Responsables del CSN informaron de los trámites y avances del proceso de desmantelamiento, que debiera comenzar en el año 2023.

También apuntaron al satisfactorio resultado de los simulacros de emergencia llevados a cabo y la visita de verificación de la radiactividad por parte de los técnicos de Euratom. Así mismo ahondaron en el funcionamiento adecuado en 2020 y primer semestre de 2021.

29

De abril. Esa jornada tuvo lugar uno de los dos incidentes. No se cumplieron las especificaciones de parada al no llevar a cabo las labores de vigilancia requeridas para mover una carga de 861 kilos por encima de la piscina de combustible gastado.

2023

Comienzo del desmantelamiento. El inicio fijado para el tercer trimestre de este año se ha retrasado.