El viernes finalizó el plazo de presentación de ofertas al contrato lanzado por el Ayuntamiento de Llodio a fin derribar el edificio conocido como Casa Españica, en el barrio de Ugarte, y en base al perfil del contratante de la web municipal se han recibido cuatro ofertas para llevar a cabo el trabajo. El presupuesto máximo de licitación de este proyecto era de 70.000 euros.
La necesidad de esta demolición radica en la liberación de suelo, ya que la existencia de este inmueble, de 406 metros cuadrados sobre un solar de 733, genera problemas de vialidad y movilidad en el cruce de las calles Goenuri, Camino Isasi y Ellakuri, así como el estrechamiento de la calle Goienuri tanto en la acera como en la calzada.
El objeto de esta actuación es el derribo de las edificaciones existentes para, en un futuro, realizar la adecuación de dicho espacio y resolver el conflicto existente en el nudo de comunicaciones rodadas en esa zona, donde confluyen el acceso al barrio del Manzanal y la entrada y salida de la urbanización Isasi. No en vano, ambos enlaces desembocan en la carretera general que comunica Okondo con Llodio en la zona más concurrida del barrio de Ugarte, junto a la iglesia.
En un principio, la idea era hacer una rotonda que debía estar contemplada en el nuevo Plan General de Ordenación Urbana, todavía sin renovar. El proyecto aprobado en su día contemplaba una obra que ascendía a 2,3 millones de euros, pero su elevado coste llevó a descartar esta opción. En estos momentos, lo que se plantea, una vez se materialice el derribo de Casa Españica, es ensanchar las aceras que suben hacia Ellakuri e Isasi.
Por otro lado, el Ayuntamiento de Llodio se ha visto obligado esta semana a condenar nuevos actos vandálicos contra el ascensor panorámico de Zumalakarregi. Y es que el fin de semana del 8 de enero volvieron a registrarse ataques al mobiliario urbano de este elevador, en forma de pintadas y roturas varias, después de los ya registrados en el mismo punto el 20 de noviembre.
Asimismo, el 13 de diciembre hubo que lamentar otro acto vandálico en el túnel que comunica la calle Kurajo con el barrio Latiorro, donde se destrozaron todos los focos de luz; el 29 de diciembre, la nueva marquesina de autobuses de Areta apareció con pintadas, cuando no llevaba instalada ni 24 horas; y el 4 de enero las dos macetas de la plaza Alberto Acero quedaron estropeadas. Por todo esto, el Ayuntamiento laudioarra ha vuelto a condenar y lamentar estos actos contra el civismo y pide a la ciudadanía que respeten y cuiden del mobiliario urbano y el patrimonio local.
El del vandalismo en el Valle de Ayala no es un problema que solo afecte al municipio de mayor población, también en el vecino Amurrio se han dado denuncias vecinales, a través de las redes sociales, por el destrozo ocasionado en máquinas expendedoras de billetes en la estación de tren, la suciedad con la que amaneció el entorno del Refor tras Nochevieja, o el robo del niño del belén que se coloca desde hace dos décadas en los jardines del barrio San José, registrado la madrugada del 8 al 9 de enero.