- Una litografía del Palacio Urrutia se exhibe en una de las cristaleras de la entrada central del Ayuntamiento de Amurrio que se puede ver desde el exterior del Consistorio. Se trata de un grabado de 1846, cuya peculiaridad es que se reproduce este emblemático palacete como era en origen, es decir, con un piso más, con arcos de medio punto, antes de sufrir un incendio apenas unos años más tarde en la década de los cincuenta de ese siglo y quedar con su configuración actual con planta baja y dos alturas. Dicha litografía se expone al público de la mano de la asociación etnográfica Aztarna, con cuyo fondo documental acostumbra a colaborar en las fiestas patronales con una exposición de fotografías antiguas del municipio.
La litografía original forma parte de un proyecto editorial de una revista ilustrada de la época de en torno a 50 litografías de distintos pueblos vascos y a las que acompaña un texto histórico. Son obra de Julio Lambla, pintor francés del siglo XIX. Probablemente, sea el grabado más antiguo de una edificación de Amurrio. No en vano, el Palacio Urrutia, conocido también como el Palacio Cejudo, es un edificio renacentista que data de finales del siglo XVI y se encuentra en la plaza Jauregiko Landa, cerca de la iglesia parroquial de Santa María.
Sobre él, el doctor en Historia, Aketza Merino, ya habló a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, con motivo del lanzamiento de su libro 15 años. Las guerras del siglo XIX en el Alto Nervión, en el que intenta arrojar algo de luz sobre el periodo histórico que va de 1795 a 1876; es decir, la Guerra de Independencia (1808-1814), la Primera Guerra Carlista (1833-1839) y la Segunda (1872-1876); además de otros acontecimientos históricos de menor alcance como la Guerra de la Convención, el Trienio Liberal o la insurrección carlista de 1855, que tuvieron su influencia y reflejo en el Alto Nervión, explicando de manera sencilla los cambios políticos, sociales, culturales y económicos que trajeron consigo.
En concreto, Merino señalaba al Palacio Urrutia como el alojamiento de un rey. Y es que “en esta comarca hubo algunas batallas, pero sobre todo es importante porque fue zona de retaguardia para los carlistas. El propio Carlos V residió aquí varios meses, a finales de 1837 principios de 1838. Miles y miles de soldados, tanto vasco-navarros como castellanos y de otros lugares (hay sobrados indicios de que los movimientos de tropas durante la primera guerra carlista supusieron el momento en el que se dejó de transmitir el euskera a las nuevas generaciones en Amurrio y su entorno), que provocaron un gran perjuicio a la población, porque se alimentaban a base de los recursos que tenían los caseros de aquí y, cuando no, les exigían dinero, pertrechos, camas y material. Algo que supuso un empobrecimiento muy grande para la gente y para las arcas públicas, no solo bajas personales”, relata, quien cree que es muy posible que durmieran en el Palacio Urrutia de Amurrio, porque “las crónicas hablan de La Plaza, y en aquel entonces se situaba allí, aunque seguro es que uno de los edificios que siguen en pie de aquella época es la casa de cultura de Amurrio. También La Aduana de Orduña fue cuartel”, subrayó.
Asimismo, fue una época que marcó un antes y un después en política, pues fue un encuentro y choque continuo entre lo viejo y lo nuevo, entre dos maneras de situarse en el mundo, dos actitudes ante el cambio inherente al despliegue de la modernidad; el conflicto entre los partidarios de la tradición (carlistas) y los que apuestan por el cambio (liberales). “A nivel global es el tiempo en el que se formaron las identidades nacionales, incluida la española y la gestación de lo que llevará después al nacionalismo vasco, la época de la abolición foral y todo el paso de una sociedad tradicional de antiguo régimen, con monarquía absoluta, a una moderna. En lo más local, es el tiempo de la formación de nuestros actuales Ayuntamientos, allá por 1841, ya que antes las comarcas venían funcionando de forma muy similar a la Edad Media”, apostilló el también habitual colaborador de la asociación etnográfica y de difusión cultural Aztarna de Amurrio, en su revista de la que se acaba de lanzar la número 57 con el objetivo, como siempre, de pasar a papel la historia de esta comarca para que no se pierda y perdure en el tiempo.
En esta edición, que en breve estará también volcada en la web de la asociación, se pueden leer artículos muy diversos e interesantes, entre los que destaca uno relacionado con la construcción de la presa de Maroño hace ya 30 años, que explica de manera técnica y gráfica, cómo se creó esta gran infraestructura.
Además, Iñaki Salazar acerca las ordenanzas del vino en Orduña, y también historias en torno a la lobera de San Miguel, su cueva y ermita. Mientras, el investigador de Amurrio y habitual firma de la revista de Aztarna, Javier Aspuru, sigue acercando el mundo de la cartografía y un plano que ha encontrado de la antigua iglesia de Amurrio, fechado en 1563. José Mari Garaio, por su parte, aporta un artículo sobre la parroquia de Baranbio, y la publicación también arroja más datos sobre el ocaso de los Ayala, entre otros reportajes y secciones en las que no falta la habitual sección de fotografías antiguas. El siguiente número, el 58, llegará el próximo mes de junio.