yer, por la tarde recibí la noticia del fallecimiento de María Ángeles Cobas Peñacoba, mítica periodista de la radio local, asociada durante muchos años a la Sociedad Española de Radiodifusión, Radio Vitoria.

María Ángeles Cobas, Pines para los más cercanos, fue una periodista autodidacta que supo enfrentarse con éxito de audiencia a la transformación de la radio local, artesanal y próxima, a los cambios que la nueva tecnología digital imponía en la redacción, producción y emisión gracias a su gran corazón y capacidad organizativa y de mando.

Condujo con éxito las negociaciones entre la radio pública Eusko Irratia,empresa pública que compró a la Caja de Ahorros Municipal y Monte de Piedad de VG, la emisora fundada por el vitoriano Hernández Peña. Pines formó parte del equipo de trabajo de los años 70 y 80, con históricos de la radio local como Mari del Val, Judit Cobo, José Mari Sedano, José Mari Frutos, Jesús Escaño, Javier Cameno, Marian Bizkarra, Aurora Nieto, Rosa María Manero, Luis María Aramburu, José Luis Garrido, José Mari Fernández y algún otro nombre que seguro se me escapa y pido por ello perdón, y que supieron sobrevivir frente a las grandes cadenas radiofónicas en su pelea por la audiencia y la facturación publicitaria.

Se nos ha ido la voz de las mañanas de la programación de Radio Vitoria con su magacine Álava buenos días. Vitoriana fervorosa, alavesa de profundas raíces convirtió su trabajo en divulgación, defensa y exaltación de los valores e iconos más representativos de Araba.

Maestra de periodistas, en sus manos se ha forjado una larga cadena de profesionales radiofónicos desperdigados en variados campos de la actual radio. Sintió la radio, experimentó el calado radiofónico de la simpatía, la educación y el buen hacer ante el micrófono con conocimiento aquilatado de los contenidos a tratar, y por ello se convirtió en la voz de radio vitoria.

Se nos ha ido la golondrina de la radio, una mujer valiente frente al micro y decidida en el decir y hacer. Se nos ha muerto María Ángeles Cobas. Su voz perdurará para siempre en los pliegues de las ondas hertzianas. ¡Goian bego!