Un diagnóstico entre 404 establecimientos comerciales y de servicios del territorio alavés realizado por Aenkomer, Empresarios/as de Comercio y Servicios de Álava, a través del Barómetro del Comercio y hostelería pre y poscovid, alerta sobre la “incertidumbre” de los negocios ante la continuidad de su actividad como consecuencia de la crisis del coronavirus. Sigue, por tanto el particular annus horribilis de la hostelería, que comenzó en marzo de 2020, tras la declaración del estado de alarma, con el cierre de bares y restaurantes, con el fin de contener la expansión del coronavirus.Un claro ejemplo de ello, como recuerdan desde Hosteleros de Vitoria y Álava (HVA-GAO), que este jueves envío una carta al Gobierno Vasco, reclamando indemnizaciones por las pérdidas que sufren y en la que solicitan que se devuelva al sector “el honor, la dignidad y el respeto que se merece”, son los más de cuatro mil ERTE que a marzo había abiertos entre los trabajadores por cuenta ajena.
Como explica Edurne Hidalgo, en nombre de esta asociación, las limitaciones que han soportado por la pandemia les han dejado tocados económicamente y moralmente. “Llevamos soportando sobre nuestros bolsillos pérdidas, no solo de facturación, sino también económicas, durante un prolongado tiempo. Con las restricciones actuales y los cierres impuestos, la mayoría de los negocios de este sector son inviables. Hay que recordar que, aunque ustedes ahora mismo vean esas terrazas a ratos llenas, hace dos años por estas fechas también lo estaban y se podía hacer uso del interior. Más de uno y de dos, se tomaba su caña bajo el aire acondicionado, del que se quejaba salía muy frío. Y las instituciones no hacen más que repetir una y otra vez cifras de ayudas, que siempre fueron la misma limosna y que todavía no se ha cobrado en muchos casos”.
Por ello, ahora hay “muchos locales cerrados, sin recibir nada de compensación y teniendo que afrontar todos los gastos, puesto que al no cerrarles esta vez ni siquiera nos ahorramos autónomos”. Añade que además de todos los daños morales que todo hostelero acarrea con esta situación, como estrés, baja autoestima, insomnio o ansiedad, “todos hemos dado positivo en el test de mobbing, ya que nos sentimos acosados, abandonados, sin ningún amparo social, ni político… Eso sí, teniendo que afrontar todos y cada uno de los pagos que trae consigo tener un negocio”.
Un sentir que es prácticamente el mismo, si se le pregunta al portavoz de la plataforma de hosteleros de Álava SOS Ostalaritza y Kutxiko Taskeroak Elkartea, Karlos Sobrón, por la manera en que la pandemia ha afectado al sector desde marzo de 2020. “Ha sido un auténtico desastre”, responde. “Ha habido muchas malas fases, pero para mí, el mes más duro fue cuando se cerró el 7 de noviembre, a cal y canto, y luego se reabrió el 12 de diciembre, pero nosotros decidimos no reabrir ese fin de semana, porque nos parecía una irresponsabilidad hacerlo en sábado”, reprocha Sobrón, que regenta el restaurante Amboto de la calle Cuchillería, en pleno Casco Viejo de Gasteiz.
Un 2020 que ha estado “lleno de decisiones ilógicas y vemos que la clase política nunca, nunca, nunca tomas responsabilidades. No son autocríticos y no se dan cuenta de que si no puede haber aglomeraciones, no puedes abrir la hostelería un sábado y encima prenavideño, cuando ya todo el mundo tiene ganas de salir, de comprar... ¿Que creían que iba a pasar luego en enero?”, cuestiona.
Por eso, como dice, están así de mal, “y no solo porque las afecciones se están alargando muchísimo en el tiempo, sino porque cada decisión que se toma es errónea. ¿Quién entiende estas últimas restricciones? ¿En qué se basan para poder abrir el interior para las comidas de 13.00 a 16.30 horas? Nosotros, en Vitoria, comemos a las 14.30-15.30 horas los fines de semana. Eso es religión porque a la gente le gusta alargar el vermú. ¿Por qué tenemos que echar a la gente a las 16.30 horas? Es lo que no entendemos y nadie nos informa y toman decisiones unilateralmente que afectan a nuestro futuro”.
Sobrón precisa que el año pasado estuvieron un tercio del año cerrados “a cal y canto. Y nadie nos ha llamado para decirnos que no nos preocupemos, que van a compensarnos de alguna forma. Y lo que nos dan son migajas... Locales que han pedido más de 500.000 euros de facturación solo han recibido 12.000 euros y luego, mediáticamente, parece que están dando ayudas, pero eso no es suficiente. En Alemania les indemnizan como Dios manda y por eso no salen a la calle a protestar. Tienen que ser conscientes de que tienen que ayudar a los sectores a los que están restringiendo su futuro laboral. Eso es de primero de civismo político. Lo contrario es cargar contra la hostelería”.
En la Kutxi, como ilustra, ya han cerrado cinco locales. “Y dos o tres más seguro que caen”, avisa.
Para evitar unas cascada de cierres, la solución pasa por “voluntad política”. “Nosotros, en este año, hemos hecho cinco manifestaciones, numerosas concentraciones, que seguimos con ellas, un montón de reuniones... Hemos ido al Parlamento Vasco en seis ocasiones, hemos estado en el Ayuntamiento, en la Diputación... Y aquí no hay ningún plan de rescate organizado. Entiendo que en marzo del año pasado, era difícil saber cómo luchar contra una pandemia, pero ahora... Y se nos pide responsabilidad, que la hemos cumplido porque estamos como policías vigilando al cliente”.
En consecuencia, pide a la clase política que esté “a la altura de las circunstancias porque los números no dan. Por eso el enfado es mayúsculo. Se están cargando a un sector que da de comer a un montón de gente aquí”, censura este portavoz.
“Llevamos soportando sobre nuestros bolsillos pérdidas durante un prolongado tiempo”
Hosteleros de Vitoria y Álava
“Los números no dan. Por eso, el enfado que tiene el sector es mayúsculo”
SOS Ostalaritza y Kutxiko Taskeroak