Hace un año nadie llevaba mascarillas por la calle, pero desde el 4 de mayo todo empezó a cambiar cuando el Gobierno de Pedro Sánchez decretó uso empezó a ser obligatorio en el transporte público, lo que, posteriormente, se amplió a todo tipo de espacios.
Desde entonces, y hasta que no se consiga la ansiada inmunidad colectiva, los protectores faciales o cubrecaras han llegado para quedarse y con ellos, ha venido también todo un abanico de complementos y accesorios.
Uno de los más comunes son las cajitas y sobres para tenerlas a buen recaudo o simplemente para llevarlas siempre consigo y tener una extra ante posibles despistes, roturas o para guardar la mascarillas de recambio y ponérsela una vez que acaben las cuatro horas de vida útil de las mismas.
Otro de los que más se ven son los salvaorejas, ya sea en formato cordón o de tira (mejor si éstas son de silicona y de tipo antideslizante, como las que no han enseñado en la farmacia de Mercedes Villacorta de Portal de Legutiano, de Vitoria, como se puede ver en las fotos que acompañan esta noticia).
Soportes redondos
Hay incluso unos soportes redondos (que pueden ser desde transparentes a de color), que se colocan entre la boca y la mascarilla, a modo de apoyo para impedir que los labios rocen la misma. Entre las ventajas que proponen, la de que el pintalabios no manche la misma y la de que se respire mejor, puesto que al sostener la tela alrededor de la boca, se crea más espacio.
También hay cuelgamascarillas, en formato cordón o de cadena de abalarios, para llevarlas al pecho cuando no se usen. La idea es evitar que la mascarilla se contamine al dejarla sobre superficies, pero hay quien defiende que estas cadenas son igual de peligrosas que llevar las mascarillas al codo o en la mano, porque los virus de la mascarilla pueden acabar en la ropa. Por eso, en caso de lleva estas cadenas, lo mejor es cubrir la mascarilla con una funda específica para evitar que estén en contacto con la ropa.
Antivaho
Un subsector propio de este mundo es el de los productos dirigidos a evitar que las gafas se empañen. Existen ya mascarillas antivaho y gamuzas, como ya informó DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, sprays con líquido antivaho para este mismo fin, y hasta clips que se colocan en el puente nasal "antivaho" para formar una barrera. Lo hacen tras incorporar tres rejillas de ventilación, en cada uno de sus lados, para guiar el calor exhalado evitando así que las gafas se empañen.
También hay trucos caseros, como el de la espuma de afeitar para evitar que se empañen, si se frota está por cada uno de sus cristales, se espera un par de minutos y se aclara con agua tibia.
Los geles hidroalcohólicos han experimentado su propia revolución, porque más allá del clásico bote, los hay ahora en formato pulsera, o con mosquetón para colgarlos a la mochila.
Posibilidades, no cabe duda, que hay, en el mercado, sobre todo en bazares e internet. Por eso, ante la duda, mejor consultar en la farmacia, lugar en el que la seguridad de las mismas está más que garantizado.