No hay mejor manera de hacerse oír que la de hacerse ver. Las familias de Aldaialde, hartas de que sus txikis lleven cinco años estudiando en barracones, han seguido este miércoles al pie de la letra esta máxima cuando poco ante de las cuatro de la tarde y coincidiendo con su comparecencia en el Parlamento Vasco, han empezado a concentrarse en la plaza del General Loma disfrazados de cerditos, de lobos y leones, entre otros personajes, para reivindicar, en una manifestación que había partido desde este punto y recorrido varias calles del centro: "que Aldaialde no es un cuento".
Lo hacían, como explicaban a este diario, porque necesitan su "final feliz": el de la construcción del que será el tercer colegio de Zabalgana, en una parcela de Borinbizkarra, afectada por múltiples contratiempos, a cuenta de que está afectada por el estudio de soterramiento de hace una década. Por eso ahora esperan que la tercera licencia que ha emitido el Ayuntamiento de Vitoria, "sin que nada pise su traza ferroviaria", sea impedimento para empezar a edificarlo. "Tenemos incertidumbre porque es la tercera licencia que se emite y ahora toca que el Gobierno Vasco cumpla con su parte", decían hace una semana.
Y como todavía no las tienen todas consigo este miércoles han pedido explicaciones a la parte que le tocaba al Ejecutivo vasco, al ser el que debe publicar la licitación para poder adjudicar y ejecutar las obras, durante su comparecencia en elParlamento Vasco.Y aparte, han vuelto a salir a la calle, "para ver si de una vez nos hacen caso", destacaba Nuria Carretero, una de las amatxus asistentes a esta movilización, disfrazada de cerdita, que asistió a la misma acompañada de Aleia, de seis años, y Markel, de 3. Su hija e hijo, respectivamente, que actualmente estudian en esos módulos prefabricados de Mariturri. "Llevamos muchos años esperando el nuevo cole", lamentaba.
No es un centro en condiciones
Ahora, en plena pandemia, han visto otra cara, también mala, de no tener un centro en condiciones en los que los menores puedan estudiar. "Los barracones pronto se empezaron a quedar pequeños", censura. Y no solo porque aumentan los niños que van allí cada curso. "Los pequeños, los de dos años, no tienen jantoki por las restricciones que hay por el covid".
June Atienza, disfrazada también de gorrino, suscribía cada una de las palabras de Carrero. "Siempre nos dicen alguna pega por las obras", declaraba esta mujer, madre de Noa, de 5 años. Otra vecina de Zabalgana, el barrio al oeste de la ciudad de Vitoria, que también ha decidido secundar la protesta "porque hay que hacerse ver y para que sean sinceros, porque no acabamos de entender el problema que hay".