s 29 de marzo de 2020. Iker y Eneko Pou se ven las caras con Simone Moro para hablar de aventura y de escalada, el deporte del que los tres son referentes mundiales, pero al contrario que en otras ocasiones, esta vez no lo hacen ante un auditorio abarrotado, sino delante del ordenador. Llevan, llevamos todo el mundo, dos semanas encerrados en casa, y los hermanos Pou han decidido abrir un canal en YouTube para hablar con sus compañeros y salir de nuevo al monte, aunque sea echando mano de viejas anécdotas y recuerdos.
De esa forma amortiguaron un poco la preocupación por el futuro en un mundo, el del deporte de élite, que también ha vivido el 2020 con mucha incertidumbre. Más allá de las disciplinas que mueven más dinero, de la burbuja de la NBA, del Tour sin público en los puertos, de los partidos de fútbol a puerta cerrada, son muchos los profesionales que han visto comprometida su forma de vida y que todavía no saben qué les va a deparar el futuro.
"Ha sido un golpe muy duro, nosotros hemos tenido suerte y hemos podido aguantar, pero todo el mundo ha recortado y mucha gente se ha quedado sin patrocinios", explica Iker, que al igual que su hermano va tirando de ahorros, aprovechando que también los gastos se han reducido considerablemente.
Los Pou aterrizaron en Mallorca, donde tienen su residencia habitual, dos días antes del confinamiento, e Iker afirma que fue "una suerte" porque "dentro de lo que cabe estamos un poco mejor que en Vitoria, cada uno en un pueblo".
Su trabajo, es evidente, se desarrolla al aire libre, y tuvieron que buscarse la vida para no perder la forma. "En mi caso lo tenía más sencillo porque hace unos años me construí un pequeño rocódromo en el garaje y por lo menos podía matar un poco el nervio y mantenerme mínimamente", explica Iker.
Además, tiene un pequeño terreno alrededor del cual corría a diario, "dando miles de vueltas hasta acabar mareado y un poco loco". Eneko lo tenía peor, señala su hermano. "Está en un piso más pequeño. Tenía un sistema de tablas y un potro para entrenar, y consiguió un rodillo para hacer bicicleta". Para ambos fue "muy duro" verse así, pues su entrenamiento habitual consiste en salir fuera "seis días a la semana".
En las primeras semanas de pandemia, entre los deportistas profesionales hubo una carrera por conseguir el certificado de deportistas de interés nacional, que facultaba a quien lo portaba a entrenarse en la calle en tiempo de restricciones. Hubo quien tuvo suerte, pero a los hermanos Pou les llegó cuando ya había acabado el confinamiento.
Sin ese papel que les habría permitido mantener una rutina más normal, el canal de YouTube fue una válvula de escape. "Nos sentíamos en la obligación de hacer algo, y para estar activos y motivados decidimos hacer entrevistas a compañeros, nos servía como marca, como empresa, como hermanos Pou, pero también para hablar con la gente, que estaba muy agobiada, para probar cosas nuevas y no quedarnos quietos ante estas dificultades", rememora Iker.
Ahora el encierro ha terminado, pero el mundo del deporte al aire libre, de la exploración, de la aventura, de la montaña, ha salido del confinamiento para encontrarse con un planeta en el que no se puede viajar libremente, quién sabe por cuánto tiempo. Iker y Eneko dan ya el invierno por perdido, pero tienen la esperanza de que en unos meses puedan volver a disfrutar de su estilo de vida y su trabajo "con un mínimo de seguridad".
Eso sí, una de las consecuencias de la pandemia ha sido que mucha gente, con los bares y los centros comerciales cerrados, sin poder salir de su entorno más cercano, se ha lanzado a descubrir, o redescubrir, si lo tenían olvidado, el monte. Se nota en Álava, donde miles de personas disfrutan de su ocio en el entorno natural privilegiado del que disfrutamos, y también en Mallorca, un lugar no menos apropiado para disfrutar del aire libre.
"Se ha notado muchísimo, en Mallorca ha sido tremendo, increíble, algo que no habíamos visto nunca", explica Iker. Según cuenta, en la isla "ha habido aglomeraciones en los sitios mas populares, igual puede haber un 70% de gente más que va a la montaña", y eso con los turistas que habitualmente eligen el archipiélago balear para disfrutar de sus vacaciones agazapados en sus países de origen. "En Mallorca no ha entrado ni un 10% del turismo de otros años y aún así, cualquier día, pero más en fin de semana, alucinas en colores con lo que te encuentras en el monte", afirma.
"Durante el confinamiento entrenaba dando miles de vueltas a mi terreno, acababa mareado"
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