Está siendo un año complicado para el campo, para el viñedo especialmente. A la incertidumbre de si se venderá o no la uva, si las bodegas aguantarán el tirón de la falta de ventas en el canal Horeca, se ha unido una climatología adversa, con infecciones de mildiu y con daños catastróficos a causa del pedrisco.
-En algunas localidades se han vivido condiciones excepcionales para la progresión del mildiu, debido a las lluvias que se sucedieron entre el 7 y el 17 de mayo. Hubo una contaminación tremenda y de hecho los modelos matemáticos ya preveían en enero que iba a ser un año de mildiu. Se dieron condiciones en mayo y salió una infección en floración mucho más alta de lo que esperábamos. En ese momento el racimo es supersensible y en el momento que se ve afectado se seca completamente. Hay términos que han sido muy afectados.
¿Puede afectar a la calidad de la uva?
-No afecta para nada a la calidad, sino tan solo a la producción. Lo que tenemos que hacer es empatizar un poco con el agricultor, que en esta época del año está de sol a sol en el campo custodiando su mayor tesoro que son las uvas, su presupuesto del año que viene, que es cuando las va a vender y pese a estar de sol a sol y estar quemando auténticas barbaridades de dinero en muchos casos, le ha sido imposible parar la infección.
¿Cómo ha evolucionado esa infección?
-El primer ataque se produjo por las lluvias del 7 al 17 de mayo y ahora hemos tenido una segunda infección visible a causa de las aguas que cayeron el 4 de junio y ya se están viendo moteados estos días en el campo y en otras partes de la planta, no solo de la uva. Si antes había afectado a la uva, ahora se ha acentuado, pero también está afectando a hojas más tiernas y el agricultor ha vuelto a tener que realizar tratamiento. Yo espero, y ojalá me equivoque, se hará visible una tercera infección por las aguas caídas el 12 y 13 de junio.
¿No se ha logrado hacerlo desaparecer?
-Lo que está chocando es que, donde había contaminación ya y se mostraban síntomas, estas aguas lo que hacen es acentuar esa infección. Asó, llegaron las aguas del 4 de junio, que volvieron a generar otra contaminación, que es la que se está viendo ahora, y resalta lo que ya está, que es lo mismo que pasará con las aguas del 12-13 de junio: acentúa lo que hay y provoca una nueva contaminación.
¿Cómo se podría mejorar la licha contra esta y otras enfermedades de la planta?
-Es una pena que no se comparta información, la gente hace sus aplicaciones, no lo comenta y no podemos sacar conclusiones. Estamos en un año excepcional que, si hubiera habido una única aplicación de teléfono, la gente compartiríamos abiertamente, seríamos transparentes y comentaríamos qué echamos y cómo lo hacemos y se cruzarían datos de qué los productos que utilizamos y las moléculas usadas y hubiéramos podido sacar más conclusiones de las que hemos sacado. Ha sido una oportunidad perdida.
Se hablaba también de problemas con el oidio.
-Los agricultores están acostumbrados en esta zona a luchar contra el oidio y, aunque este año se han dado las condiciones para que saliera, se han pasado tantas aplicaciones contra el mildiu que se ha evitado que en vez de algún caso -como hemos visto- se dieran mil y es que el agricultor cuando va a tratar el mildiu echa una molécula para combatir el oidio. Por tanto, se ha tratado tan intensamente que el oidio no ha aparecido con la intensidad con la que hubiera podido aparecer.
¿Cuántos tratamientos han tenido que realizar, porque se ha hablado de 3 y 4?
-No, no, ha habido casos de más. Hay zonas más afectadas, donde en el mes de mayo cayeron entre 70 y 90 litros de agua por metro cuadrado, donde se han tenido que realizar hasta 6 aplicaciones. A pesar de las dificultades de acceso, entraban y trataban y lo volvían a hacer. Pero es que hay viñas muy afectadas por el mildiu.
Para tratar de mostrar la dimensión del problema, ¿Se puede calcular el coste de cada tratamiento por hectárea?
-Un tratamiento por hectárea con la molécula fungicida antimildiu, de primera generación, que es a lo que recurren en estos casos cuesta unos 45/50 euros la hectárea. En un año medio, un agricultor gasta en tratamientos unos 300 euros por hectárea. Solo en moléculas antimildiu, sin contabilizar las de oidio. Ni los acaricidas o los insecticidas, aunque cada vez se utilizan menos por respeto al medio ambiente. A estas alturas el coste de tratamiento de un año medio ya se ha alcanzado, y eso que a la uva le queda hasta mediados de agosto. Así que la factura, en muchos casos, se va a triplicar o cuadruplicar. ¡Y hasta por cinco se puede multiplicar!.
¿Y en cuanto al pedrisco? Porque ha habido ya un par de tormentas.
-El pedrisco es lo peor para el agricultor, porque lo que hace es desfoliar las fincas, tener mala producción y hace que el viñedo se detenga durante 15 ó 20 días, no avanza como el resto de viñedos. Es decir, que mientras tengamos las uvas verdes hay más riesgo de enfermedades, del temido oidio. En este caso, esos viñedos van a estar entre 15 y 20 días más expuestos al hongo, ya que tarda ese tiempo en reactivarse la savia.
¿Qué es lo que produce el pedrisco?
-Lo primero que ocasiona son heridas, unas heridas que no dejan de ser entradas para enfermedades fúngicas, como son el oidio o el mildiu. A la calidad no le afecta para nada, pero si ocasionará un ritmo de maduración muy diferente a lo no granizado. En esos viñedos, la vendimia se retrasará entre 15 y 20 días
¿Las heridas se curan?
-Afortunadamente, después de la última granizada, el tiempo está acompañando y las plantas están cicatrizando perfectamente y se están recuperando. Otra cosa hubiera sido que no parara de caer, pero ahora llega una temporada de calor y el agricultor puede estar tranquilo. Cuando pueda llegar otra tormenta, las plantas habrán cicatrizado.
La última tormenta ha afectado a 1.500 hectáreas. Pero parece que hay motivos para el optimismo.
-Obviamente hay una zona cero que no va a producir nada, pero en el resto de viñedos y con los rendimientos que ha aprobado el Consejo Regulador hay que ir a por ello. Otra cosa es que hubiera sido más adelante, en agosto, con azúcares en las bayas, hubiera ocasionado zonas de entrada de botrytis.
“Los modelos matemáticos ya preveían en enero que iba a ser un año de mildiu. En mayo salió una infección más alta de la que esperábamos”
“El pedrisco es lo peor para el agricultor. Lo que hace es desfoliar las fincas, tener mala producción y hace que el viñedo se detenga 15 días”
“Hay una zona cero que no va a producir nada, pero en el resto de viñedos y con los rendimientos del Consejo hay que ir a por ello”