Pocas señales dejan entrever que detrás de los muros de los edificios se encuentran los vecinos de Rioja Alavesa. A las doce del mediodía, hora clave del carrillón de Laguardia, la plaza aparece vacía, cuando a esa hora está llena de visitantes. Más temprano, el salón acristalado de bodegas Valdelana, tan lleno de personas que desayunan, aparece vacío y cerrado. O a la hora del recreo, las ikastolas, como los de la calle Fueros de Oion, se mantienen vacías y en silencio. A la hora del vermú, en Lapuebla de Labarca, el Zubía está con la cancela echada y un letrero pide disculpas.
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