gasteiz - Trabajan en domicilios particulares. La mayoría de las empleadas son mujeres. Atienden a mayores y dependientes de todo tipo en sus casas (niños, discapacitados, personas que padecen patologías psiquiátricas,€). Son las trabajadoras que pertenecen al denominado SAD, Servicio de Atención Domiciliaria, quienes denuncian no disponer del material de protección necesario tanto para evitar contagios como para contagiar a los usuarios del SAD en la crisis del coronavirus, teniendo en cuenta que los mayores están siendo las personas más vulnerables al ataque de esta pandemia.
Cada empleada va todos los días a tres o cuatro casas particulares de media para ayudar a los usuarios a levantarse, vestirse, asearse, tomar la medicación y otras tareas básicas. "Nos han dado una mascarilla para utilizar en cada domicilio durante las próximas tres semanas, en mi caso me han dado cinco mascarillas para atender a cinco usuarios durante tres semanas", explica Mariangeles González, una de las trabajadoras familiares (o auxiliar domiciliario en el SAD) en Vitoria-Gasteiz. Está pasando el encierro en casa junto a su marido y a sus dos hijos de 16 y 13 años. Durante estos días organizarse en el trabajo les está resultando muy complicado porque muchos servicios del SAD se han suspendido mientras dure el confinamiento y hay compañeras de baja.
Desde el viernes, las trabajadoras del servicio de atención domiciliaria disponen de mascarillas quirúrgicas para atender a los usuarios, un colectivo que denuncia que desde que comenzó el confinamiento lleva 15 días trabajando sin el material de protección necesario. CCOO de Euskadi anunció el jueves que el Departamento de Salud del Gobierno Vasco ha entregado 223.000 mascarillas y guantes para las trabajadoras del SAD de Euskadi.
Ellas, que realizan un trabajo esencial en el cuidado de las personas dependientes que no son capaces de autocuidarse, llevan mucho tiempo denunciando la falta de medidas protectoras que hace peligrar la salud de los usuarios y de las propias trabajadoras. Además, para atender a los usuarios no pueden garantizar la distancia de seguridad que marcan los protocolos para evitar el contagio del coronavirus.
En general, las trabajadoras del SAD no cuentan con mascarillas homologadas, ni con uniformes desechables en cada domicilio, ni con los guantes adecuados.
"Cada día es una aventura y te puede cambiar la jornada laboral a golpe de teléfono", relata esta trabajadora, quien explica que desde el colectivo asumen esta situación cambiante, pero al mismo tiempo exigen el material necesario de protección para atender a los usuarios del SAD. "Hay que cuidar a nuestros mayores, que son el grupo más vulnerable, y sin olvidar que quizás la única visita que tienen al día algunas de estas personas es la nuestra".
bata y guantes Actualmente estas trabajadoras familiares acuden a los domicilios "con una bata que llevamos todo el día de casa en casa y nuestros guantes. Durante los primeros días del confinamiento varias compañeras, entre las que me incluyo, nos hemos hecho nuestras propias mascarillas de tela, porque desde la empresa solo se daban mascarillas en caso de cuarentena o que el usuario presentara coronavirus", explica Mariangeles González.
Esta trabajadora es muy clara al respecto: "No tenemos miedo a contagiarnos nosotras, tenemos miedo a ir diseminando el virus por los domicilios por los que nos desplazamos, tenemos miedo a llevarle el virus a la persona de 91 años a la que vamos a levantar cada mañana y no poder volver a ayudarla...".
Sin besos para los mayores Los colectivos con los que trabajan las empleadas del SAD siempre son de riesgo, y la respuesta que están teniendo por parte de los usuarios ante el coronavirus es muy dispar. ¿Quién nos diría que echaríamos tanto de menos los besos de nuestros padres y de nuestros abuelos? El confinamiento que estamos viviendo para detener el coronavirus nos ha puesto a toda la población en una situación nunca antes vivida, una experiencia que está afectando de manera notable a los colectivos más vulnerables, como son los mayores que viven solos y las personas dependientes.
"Hay ancianos con demencias que atendemos en los domicilios que no saben muy bien lo que está pasando, pero notan que algo es distinto. Ya no les achuchas, no les das dos besos... y para ellos eso no tiene excusa, porque son gestos que les ayudan tanto o más que la higiene diaria, se les ve alicaídos durante estos días", explican desde el colectivo de trabajadoras.
En cuanto a las diversas situaciones familiares que conocen, Mariangeles señala que al permanecer cerrados los centros de día y el hecho de que no se pueda salir a la calle complica mucho la convivencia en los domicilios. "Los que conviven con cónyuges o familiares están todo el día en la cuerda floja. Es muy duro no poder evadirte ni un momento de tu papel de estar pendiente del que te necesita, y muchos están todo el día a la gresca".
Sin olvidar a las personas que padecen patologías psiquiátricas, a quienes tampoco les favorece el confinamiento. "Están surgiendo ajustes de medicación para poder sobrellevarlo lo mejor posible", explica esta trabajadora del SAD.
humor y profesionalidad "Surgen muchas situaciones de estrés y lo que intentamos nosotras es procurar detectar actitudes, comportamientos y hablar mucho con las familias para el tema de las medicaciones. Intentamos trabajar con humor, aunque algunos días cueste encontrarlo, y con profesionalidad. Digan lo que digan nos gusta nuestro trabajo y somos unas profesionales porque nos debemos a ellos, y por eso no queremos que corran ningún riesgo", finaliza.
En definitiva, por lo que protestan las trabajadoras del Servicio de Ayuda a Domicilio (colectivo donde la mayoría reconoce que su trabajo como vocacional) es por no disponer de una mayor seguridad a la hora de realizar su trabajo. Destacan que el riesgo se agranda notablemente entre los usuario del SAD.