Dulantzi, municipio por el civismo
Un plan pretende la mejora de los espacios comunes del pueblo y el fomento del entorno implicando al vecindario, frente a la proliferación de actos vandálicos
El Ayuntamiento de Dulantzi, en su afán por mejorar la imagen de la villa y la convivencia ciudadana, vuelve a incidir en problemáticas recurrentes como la realización de pintadas o la rotura de mobiliario urbano, entre otras, ya que siguen siendo una de las principales fuentes de quejas ciudadanas. Todo ello con un objetivo claro: Conseguir, entre todos, que la localidad de la Lautada sea cada vez más bonita, limpia y agradable.
“Tanto el equipo de gobierno como la gran mayoría de la población de Alegría-Dulantzi estamos muy preocupados por la proliferación de actos incívicos que se están dando en nuestro pueblo durante estos últimos años, por lo que en próximas fechas se van a poner en marcha campañas de sensibilización para incidir en la necesidad de respetar y cuidar nuestro pueblo”, anuncia el primer edil de la villa de la Llanada, Joseba Koldo Garitagoitia.
Desde el Consistorio de la localidad señalan que “es habitual ver cómo hay gente que se dedica sistemáticamente a destrozar el mobiliario urbano -papeleras, bancos, juegos infantiles, jardines, etc?- y a realizar grafitis y pintadas por todos los rincones, sin tener en cuenta el coste económico que esto supone para todas y todos los vecinos de Dulantzi”.
Anualmente, el Ayuntamiento gasta “miles de euros en reparar desperfectos, dinero que se podría invertir en mejorar nuestro pueblo y que, sin embargo, utilizamos para arreglar lo que unos pocos rompen”, puntualiza el alcalde Garitagoitia, para quien “los destrozos de unos pocos los pagamos todas y todos”.
Falta de civismo que también se está dando “cada vez más a menudo”, según señalan fuente municipales, en las zonas de depósito de residuos donde, además “de no reciclar en muchas ocasiones el vidrio, los envases y plásticos y el papel y el cartón, se depositan habitualmente muebles, electrodomésticos, escombros y objetos, haciendo caso omiso a la ordenanza reguladora de recogida de residuos”. Apuntan que “hay incluso gente que ya ni se molesta en depositar la basura en los contenedores y por comodidad la deja fuera de éstos en el suelo”.
Alegría-Dulantzi dispone de un garbigune donde se pueden depositar todo tipo de objetos durante cualquier día de la semana -excepto los domingos- y, además, la empresa encargada de la recogida de residuos sólidos urbanos en los pueblos de la cuadrilla de la Llanada ofrece un servicio de recogida de residuos voluminosos y enseres los primeros martes de cada mes. Asimismo, contempla también la recogida bajo demanda de material eléctrico y electrónico.
“Con una simple llamada por teléfono demandando la solicitud de recogida se atiende a aquellas y aquellos vecinos que necesiten retirar éste tipo de objetos”, advierte el alcalde, quien no entiende “cómo día sí y día también los operarios del ayuntamiento han de dedicar parte de su tiempo en retirar objetos que no se deben depositar en las zonas de contenedores”.
Como medida disuasoria, el Ayuntamiento va a incluir próximamente un régimen sancionador en su ordenanza para poder sancionar a todas aquellas personas que actúen de manera incívica. “Son cada vez más los pueblos y ciudades que han tomado la determinación de aplicar éste tipo de sanciones y los infractores han de concienciarse de que tarde o temprano pueden ser sancionados por realizar conductas inapropiadas”, advierte el máximo responsable municipal.
Esta ordenanza, según adelanta Garitagoitia, tendrá como finalidad “regular determinadas acciones y comportamientos que puedan afectar a la limpieza del municipio y consecuentemente, a la calidad de vida de toda la ciudadanía”. A juicio del primer edil, “lograr que Alegría-Dulantzi sea un pueblo limpio, que cuida y protege su entorno, requiere de la colaboración tanto del Ayuntamiento como de todo el vecindario”. Asimismo señala que “una calle limpia no depende sólo del servicio de limpieza, sino también de la educación de sus habitantes”.
Otro de los aspectos por los que Garitagoitia se muestra preocupado es “que aún haya muchísima gente que no recicla los residuos que genera en su domicilio”. Aunque los últimos datos relativos al año 2018 indican que en la Cuadrilla de la Llanada se reciclan 25 kilogramos de envases de media por habitante y año -la tasa media de Araba se sitúa en 21,81 kilos por habitantes al año-. “Creemos que hay un gran margen de mejora, por lo que es necesario que las vecinas y vecinos sean cada vez más conscientes de la necesidad de reciclar todo tipo de material reciclable”, señala.
La emergencia climática “es un hecho ya constatado y todas y todos debemos de colaborar para poner remedio a la grave situación en la que nos encontramos y con pequeños gestos como el reciclaje podemos contribuir a mitigar y corregir los efectos que padecemos como consecuencia del cambio climático”.
Para alcanzar los mayores niveles de bienestar social, el Consistorio pretende implicar a la ciudadanía y al os diversos agentes para la consecución de una localidad cívica. La educación es el mejor modo de solucionar los problemas porque “la mala educación cuesta mucho”. El Ayuntamiento pretende rectificar determinadas actitudes ciudadanas para que no pongan en peligro la correcta convivencia y la posibilidad de disfrutar de un municipio más amable.
Durante los próximos meses el equipo liderado por Garitagoitia pondrá en marcha una serie de iniciativas encaminadas a concienciar a la población de la importancia del respeto del entorno. Se trata de coordinar compromisos individuales y actuaciones municipales, respecto a la forma de entender y utilizar el pueblo, para conseguir poco a poco un entorno más agradable.
Pretende erradicar esa lacra de pintadas de fachadas o señales de tráfico o la basura fuera de los contenedores. Todo ello para conseguir una localidad sin suciedad, publicidad descontrolada o ruido, siempre con el propósito de hacer la vida más amable donde primen las buenas relaciones entre los vecinos. Las próximas acciones pretenden la mejora de los espacios comunes del pueblo y el fomento del entorno, implicando a los dulantziarras en mantener y “mejorar la calidad de vida”.
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