Rodeados de libros de nacimientos y fallecimientos y con un calor espantoso, ya que la casa consistorial de Baños de Ebro no tiene aire acondicionado, dos genealogistas sucesoriales llegados de Francia buscan a las personas apellidadas García Blanco para tratar de averiguar si son los afortunados herederos del patrimonio de un fallecido en el país vecino, que no dejó testamento escrito sobre el destino de sus bienes.
Estos genealogistas son quienes se encargan de recoger los encargos de los notarios cuando deben proceder a la liquidación de una sucesión en la cual no existen herederos conocidos, para realizar un estudio genealógico, realizando las búsquedas necesarias para encontrar a los herederos de la persona que falleció.
“Cuando estas personas son originarias de España”, cuenta uno de ellos, “nos trasladamos para realizar las búsquedas en la ciudad en la que nacieron las personas fallecidas sin testamento”. Lo primero que realizan es un árbol genealógico tanto del lado paterno de la persona que falleció, como materno, “y las personas que se encuentran más cercanos del fallecido, son los herederos”.
Estos profesionales realizan todos los trabajos de búsqueda y contactan finalmente con los beneficiarios con quienes firman un contrato por el que los especialistas se encargan de realizar todas las gestiones y una vez cobrada la herencia, se pasa una liquidación por los gastos y el trabajo realizado, los honorarios.
En este caso concreto, la persona fallecida tenía unos bienes valorados en un millón de euros y los especialistas buscan ahora a sus herederos legales para comunicarles la noticia, realizar las gestiones para que cobren y, terminado el proceso, pasarle o pasarles las minutas de sus honorarios.