vitoria - Agente de la Policía Local de Palma de Mallorca durante catorce años, Sonia Vivas denunció en 2016 a algunos de sus compañeros por acoso y homofobia. Las amenazas que recibe desde entonces, que aumentaron tras colaborar en uno de los casos de corrupción más sonados de España, el caso Cursach, no le han amedrentado. Concejala de Podemos en el Ayuntamiento de Palma de Mallorca, Vivas denuncia públicamente las distintas formas de violencia machista en los cuerpos policiales. Hoy, a las 12.00 horas, el centro cívico Aldabe acoge su charla.

“Vox exige la eliminación de la concejalía de Feminismo y LGTBI en Palma de Mallorca”, dice una noticia que publican hoy medios baleares.

-Entiendo que ellos tienen que hacer fuerza política para su mensaje de odio, al contrario que el mío que es de paz, amor, concordia y convivencia. Pueden pedir lo que quieran. Estoy ahí porque me ha votado la gente, lamentablemente para ellos.

¿Por qué cree que su caso despertó el interés de tanta gente?

-La gente tiene inquietud por saber lo que pasa dentro de los cuarteles. Por saber la verdad de lo que pasa dentro de sus paredes, porque pese a que son servicios públicos no saben cómo son las policías desde dentro. Esa curiosidad, unida a lo que a mí me ha pasado, hace que a la gente le genere dudas sobre cómo se gestiona la diversidad en el cuerpo, o si existe el feminismo dentro de la Policía.

¿Y existe el feminismo en la Policía?

-Es un oxímoron. Es imposible que el feminismo tenga cabida dentro de los cuerpos policiales.

Usted quiso hacer algo tan difícil como cambiar el sistema desde dentro.

-Es muy difícil conseguir eso desde dentro, porque la democracia no ha llegado a la Policía. Tenemos una Policía ideológica, en la que todo aquello que no sea la ideología dominante diestra es visto como una disidencia. A mí se me ve como un bicho raro. Una policía que es de izquierdas, demócrata, de Podemos... En realidad tenemos una Policía que no está tan lejos de lo que era hace cuarenta años. Sigue ejerciendo como un contrapoder y no como un servicio público.

En el Ayuntamiento de Vitoria la nueva concejal de Seguridad Ciudadana, y por tanto jefa de la Policía Local, es una mujer. ¿Puede ayudar eso a cambiar las cosas?

-Que sea una mujer no significa que sea feminista. El feminismo lo que pone sobre la mesa es un cambio del sistema, una manera de funcionar diferente que nos iguala a hombres y mujeres. Hay mujeres que no son feministas, millones de ellas. Que una mujer cope un espacio de poder no garantiza que vaya a llevar una visión de género. Para eso lo que tiene que tener integrado es que ella sufre una opresión sólo por el hecho de ser mujer, y que el liderazgo que tiene que llevar a cabo tiene que ser un liderazgo propio, distinto, no el de los varones. Por ejemplo, en la Policía el lenguaje de las mujeres que estamos dentro de cuerpos tan masculinizados acaba siendo también masculino. Te suda esto, no sé qué... No quiero decir palabras soeces, pero adaptamos la forma de hablar de los varones machistas. Como decía, que haya una mujer al frente de la Policía no garantiza para nada que se vaya a feminizar ese espacio. Simplemente es una mujer que está ahí tomando decisiones, pero el liderazgo no tiene por qué ser igualitario sólo porque haya una mujer. Eso se llama paridad, no feminismo, son cosas distintas.

Hoy (por ayer) precisamente ‘La Manada’ ha vuelto a ser protagonista en el Tribunal Supremo, en la que dos de sus cinco miembros pertenecen a cuerpos y fuerzas de seguridad y al Ejército.

-Por lo que he visto durante catorce años dentro de la Policía, las denuncias más habituales contra los policías son por maltrato a sus mujeres y novias. Que haya policías implicados en este tipo de asuntos no es un caso aislado. Con esto no quiero decir que los policías sean maltratadores, sino que la propia identidad del cuerpo, que es una identidad machista, lleva a que muchos agentes tengan construcciones autoritarias también en su vida privada. No es un caso aislado que en La Manada haya un guardia civil y un militar. En Baleares hay policías imputados a día de hoy que trabajaban en las puertas de los clubes de alterne y prostituían a mujeres.

¿Le ha compensado a nivel personal denunciar públicamente los abusos y corrupción en la Policía?

-Sólo con que haya alguna persona que por algo que yo diga o haga le pueda inspirar, me compensa. Pero lo que me ha pasado a mí no es algo personal. A mí no se me ha perseguido por ser Sonia, sino por contestar al sistema. Yo he salido bien psicológicamente, pero otras personas acaban tan dañadas que no pueden transmitir su mensaje. Yo lo hago por ellas.