Vitoria - Cada verano, con un poco de suerte y de solidaridad, se repite la misma escena por estas fechas en la capital alavesa: la de los alaveses que reciben con los brazos abiertos a unos niños bielorrusos que vienen a estos lares para huir de la nube radiactiva de Chernóbil, puesto que, 33 años después, los efectos devastadores de la catástrofe nuclear se siguen notando. Este año, sin ir más lejos, estos gestos de emoción se podrán ver el martes y el miércoles en el parking de Mendizabala cuando a media tarde 40 pequeños, de 7 a 17 años, se bajen del autobús con el objetivo de pasar un mes, por lo menos, lejos de su tierra contaminada, gracias a todos los que han decidido abrirles sus casas, como las parejas nuevas que, como cuenta Pilar Gamboa, vocal de Sagrada Familia, la asociación responsable de traerlos, “como curiosidad, este año hay más parejas de treintañeros que nos han pedido traer a niños”, resalta. Gracias a esta oportunidad que les dan tanto ellos como a las instituciones y entidades colaboradoras, como la clínica Baviera, General Óptica, el Colegio oficial de Dentistas, podrán hacerse revisiones de ojos o boca, “que suelen traer destrozada”.
Pero la escena que no se ve, como cuenta Gamboa, es la del recibimiento que hacen precisamente estos txikis cuando los miembros de esta agrupación cada Semana Santa les devuelven la visita, con el objetivo de presentarles mediante fotografías a las parejas de alaveses con las que pasarán el verano. “No veas qué abrazos y qué ilusión les hace vernos allí”, destaca. - A. S.