Vitoria - Álvaro Ruiz de Arbulo no puede olvidar la respuesta que hace unos años recibió de una de las últimas empresas a las que se acercó en busca de una oportunidad laboral. “El que me estaba entrevistando me dijo que anteriormente yo había trabajado con su mujer y que si por él fuera ya estaba contratado, pero que no tenía la última palabra. La última pregunta que me hizo fue a ver qué enfermedad tenía... Y después ya no supe nada más”, relata.

El de Ruiz de Arbulo es sólo un ejemplo de las múltiples barreras que las personas con discapacidad por enfermedad mental se encuentran en este camino, una senda todavía plagada de estigmas y desconfianzas que dificultan enormemente la integración no sólo laboral, sino también social de este colectivo. Su altísima tasa de paro, que ronda el 50%, habla por sí sola. Sin embargo, iniciativas como el centro especial de empleo Raep, nacido en el año 1992 por iniciativa de la asociación alavesa de familiares y personas con enfermedad mental (Asafes), tratan de dar la vuelta a esta complicada realidad y posibilitar el acceso a un trabajo remunerado a decenas de personas que la sufren.

En su pico de mayor actividad, Raep llegó a emplear a 102 a la vez, concretamente durante pasado verano, una época propicia para desarrollar algunos de sus servicios. El centro tiene ahora en nómina a un total de 65 personas con discapacidad en sus distintas ramas, que van de la limpieza, a la jardinería, el montaje de cableado o la venta de prensa, a través de la gestión del quiosco del HUA-Santiago. “Y la expectativa es seguir generando más empleo y creciendo”, confía Ana Belén Otero, gerente de Asafes.

Ruiz de Arbulo se unió a la plantilla de Raep en el año 2014, donde en la actualidad se dedica a múltiples tareas de contabilidad, facturaciones o archivo. “Tiene mucha formación y se nota”, corrobora Endika Minguela, responsable de empleo de Asafes, que aporta otra cifra reveladora: El centro recibe todos los años unas 40 derivaciones de personas que quieren un empleo desde los servicios de salud mental, pero no puede dar respuesta a todas. El centro, dentro de sus posibilidades para absorber esta alta demanda, selecciona posteriormente a quienes muestras mejores aptitudes tras un periodo de formación.

Raep, que desde enero de 2012 tiene su sede en Portal de Gamarra, ha abierto sus puertas a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA para mostrar parte de sus rutinas. El centro se asienta ahora en dos pabellones alquilados en esta zona industrial que le han permitido progresivamente diversificar su actividad. Allí cuenta con una aula de formación y un taller donde los empleados, bajo la tutela de un supervisor, realizan labores de transformación de materias primas en productos manufacturados o de control de calidad, servicios que subcontratan diferentes empresas con sede en Gasteiz. Además, Raep gestiona otro pequeño taller de montaje de cableado en Jundiz. Otros clientes de largo recorrido del centro son el Ayuntamiento, que lleva a cabo la limpieza del centro cívico de Arriaga y el centro social de Adurza a través de Raep, Osakidetza, que subcontrata tareas de jardinería, y un amplio listado de empresas privadas o asociaciones que supera la treintena de integrantes.

“estoy muy contenta” M.O., iniciales de otra trabajadora de Raep que prefiere guardar el anonimato, también unió su camino vital al de Raep en 2014, cuando comenzó a trabajar “poco a poco”, debido a la fuerza con la que en ese momento le golpeaban su enfermedad y la medicación, realizando sustituciones en el área de limpieza. Ahora suma cuatro años a jornada completa, y además sin ingresos ni recaídas. “Estoy muy contenta”, reconoce esta gasteiztarra de 44 años, ahora dedicada al laborioso montaje de cableado. “La enfermedad es larga y pierdes hábitos y autoestima”, apunta su compañero Ruiz de Arbulo, quien enumera entre las múltiples ventajas que la empleabilidad tiene para las personas con salud mental su progresiva “autosuficiencia”, lo cual también alivia mucho a sus familias.

“Creérselo les hace más autónomos, porque tienen muchas capacidades”, apunta Minguela. “Sólo hay que desarrollarlas y apoyarlas”, añade Otero, confiada en que nuevas empresas sigan tocando las puertas de Raep para contratar sus servicios. “El nivel de motivación que muestran estas personas es muy alto porque tienen muy pocas oportunidades”, recuerda la gerente de Asafes.

Raep. El centro especial de empleo, que tiene entidad jurídica propia, nació en 1992 gracias al impulso del colectivo Asafes. Fue concebido para dar una salida laboral a personas con enfermedad mental y con el tiempo se ha convertido en un alternativa de empleo productivo y remunerado para un colectivo con grandes dificultades de inserción.

Crecimiento. En sus primeros años Raep contaba entre sus servicios principales con la limpieza o la jardinería, pero con el tiempo, el traslado de su sede a Gamarra -donde cuenta con un aula de formación y un taller- o la apertura de un enclave laboral en Jundiz ha podido diversificar sus actividades. A día de hoy también ofrece servicios de manufacturación, montaje de cableado o control de calidad.

Empleo con apoyo. Al margen de Raep, Asafes cuenta con un programa de empleo con apoyo a través del que las personas con enfermedad mental son contratadas directamente por las empresas.

102

Personas tuvo en nómina el pasado verano Raep, su tope histórico.

40

Derivaciones de personas que quieren un empleo recibe Raep cada año.