no han tenido un viaje fácil este año los Reyes Magos. Acostumbrados a la cálida meteorología de Oriente, Melchor, Gaspar y Baltasar llegaron a primera hora de ayer a tierras alavesas cuando los termómetros apenas superaban los cero grados, pero el calor de las miles de personas que salieron a recibirlos, sobre todo el de los niños, sirvió para darles el impulso definitivo para cumplir satisfactoriamente con su labor. La ilusión nunca se enfría, como bien han podido comprobar esta mañana un año más los hogares de la provincia. Porque tras una larga noche de trabajo, de nuevo gélida, los regalos también han llegado puntuales a la cita. La última de estas Navidades que ya tocan a su fin.

Como manda la tradición en Gasteiz, sus majestades hicieron su multitudinaria entrada en la ciudad en tren, un trayecto final mucho más cómodo tras el pesado viaje y que permite a los camellos descansar. La llegada de los reyes a la estación de Renfe, donde ya les esperaba una multitud, fue la primera parada de un viaje que siguió en la Plaza Nueva, tras un vistoso desfile a través de la calle Dato a bordo de sendos vehículos antiguos. Melchor, Gaspar y Baltasar estuvieron, como de costumbre, bien acompañamos por los carteros reales, la música de la fanfarre y, en esta ocasión, el espectáculo del grupo de abanderados y músicos italianos Principi D’Acaia.

Los reyes accedieron después al balcón del Ayuntamiento, desde donde saludaron a las cientos de familias congregadas en la plaza, dedicaron sus primeras palabras y esparcieron sus buenos deseos y agradecimientos. “Gracias por estar aquí y por recibirnos como nunca. Estamos orgullosos de estar en Vitoria”, se arrancó Gaspar. “Muchísimas gracias por venir a recibirnos en una mañana fría. Pero habéis estado y eso nos llena de calor y energía”, siguió su compañero Gaspar. Ambos, como Melchor, comenzaron sus discursos en euskera, algo que no debería ser noticia pero que constituye un fiel reflejo de una ciudad cada vez más bilingüe. “Un año más habéis venido a la cita. Fieles, y como siempre con este frío tan importante que hace en Vitoria todos los años, habéis podido salir de casa, habéis querido salir a recibirnos y os lo agradecemos”, remachó Melchor, que animó a los niños a seguir “siendo buenos” y a “perseverar en la obediencia en casa”. También, a dejar “todo bien ordenadito” para facilitar su trabajo posterior.

Aunque los carteros reales recogieron durante el trayecto un buen puñado de cartas más, sus majestades atendieron después uno a uno a todos los que se acercaron hasta el palacio Villa Suso, donde tomaron nota de sus últimos deseos, antes de reponer fuerzas para la cabalgata, el acto más masivo, colorido y espectacular de toda la jornada. La comitiva, abierta por tres vistosas carrozas de fantasía a las que siguieron las tres de los reyes, completó el recorrido entre la plaza Bilbao y Beato Tomás de Zumarraga poniendo el punto final a un día de emoción al que siguió una no menos emocionante -y larga- noche.