laguardia - Un poco a trasmano de los lugares que suelen recorrer los visitantes en la villa de Laguardia, en uno de los laterales de la explanada de La Barbacana, existe desde hace una quincena de años un museo etnográfico, fruto del trabajo de su propietario, que ha dedicado todo ese tiempo a transformar los edificios que lo conforman en un espacio de exposición y en una terraza para celebrar actos culturales o sociales.
Su promotor y propietario es Faustino Luis Ayala Fernández, un agricultor amante y coleccionista de antigüedades de las que tiene una gran cantidad, tanto de objetos como fotografías de los años 30 de Laguardia y de los oficios del medio rural, que va digitalizando en sus pocos ratos libres. Este museo no ha tenido nunca una promoción publicitaria para darlo a conocer y eso, como afirma el propietario, que “lleva casi quince años abierto”, aunque en obras permanentes porque “hacer algo sobre una cosa antigua siempre cuesta mucho más”.
Explica que la casa, de piedra y enorme, junto a otros edificios “era muy antigua. En realidad, era un corral de ovejas que tenía un patio con una huerta y cuadras para los animales”. Hubo que consolidar el edificio principal, despejar y acondicionar la bodega y crear en el patio una zona singular, decorada con arcos de ladrillo, una fuente y suelo hormigonado. La entrada da a la explanada de La Barbacana, un espacio con un paisaje espectacular, en cuyos bajos se encuentra el estanque celtibérico, y en la parte superior el lugar donde se sueles organizar exposiciones, como la que se inauguró sobre el Camino Ignaciano.
En el complejo de dos edificios que hay en el recinto, el Museo Etnográfico muestra una gran colección de piezas: maquinaria antigua, objetos de decoración o de uso cotidiano, juguetes, fotografías, herrajes y cerraduras de puertas y hasta una lavadora de chapa, italiana, que funcionaba con una manivela manual entre otro sinfín de antigüedades. “Todas las piezas han venido o bien de mi casa o de cosas que tiraba la gente y que yo recogía, o que me traían antes de tirar, y de compras realizadas a anticuarios”, algunas de ellas adquiridas en Francia. “Un paraíso para los compradores de antigüedades”. A las piezas se suma el mobiliario tallado en madera donde se exhiben los objetos y que en sí solo ya es espectacular y la decoración interior donde se ha dejado al aire las piedras de la construcción y las vigas de madera de las casas. - P.J.P. / Foto: P.J.P.