Habrá quien hoy bendiga la paz que se respira en la ciudad, tras seis días de fiestas que han llenado las calles de cuadrillas, familias y turistas. Sin embargo, a la una de esta madrugada no eran pocos los que también con ojos vidriosos miraban al cielo cuando el muñeco de Celedón, cable arriba, se dirigía hacia la torre de San Miguel, para decir agur a la capital alavesa en una sentida y multitudinaria despedida.

Parece que fue ayer cuando en la bochornosa tarde del sábado el cohete anunciador de las fiestas daba paso a la bajada del aldeano mas famoso de Zalduondo, encarnado de nuevo por un Gorka Ortiz de Urbina que atravesaba una Virgen Blanca llena hasta la bandera y esta vez sin que le movieran un pelo la txapela. Pero ya ha pasado casi una semana desde que ese esperado día 4, a las seis de la tarde, castigara con un sol de justicia a todas las miradas que no se querían perder la inolvidable estampa de esta edición: la del primer paraguas morado de Celedón que, como no podía ser menos, falló en el momento más inoportuno de todos, el del baño de masas que, por cierto, fue más real que nunca gracias a los manguerazos del camión de Bomberos de Vitoria, y a la imagen de los brazos estirados de los asistentes agradeciendo ese agua caída del cielo, cual maná, para evitar que a más de uno le diera una lipotimia por el horno en el que la ola de calor había convertido la famosa plaza tras el aviso amarillo por temperaturas extremas más que anunciado.

Fue una gloriosa tarde, según esos mismos efectivos, quienes reconocen que año a año el arranque festivo se supera, con únicamente 25 heridos (la mayoría por torceduras y traumatismos que en nada tenían que ver con cortes), frente a los 100 que rozaban en la época del vidrio y latas, más las cero asistencias por intoxicaciones etílicas que contabilizó la Policía Local. Y los días que siguieron a este descorche festivo no lo fueron menos, salvo por las lamentables agresiones sexuales que empañaron esa imagen de La Blanca más morada. Tal fue el caso de la denuncia que se hizo pública por tocamientos a dos mujeres de 27 años en un bar del Casco Viejo en la primera noche de fiestas por parte de un ciudadano galo, pesadilla que se agudizó con la presunta violación a una menor en La Florida, acto condenado por instituciones y cientos de personas, a la que, por si fuera poco, siguió otro abuso sexual, en esta ocasión el jueves, a las siete de la mañana, protagonizado por un hombre, que después de seguir a dos mujeres por Siervas de Jesús, abordó a una de ellas en un bar al que éstas habían entrado, cuando empezaron a sentirse más que amenazadas, para realizar una vez más tocamientos sin su consentimiento.

clásicas tradiciones Pese a todos estos intentos por aguar la fiesta, la ciudad también vivió buenos momentos al volver a rememorar clásicos como el Meneíto Veterano, la Gambada Popular, la carrera de sacos, lanzamientos de bota.... Y al adentrarse una vez más en la espiral de barracas, aunque algunos todavía añoren la noria, txosnas, conciertos y sesiones de fuegos artificiales en familia. Sin querer también llegaron los excesos gastronómicos y alguna que otra cata de kalimotxo en la Kutxi, sidra en el Machete y cerveza en la Plaza España. La capital alavesa también fue testigo de más cambios en la celebración de sus tradiciones, como el estreno a lo grande de la mudanza de Celedón Txiki y Edurne desde la Plaza España, tras quedárseles pequeña, a la Virgen Blanca.

Y así, como el que no quiere la cosa, el programa de La Blanca fue arrancando sus hojas, en un bucle festivo que dejó mermadas a las cuadrillas de blusas y neskas. Una sucesión de actos festivos que hizo flaquear las fuerzas de hasta el mismísimo mercurio en su recta final, al que ayer en Gasteiz le costaba superar los 20 grados, frente a los 36 con los que se llegó a disparar las primeras y bochornosas jornadas.

Aún así, hubo valientes que apuraron sus últimas reservas de energía en esas últimas horas para honrar a la patrona. Los supervivientes de La Blanca que quedaban salieron a la calle a disfrutar de los últimos pasacalles y del desfile por el centro de los gigantes y cabezudos, en el que los txikis aprovecharon para plantar su muxu más tierno a modo de despedida de estos personajes, o de los herri kirolak en Los Fueros y la degustación solidaria de patatas con chorizo a favor del Banco de Alimentos que arrancó a las 12.00 horas en la Plaza de España.

No faltaron tampoco los juegos infantiles, el concierto de la banda de música y el concurso de bertsos son la antesala de las actividades de la tarde, en las que destacó el paseíllo que partió de la calle Dato a las 16.30 horas, y la de vuelta a las 20.00 horas desde la plaza del Renacimiento, los últimos desfiles de las cuadrillas de blusas y neskas que pudieron verse este año, aunque todos ellos, por fortuna, lejos de las imágenes de antaño, cuando ensuciaban la ciudad a su paso, cual Atila rey de los Hunos.

En la subida de Celedón, se mantuvo la prohibición de introducir vidrio y latas, y le siguió la traca final a cargo de Pirotecnia FML, que se pudo ver desde la plaza, y un aurresku de honor frente a la hornacina de la patrona de la ciudad. La banda sonora en esta subida del telón festivo, esta vez corrió a cargo de la música de Los Stompers y Nuala en la plaza de La Provincia, Entropia como cabeza de cartel en la zona de txosnas, y Taxxara Orquestashow en la Plaza España.

Llegados a este punto, hoy toca el turno de que feriantes, puestos de trenzas, tatuajes temporales y de animación hagan las maletas con dirección a otros festejos. El momento de echar a la lavadora el traje de blusa y neska y de reanimar Gasteiz, con Blanca o sin ella, ya sea en el corazón o en los bolsillos.