Los trabajos de reforma de las canalizaciones y pavimentación en Laguardia siguen arrojando novedades sobre la historia de esta villa que vienen a confirmar, según la arqueóloga Paquita Sáenz de Urturi, que este enclave fue un espacio humano importante antes, incluso, del comienzo de nuestra era.
Los últimos hallazgos se han producido estos días pasados durante un trabajo de control de obras, realizado por Sáenz de Urturi y otro compañero arqueólogo en la calle Santa Engracia. En un lugar muy próximo a una lucera -ya tapada- de una bodega se localizó el enterramiento de un bebé, en muy buen estado de conservación, que guardaba una fíbula, un colgante representando un caballito, realizado con una aleación de cobre y estaño.
Según la arqueóloga, la fíbula se puede datar en 2.300 o 2.000 años atrás, es decir, que el enterramiento se realizó entre los siglos III al I antes de nuestra era, y es muy similar a otras localizadas en el cercano poblado de La Hoya, que es el espacio de donde procedía la población de Laguardia. Explica que la cultura de aquellos pueblos les llevaba a enterrar a los recién nacidos fallecidos en el interior de las casas y de hecho ya han aparecido numerosos enterramientos de estas características.
En la misma obra, y como ha ocurrido en otras, ya que éstas son la segunda fase que se ejecuta, también han encontrado más restos humanos y de cerámica, que se han datado con una antigüedad de unos 2.000 años.
Tanto los restos humanos como todos los hallazgos se envían al Museo de Arqueología de Álava, donde se estudian y documentan y se conservan. Paquita Sáenz de Urturi anticipaba que con todos los materiales que están encontrando en estos controles de obra en Laguardia se preparará un programa de exposiciones, conferencias y otras actividades culturales, en unas fechas que aún están por determinar, para compartir esa información con los vecinos y visitantes de la villa.
También ha anticipado que durante las obras que se están realizando se han podido apreciar algunas luceras de bodegas, supuestamente clausuradas, pero de las que no se tenía constancia. En cualquier caso, ése no era el objetivo ni de las obras ni de los controles, ya que la excavación para soterrar las nuevas canalizaciones se realiza a metro y medio de profundidad y los calados están, como mínimo a cuatro o más metros en el subsuelo.