Vitoria - El pasado miércoles Víctor Mayoral cerró la jornada Araba 4.0 celebrada en el Palacio Europa con una conferencia en la que desgranó la vertiginosa carrera que le ha llevado, en apenas unos años, a vender la empresa de robótica que creó en 2014 junto a su hermano en Vitoria, Erle Robotics, a la multinacional suiza Acutronic. Además, recientemente otro gigante mundial, Sony, se convertía en su nuevo socio para acelerar la tecnología en la que trabajan, que entre otras cosas incluye la creación de componentes modulares intercambiables para robots.
Han pasado de ser una pequeña empresa familiar creada en Vitoria a ser adquiridos por una multinacional suiza y tener a un gigante como Sony de compañero de viaje. ¿Cómo han llevado este crecimiento tan vertiginoso?
-Ha sido cuestión de un par de años. Realmente hemos crecido bastante y la razón principal ha sido la apuesta muy relevante que hemos hecho por nuestro equipo. Una plantilla internacional, donde hay una equidad no sólo de diferentes razas sino de género, donde hemos puesto muchos esfuerzos para que se sientan cómodos. A día de hoy me agrada poder reconocer que nuestro equipo no sólo tiene unas muy buenas condiciones salariales, sino que además cada uno de los miembros de mi equipo tiene suscripciones a Netflix, Spotify, todo el mundo está apuntado al BAKH, cuentan con atención personalizada... La principal razón para llegar hasta aquí ha sido el cariño que hemos puesto al seleccionar a estos chicos y chicas, personas de muchísimo talento que han llevado a nuestra empresa de un ámbito local a la proyección internacional que hemos tenido. Otro factor ha sido la pasión por la tecnología y la tenacidad que compartimos todos. Una visión que nos ha llevado a día tras día saltar las barreras de lo imposible para ver cuáles son los límites de lo posible.
En su conferencia en el encuentro Araba 4.0 hablaba del viaje profesional que realizó en su día, porque usted dejó su trabajo en Silicon Valley para regresar a Vitoria a crear Erle Robotics junto a su hermano.
-Sí, en mi intervención hablé un poco de cuál es nuestra historia, de Silicon Valley a Euskadi, porque en realidad, aunque nuestra proyección laboral comenzó en el extranjero como investigadores y profesionales, decidimos dejarlo todo y volvernos a Vitoria. Y empezamos desde cero, con absolutamente nada, con los contactos y quizás la proyección que habíamos dejado ahí fuera. Empezamos desde Vitoria con mucho apoyo local, muchas ganas, pero con muchos problemas también porque tuvimos que afrontar muchísimas barreras, algo que de hecho seguimos haciendo.
¿En qué sentido?
-Sobre todo en lo que se refiere a la tecnología innovadora en la robótica dentro de la industria. A día de hoy hemos conseguido que cualquier empresa grande o pequeña nos tenga muy en cuenta. Recientemente anunciamos que Sony ha apostado por nuestra visión y nuestra tecnología y esperamos en los próximos meses hacer anuncios incluso más relevantes, que van a traer mucho más capital a Euskadi, a Álava y a Vitoria, y que van a generar más oportunidades de calidad. Aunque queremos que nuestro equipo siga siendo de unas dimensiones razonables, porque no nos vemos como una empresa de cientos de trabajadores.
Han captado también talento local, si no me equivoco.
-Tenemos gente salida de la FP en Vitoria, de Molinuevo y Diocesanas, y estamos encantados con ellos. Son personas que cuando han entrado a trabajar con nosotros se han comido el teclado literalmente. Es lo que hace falta, gente así. También tenemos personas con un perfil muy académico, de ámbitos de la mecánica, la electrónica, la inteligencia artificial...
¿En qué tecnología trabajan actualmente?
-Seguimos trabajando en la tecnología H-ROS (Hardware Robot Operating System), una infraestructura de software y hardware para la creación de componentes modulares para robots que puedan ser intercambiados entre sí, como si fueran piezas de Lego, pero pensados para uso industrial. Robots modulares que no ejecutan sólo una tarea puntual, sino que pueden ser reconfigurados para diferentes tareas. Por ejemplo, a día de hoy muchos trabajamos con ordenadores, pero esos ordenadores no se utilizan sólo para una única cosa. Sería una estupidez tener un ordenador para redactar artículos con un procesador de textos, otro ordenador para navegar por Internet... Hoy en día la robótica está un poco así, tenemos robots para tareas muy específicas, muy especializados, por lo que perdemos muchos recursos.
¿Y qué va a permitir esa modularidad?
-Va a permitir que los mismos robots tengan la capacidad de intercambiar piezas extendiendo sus capacidades físicas, y con ello extendiendo sus propios comportamientos con nuevas técnicas en las que trabajamos. Además de la modularidad física estamos trabajando en nuevas técnicas de inteligencia artificial, técnicas que se asemejan mucho en realidad a cómo funciona el cerebro humano, basadas en redes neuronales artificiales. Pequeños modelos cerebrales simplificados que nos permiten hacer tareas con un método bioinspirado. En la oficina decimos que más que programar a los robots, los entrenamos, porque lo que hacemos es penalizarlos y darles alicientes, como si fueran mascotas. Les enseñamos y les decimos qué están haciendo mal.
¿Cómo reciben en el extranjero a una empresa de Vitoria especializada en un sector como la robótica?
-Para serte sincero, al principio nosotros no nos sentíamos cómodos vendiendo la marca Euskadi o la marca Álava, tampoco con España, como marcas de referencia para robótica. Sí para industria, pero no para el sector de la robótica. Pero eso ha cambiado en los últimos años. Ha habido un empuje muy fuerte a nivel nacional y territorial, y cada vez son más las empresas que apuestan por la robótica. En una conferencia en la que acabo de estar en Canadá, de los 33 sponsors que había cinco eran españoles, lo cual es muy sorprendente. Ahora sí podemos asegurar que estamos vendiendo mucho la marca Euskadi y la marca Vitoria, algo que ha requerido de mucho esfuerzo en su comienzo.
¿Qué nos va a deparar la robótica de aquí a unos años?
-A corto plazo va a tener un impacto de cierta relevancia. Estamos viendo ya cómo hay robots, coches que empiezan a realizar transportes de forma autónoma, y poco a poco lo veremos con más frecuencia. En el ámbito personal los robots se están introduciendo en nuestras casas para limpiar los suelos y hacer otras tareas, como los robots de cocina, que cada vez son más populares. De hecho España es uno de los mercados principales para las empresas que desarrollan robots de cocina.
¿Y en la industria?
-En la industria estamos viendo una auténtica revolución. Cada vez más empresas pequeñas, medianas y grandes incluyen autómatas para tareas repetitivas y otro tipos de acciones. Las empresas demandan esa fabricación en masa que lleva ocurriendo desde 1970. Los robots pueden apoyar ese proceso de innovación. A medio y largo plazo la robótica va a introducirse totalmente en todas las facetas de nuestra vida. Los robots en un plazo medio van a cambiar nuestras vidas tanto como lo han hecho los ordenadores en los últimos veinte años. Creo que no somos conscientes del impacto y la relevancia que van a tener.
¿Qué papel juega la ética en esta ambiciosa transformación social e industrial que llegará de la mano de los robots?
-No es atípico escuchar comentario apocalípticos sobre la robótica y la inteligencia artificial. A todos los niveles. En Silicon Valley hay grandes críticos, que incluso crean organizaciones, lo que es algo irónico porque muchas de esas personas no tienen conocimientos propios. Parece una constante que las personas más críticas sean las menos involucradas tanto en la robótica como en la inteligencia artificial. Nuestra posición es optimista pero también de cautela, porque hay que utilizar la tecnología de la forma más apropiada y responsable posible. Nuestra juventud siempre ha sido un punto de interés para las empresas y de sorpresa en muchos foros en los que participamos, pero es importante que nos involucremos en organismos de estandarización, ética y valores, como estamos haciendo. Yo mismo este año he empezado a participar en la ISO, que organiza estándares, como experto nacional en España en estándares modulares para robots. Es necesario que los gobiernos escuchen más a las empresas involucradas.
¿Llegaron a imaginar usted y su hermano, cuando eran dos jóvenes estudiantes de San Viator, que llegarían adonde han llegado con su propia empresa de robótica?
-David y yo, también nuestros compañeros pero particularmente nosotros como hermanos, siempre hemos tenido una visión muy ambiciosa de todo lo que hemos hecho. Somos personas muy competitivas, no nos gusta perder ni a las canicas. Pero más allá de eso lo que principalmente nos ha hecho llegar hasta donde estamos es la pasión por la tecnología, es lo que nos ha hecho sacrificarnos y esforzarnos, rodearnos de gente mejor que nosotros en muchos ámbitos y que nuestro equipo e inversores crean en nosotros. Nos ha costado muchísimo que incluso aquí, en Vitoria, se nos aceptara. Un grupo de chavales con ideas innovadoras... Todavía seguimos encontrando muchas reticencias, aunque estamos acostumbrados a luchar contra lo establecido.
¿Y qué le dicen sus amigos?
-Mi grupo de amigos, mi cuadrilla aquí en Vitoria, me preguntaron cuando tenía 18 años qué quería hacer en mis próximos cinco años, y yo con una sonrisa de oreja a oreja les dije que quería acabar las dos carreras que empecé, dos ingenierías, crear una empresa y venderla a una multinacional. Mis amigos se rieron a carcajadas. El año pasado en navidades nos juntamos de nuevo, después de hacerse pública la venta de la empresa, y me preguntaron muy serios oye Víctor, y en cinco años, qué. Creo que nuestra visión siempre ha sido ambiciosa, y eso es lo que puede traer cambios disruptivos a la robótica. Además es una ambición que queremos que se ejecute desde aquí, desde Vitoria, desde el País Vasco, con una comunidad de talento local e internacional.