gasteiz - El reciente cambio de titularidad en el servicio de transporte sanitario urgente, ahora en manos de la UTE Larrialdiak y Ambulancias Maiz, no ha devuelto la tranquilidad a un sector marcado de forma recurrente por la inestabilidad laboral. Especialmente en Álava, donde sus cerca de cien trabajadores mantienen una larga huelga indefinida en reivindicación de la mejora de sus condiciones. La última convulsión a la que se enfrenta este servicio viene motivada por las “múltiples” carencias y deficiencias que sus profesionales se encuentran día a día en sus equipos y vehículos a la hora de desarrollar su trabajo, como ya adelantó DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA en su edición del pasado 27 de junio.

Pese a que la situación fue puesta en conocimiento del Centro de Coordinación de Emergencias 112, del Instituto vasco de Seguridad y Salud Laborales (Osalan), del Gobierno Vasco o de la propia UTE a escasos días de su desembarco, hace casi un mes y medio, los problemas están todavía lejos de desaparecer, según confirman fuentes sindicales a este periódico. “No hay día en que no haya que llamar a coordinación porque faltan cosas. Un día sueros, al siguiente correas de inmovilización... Que pase porque ha habido un accidente vale, pero no es de recibo que tengamos que andar así todos los días. En veintipocos años que se viene subcontratando este servicio, está siendo de largo la peor de las gestiones”, certifica un técnico de emergencias en declaraciones a este periódico.

Para añadir más ingredientes al cóctel, cuatro ambulancias sufrieron en la madrugada del pasado jueves 3 distintos sabotajes, con varias ruedas pinchadas como consecuencia más destacable, que mermaron temporalmente el servicio. Un vehículo fue atacado en Zambrana y otros tres sufrieron los daños Gasteiz, uno de los cuales se encontraba en Legutiano pero tuvo que acudir a la capital debido a la falta de efectivos. En su primera denuncia, los representantes de los trabajadores advirtieron, entre otras cosas, que en sus nuevos vehículos faltaban equipos de protección individual como guantes anticorte o mascarillas, ropa de abrigo, material sanitario de todo tipo e incluso conexiones a Internet o de GPS. Carencias que, al margen de afectar “al normal funcionamiento y a la operatividad” de las ambulancias de soporte vital básico, llegaron también a repercutir en algún caso sobre “la seguridad del paciente” durante los primeros días de servicio de la nueva UTE, según un escrito remitido a todas las partes implicadas.

Tras el relevo en la gestión del servicio, como es evidente, la anterior firma responsable -Emerbask- se llevó todos los materiales de su propiedad, por los que las nuevas empresas han tenido que reequipar a sus profesionales y dejar a punto las ambulancias que han comenzado a utilizar. Sin embargo, lo que parecía un problema puntual, derivado de un relevo al frente del sector que evidentemente puede generar todo tipo de desajustes, continúa sin resolverse. “Todavía hoy sigue habiendo gente sin botas de seguridad, totalmente en precario. Esta semana han mandado por fin extintores a las bases forzados por las denuncias, pero está llegando todo con cuentagotas”, expone el mismo profesional.

nuevas denuncias Una de las últimas denuncias que han llegado a manos del Departamento vasco de Salud, de la Delegación territorial de Emergencias -por un lado- y de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social -por otro- lleva la firma de José Antonio Gacho, técnico de emergencias sanitarias y representante del sindicato LAB en el sector. Fechada el pasado 17 de julio -aunque posteriormente ha habido más de otros trabajadores-, la denuncia alerta sobre los distintos “incumplimientos en las prescripciones técnicas particulares” del contrato de gestión del servicio por parte de la nueva UTE y sobre la “falta de medios de seguridad y protección” en las ambulancias alavesas.

En su extensa recopilación de incidencias, el trabajador alude a la ya citada falta de botas de seguridad, “obligatorias” para el desarrollo de la actividad, a la falta de detectores de monóxido de carbono portátiles o al mal funcionamiento de los existentes, a la ausencia de material de limpieza y desinfección en las bases y las ambulancias, al “insuficiente” sistema de sujeción de aparatajes en los vehículos, a que “diversos acabados” como el de las papeleras “son cortantes”, a la falta de medicación farmacéutica o de libros de reclamaciones, sólo por citar algunas.

Los problemas encontrados y denunciados en las últimas semanas afectan a todas las bases dispersas por el territorio histórico, las de Vitoria, Legutiano, Laguardia, Espejo, Agurain, Murgia, Campezo y Zambrana. Las ambulancias que operan en Amurrio y Laudio han dado también su correspondiente parte al Centro de Coordinación de Bizkaia, que es del que dependen.

Los trabajadores del sector en Álava llevaron a cabo el pasado 21 de julio su última protesta en la calle, en la que instaron al Gobierno Vasco a que “intervenga y se implique para solventar esta situación” y “buscar una solución estable y duradera” a los problemas que se han generado en el servicio tras el cambio de subcontratas. Según denunciaron también los profesionales, al margen del incumplimiento de las condiciones “técnicas y mínimas” de riesgos laborales y salud laboral recogidas en los pliegos, la nueva UTE ha decidido también “dejar de aplicar las condiciones laborales y pactos” que éstos mantenían antes de la última subrogación.

Más problemas. El reciente cambio de titularidad en el servicio de transporte sanitario urgente, ahora en manos de la UTE Larrialdiak y Ambulancias Maiz, no ha devuelto la tranquilidad a un sector marcado de forma recurrente por la inestabilidad laboral. La última convulsión a la que se enfrenta este servicio viene motivada por las “múltiples” carencias y deficiencias que sus profesionales se encuentran día a día en sus equipos y vehículos a la hora de desarrollar su trabajo.

Primera denuncia. Los representantes de los trabajadores advirtieron a los pocos días del relevo de empresa adjudicataria, entre otras cosas, que en sus nuevos vehículos faltaban equipos de protección individual como guantes anticorte o mascarillas, ropa de abrigo, material sanitario de todo tipo e incluso conexiones a Internet o de GPS. Carencias que, al margen de afectar “al normal funcionamiento y a la operatividad” de las ambulancias de soporte vital básico, llegaron también a afectar en algún caso “a la seguridad del paciente” durante los primeros días de servicio de la nueva UTE, según un escrito remitido a todas las partes implicadas.

Sin resolver. Casi mes y medio después, los problemas continúan. En una de las últimas denuncias presentadas se da cuenta de la ausencia de botas de seguridad, “obligatorias” para el desarrollo de la actividad, de la falta de detectores de monóxido de carbono portátiles o al mal funcionamiento de los existentes, a la ausencia de material de limpieza y desinfección en las bases y las ambulancias, al “insuficiente” sistema de sujeción de aparatajes en los vehículos, o a la falta de medicación farmacéutica.

Un técnico de emergencias sanitarias con años de experiencia en el sector pone voz a los últimos problemas a los que deben hacer frente los profesionales, que según sus palabras se encuentran “en precario” en muchos casos.

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Meses en huelga indefinida suman los profesionales del sector en Álava en reivindicación de la mejora de sus condiciones.